Periodista Digital se acercó a la casa del escritor Alberto Vázquez Figueroa en el madrileño barrio de Arguelles para entrevistalo acerca de su interesante nueva novela ‘El último Tuareg’.
Más de treinta años después de la publicación de su mítica novela Tuareg, Alberto Vázquez Figueroa vuelve sobre el tema que mejor conoce: la vida de los «señores de las arenas» y la eterna lucha que mantienen por intentar conservar las antiquísimas costumbres que han hecho de ellos un pueblo admirado y respetado.
En esta ocasión la trama se desarrolla en la inmensa soledad del desierto del norte de Mali, donde la barbarie de los extremistas que intentan crear un Estado islamista radical está salpicando de sangre el buen nombre de los tuaregs.
Contra su voluntad, Gacel Mugtar, un pacífico camionero gran conocedor del desierto, es uno de los encargados de hacer cumplir el código de honor de su raza ejecutando sin piedad y dondequiera que se encuentren a todos aquellos renegados o mercenarios que no renuncien a la violencia.Pero la peor batalla que se verá obligado a librar no será contra los fanáticos, sino contra su propia conciencia.
«En la guerra de Mali se está diciendo que los Tuareg están organizando una revolución, pero eso no es verdad. En Mali lo que hay son unos cuantos Tuareg eran los guarda espaldas de Gadhafi y cuando este cayó huyeron. El extremismo islámico los contrató para intentar conseguir un país independiente jihadista en el Norte de Mali».
«La guerra de Mali tiene una importancia muy grande, ya que si los jihadistas islámicos manejados por los hermanos musulmanes de Egipto, los extremistas, consiguen organizar un país independiente en el Norte de Mali se encontraran a 30 km de las mayores reservas mundiales, casi el 50% del uranio del mundo. Estarán a tiro de piedra de petróleo, gas y hierro».
«Controlar el Norte de Mali es controlar el centro de África y un punto estratégico».
«Los Tuareg, los verdaderos, son personas mucho más liberales, no quieren ser extremistas y están indignados por el hecho de que se les este acusando de jihadistas, como no se puede acusar a los vascos de ser de ETA».
«África y Sudamérica son la fuente de mis libros. No escribiría sobre Noruega, por ejemplo, porque solo nieva y hace frío».
«Hay que tener en cuenta que hay 1.2000,000 Tuareg distribuidos por distintos países».
«Son gentes que tienen unas costumbres muchos mas liberales, que no quieren ser extremistas, que nunca han sido unos mulsumanes de los que hay que lapidar a las mujeres o hay que cortales el clítorix. Las mujeres Tuareg son libres pueden hacer lo que quieran hasta que se casan».
«Aquí el que la hace se compra un Yate y se abre una cuenta en Suiza. Se va de cacería de osos a Rumania y procuraremos que muera a parcantazos porque en este país parece la única forma de acabar con ellos».
«Si la haces debes pagarla, por mucho que tu primo, tu amigo o tu protector sea del partido político que sea. Lo estamos viendo tanto en uno como en otro, ya no se puede hablar de si eres de derechas o de izquierdas».
«La ley que tiene que imperar es la Ley Tuareg, deben ajustarse a normas de conductas y normas de honor, si no lo cumples estás muerto».
«Yo no me relaciono con escritores, me relaciono con gente de cine que son mas divertidos. los escritores son aburridos».
«Yo escribo los libros y el que quiera que los compre, yo he escrito muchos libros que no merecen la pena ser escritos. En mi obra hay algunas cosas que están bien y otras muchas cosas que están mal y no me pongo a discutir ni a hablar sobre el problema».
«Perez Reverte lo hace muy bien, lo lleva haciendo muchos años, es de los buenos».
«Yo nunca he tardado más de dos o tres meses en escribir una novela, me pondría enfermo si estuviera cinco años escribiendo una novela. Si la novela se empieza a retrasar te das cuenta que eso no va a funcionar, si no te interesa a ti menos aún le interesará al lector».
«La ministra de entonces Narvona y Magdalena Álvarez dijeron que se invirtieran 3.500 millones de euros en empezar 53 desaladoras de otro sistema que no era el mío, de las cuales solo se ha terminado una, pero ese dinero ha desaparecido».
«Los intereses son máximos, si alguien puede llevarse unos porcentajes de 3500 millones de euros, y ahora hay que devolverle 1000 a la Unión Europea que pisó y que han desaparecido, esos intereses no puedes luchar con ellos. vivimos en el país que tiene el índice de mayor corrupción política de Europa, y estamos entre los diez más corruptos del mundo».
Alberto Vázquez-Figueroa nació en 1936, el año en que empezó la guerra civil española. El principio de su vida está marcado por esa circunstancia histórica, pues su padre, sus tíos y su abuelo fueron encarcelados o deportados.
A esta tragedia se une otra personal: en 1949 fallece su madre, y él, con trece años, es enviado con sus tíos al Sáhara, donde pasará el resto de su infancia y adolescencia.
La vida en el desierto, sus habitantes y su dureza le marcan en todos los sentidos. En 1954 vuelve a Santa Cruz de Tenerife, donde completa el bachillerato y decide estudiar periodismo en Madrid.
Paralelamente a sus estudios logra una plaza como profesor de submarinismo en el buque-escuela Cruz del Sur, lo que le ocupará durante dos temporadas: 1957-1958. En enero de 1958 dirige el equipo de buceadores que rescata los cadáveres del fondo del lago de Sanabria, adonde han sido arrastrados por la rotura de una presa.
Al acabar la carrera viaja a África Central, de donde vuelve con grandes reportajes que publica en el prestigioso semanario Destino. Tras varios años como corresponsal viajero de la citada revista, empieza a trabajar como enviado especial para La Vanguardia y para Televisión Española, cubriendo los conflictos bélicos más importantes de la época.
Poco a poco consigue compaginar sus grandes pasiones y hacer de ellas su modo de vida: la literatura, la aventura, los viajes… Al principio publica libros sobre los lugares lejanos y en cierto modo exóticos que conoce como periodista (‘África encadenada’, ‘La ruta de Orellana’, ‘Galápagos’…), pero pasando los años empezará a publicar también novelas (‘Manaos’, ‘Tierra virgen’, ‘Quién mató al embajador’, entre otras).
El éxito le llega con ‘Ébano’ y, sobre todo, con ‘Tuareg’. Muchas de sus novelas son adaptadas al cine, industria con la que empieza una larga relación, ya que ha sido director, guionista y productor.
Entre sus obras más destacadas también pueden citarse, ‘Sicario’, ‘El perro’, ‘El señor de las tinieblas’, ‘Coltán y las sagas Océano y Cienfuegos’.
En 2010 se alzó con el prestigioso Premio Alfonso X el Sabio con su novela ‘Garoé’, de enorme éxito. Con Ediciones Martínez Roca ha publicado, también, ‘El mar en llamas’ y ‘La bella bestia’.