ZP eligió a Chacón para Defensa por ser catalana y estar embarazada

¿Y en estas manos estuvo España?

Joaquín Leguina desvela los entresijos de la designación de la que puede convertirse en la próxima candidata del PSOE a las generales

¿Y en estas manos estuvo España?
José Luis Rodríguez Zapatero y Carme Chacón. EP

De ahí salió la escena de la de mujer joven con ´bombo´ de ocho meses dando una orden militar: ´Capitán, mande firmes´

«Este es un libro crítico que trata de explicar, en primer lugar, las consecuencias políticas que han traído consigo las ‘ideas’ y las ‘ocurrencias’ aportadas por una generación de socialistas que tomó como líder a José Luis Rodríguez Zapatero».

Así se inicia uno de los libros más críticos de los que se han publicado sobre el ex presidente socialista, firmado por un socialista histórico: Joaquín Leguina.

«El estilo de gobernar de Zapatero cambió con el tiempo, pero cambió a peor. Su voluntad se hizo ley, y sus caprichos, órdenes».

En «Historia de un despropósito. Zapatero, el gran organizador de derrotas«, Joaquín Leguina no deja títere con cabeza.

Si hay algún socialista al que no pueda acusarse de no haber alertado sobre Zapatero ése es Leguina.

Antes, durante y también ahora, más de dos años después del fin del zapaterismo.

El expresidente de la Comunidad de Madrid, bestia negra de Zapatero durante años, vuelve a la carga en su último libro titulado.

En él, no contento con poner de vuelta y media al expresidente del Gobierno, desvela los entresijos de lo que fue uno de sus bombazos más sonados dentro y fuera de España: la designación de Carme Chacón como ministra de Defensa en abril de 2008.

Un relato del que la catalana y aspirante a dirigir el PSOE no sale precisamente bien parada.

Leguina estuvo este viernes, 14 de febrero de 2014, en Onda Cero para presentar su libro y se detuvo en ese capítulo, especialmente jugoso teniendo en cuenta que la exministra puede ser la candidata socialista a las elecciones generales de 2015 si gana las primarias de noviembre.

En resumidas cuentas: Zapatero tenía claro que quería una mujer para Defensa para dar la campanada mediática y había pensado en Elena Salgado, el comodín que tan pronto le valió para Sanidad como para Administraciones Públicas y hasta para la cartera de Economía.

Cuando Miguel Barroso, marido de Chacón y gurú de Zapatero se enteró, le dijo al entonces presidente que si de verdad quería dejar a todos con la boca abierta lo mejor era nombrar a Chacón, porque además de mujer era catalana y estaba embarazada. Y él accedió.

Leguina lo cuenta así en el libro:

«Reunidos en torno a una mesa estaban Miguel Barroso, José Blanco y Javier de Paz cuando sonó el teléfono móvil de Blanco. Era el presidente del Gobierno.

Después de hablar con él, Blanco volvió a la mesa e informó de que Zapatero estaba pergeñando un cambio de Gobierno, del que saldría el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y el presidente estaba pensando en poner al frente de aquel ministerio a una mujer.

´ZP opina que al ser la primera mujer ministra de Defensa será un pelotazo mediático, y está pensando en Elena Salgado´, informó Blanco. ´Si lo que quiere es dar un gran pelotazo mediático, lo que tiene que hacer es nombrar a mi mujer (Carmen Chacón).

También es mujer, pero además es catalana y está embarazada. Eso sí que será un pelotazo´, argumentó Barroso. Entonces Blanco, encantado con la idea, volvió a comunicarse con Zapatero… y de aquel profundo debate se derivó una muy conocida escena: la de una mujer joven con un ´bombo´ de ocho meses dando una orden militar: ´Capitán, mande firmes´».

Según Leguina, aquel episodio viene de buena tinta, porque se lo contó uno de los que estaban en aquella mesa. Y a su juicio resume a las mil maravillas la esencia del personaje y su forma de hacer política:

«Despachaba individualmente con sus ministros, que eran cuasi secretarios, y, sobre todo, con su entorno más personal, que no era de dirigentes socialistas, ni siquiera de ministros del Gobierno. La auténtica mesa del Consejo de Ministros estaba en la cancha de básquet que se hizo construir en el complejo de La Moncloa, donde jugaba con los íntimos: Javier de Paz, Barroso, Sebastián…».

Prólogo de «Historia de un despropósito. Zapatero, el gran organizador de derrotas»

Este es un libro crítico que trata de explicar, en primer lugar, las consecuencias políticas que han traído consigo las «ideas» y las «ocurrencias» aportadas por una generación de socialistas que tomó como líder a José Luis Rodríguez Zapatero.

Viví aquella etapa (2000-2011) en segunda línea, como atento y crítico observador, viendo cómo se forjaba un «nuevo» socialismo que, a la postre, llevó al PSOE -tras dos victorias electorales- a la ruina política y a la trivialidad ideológica.

Queriendo innovar, destruyeron. Pretendiendo mejorar la condición económica, cultural y social de los españoles, nos llevaron al callejón sin salida en el que ahora estamos.

Aplicando el «diferencialismo» y la descalificación de la derecha, metieron al país en una peligrosa dinámica destructora que puso al Estado democrático en trance de sucumbir a manos de los separatismos.

Predicaron mucho, pero no sembraron ni recogieron demasiado trigo y no hicieron prácticamente nada por mejorar la igualdad de oportunidades ni de rentas entre sus compatriotas.

Durante los «gloriosos» cuatro primeros años de Gobierno (2004-2008), la distribución de renta no mejoró un ápice. Se fiaron más de las ideologías que de las realidades.

Quizá por eso se subieron alegres al viejo carro del anticlericalismo y del antifranquismo y se desentendieron de la fiscalidad mientras ante sus propias narices crecían las enormes gabelas para los directivos empresariales, la burbuja inmobiliaria y las escandalosas evasiones fiscales practicadas por aquellos que no están sujetos a una nómina salarial.

Los partidos -y el PSOE con particular empeño- sostienen que hablar del pasado solo conduce a la melancolía. Puesto que el pasado no tiene arreglo, discutir de él es una pérdida de tiempo. Pero yo me pregunto: si nos está vedado reflexionar críticamente sobre el pasado, ¿cómo podemos enderezar nuestro futuro?

El PSOE se ve envuelto en la hora actual en dos crisis: la interna y la que sufre la sociedad española. Esta última es la que ha puesto sobre el tapete la desafección hacia unas prácticas partidarias que es preciso cambiar con urgencia.

Unas formas de selección de personal y una invasión partitocrática de la sociedad que ésta no está dispuesta a seguir tolerando. Ante tan compleja situación o el PSOE se autorreforma o peligra su supervivencia.

Para el futuro del socialismo resulta imprescindible analizar los componentes ideológicos con los cuales se descompensó el proyecto socialdemócrata, como, por ejemplo, «lo políticamente correcto», muy del gusto de los lobbys interesados.

Por no hablar de la vuelta a un izquierdismo decimonónico superficial y «comecuras», confundiendo a menudo el fenecido franquismo con la actual derecha española, la cual responde ya a otros intereses y a otras prácticas (poco santas, por cierto).

El autor está convencido de que el mayor peligro que acecha hoy al Estado democrático en España reside en las ideas y actitudes de un nacionalismo periférico que al calor de la crisis se ha lanzado a una desbocada ofensiva separatista… Ofensiva a la que hay que oponer -de una vez- una crític

a ideológica firme y serena, que ha faltado hasta ahora, amén de unas políticas racionales en el campo territorial. A juicio del autor, es llegada la hora de abandonar esa dejadez tolerante que ha permitido crecer a los nacionalistas. Es preciso plantar cara a un proceso disgregador que, de prosperar, sería mortal para las partes y para el todo.

Pero este libro no es solo un repaso crítico del zapaterismo; también se adentra en otras redes de intereses y en otras incompetencias. Por eso aborda las actitudes ideológicas del PP y sus políticas desde que volvió al poder en noviembre de 2011.

Años duros que se cierran -cuando escribo este prólogo- con un escándalo de corrupción (caso Bárcenas) muy difícil de taponar.

También en la derecha la crisis ha introducido ideologías y ocurrencias que, queriendo hacer de la necesidad virtud, no han con- seguido otra cosa que destruir derechos y alargar la salida del hoyo en el que estamos.

Mas, por encima y por debajo de la crítica política, el libro quiere señalar los remedios democráticos que el sistema de partidos, metido hoy en un proceso de desafección creciente, está pidiendo a gritos.

Es posible que todo lo que está aquí escrito sea visto (sin leerlo, claro está) como una prédica más a la que nadie hará el menor caso, pero el autor está seguro de que si alguien -de cualquier credo político o religioso- se adentra en estas páginas, hallará en ellas la reflexión, dolida unas veces, sarcástica otras, pero siempre sincera y decente. Sin trampas.

El autor es un viejo socialdemócrata -eso sí, nada ortodoxo- que milita desde hace años en el antisectarismo, y -quizá para su desgracia- no ha perdido del todo el olfato que le permite acertar con los diagnósticos políticos. También es consciente de los riesgos que esto encierra.

Ya lo decía la sentencia castellana: «Acertar antes de tiempo es otra forma de equivocarse».

Aunque el autor de este libro ha visto a menudo confirmadas sus premoniciones, jamás ha pronunciado una frase que detesta: «Ya lo había dicho yo».

 

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