El 15% de la Unión Europea considera que la violencia física y la violencia sexual no son graves
El médico forense Miguel Lorente ha estado más de tres años al frente de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, algo que le ha permitido ser uno de los hombres que más y mejor conoce los entresijos de una sociedad machista y las trampas y tramposos que se esconden tras ella.
Lorente visitó Periodista Digital para presentar su último libro ‘Tú haz la comida, que yo cuelgo los cuadros’, donde el autor nos hace reflexionar sobre si esa igualdad que propugnan las leyes es real en nuestra vida cotidiana.
No es de extrañar que muchas mujeres jóvenes, y no tan jóvenes, piensen que no viven en un mundo machista porque, gracias a la lucha de otras mujeres en el pasado, existe la igualdad de sexos en nuestra sociedad.
Sin embargo, Miguel Lorente, acreditado experto en violencia de género, nos explica que, aunque todavía no sean conscientes de ello, seguramente esas jóvenes ya se encuentran atrapadas en situaciones no igualitarias y seguirán encontrando palos en las ruedas a medida que traten de avanzar en sus carreras profesionales, y también en sus vidas privadas; del mismo modo que muchas de las mujeres de más edad que antes soñaron la libertad, no han podido salir de los espacios y estereotipos que las atraparon.
En estos años hemos aprendido a identificar las consecuencias devariosfactores como la discriminación, losunosresultados más graves de la violencia o la desigualdad salarial; no obstante, no conocemos las trampas que la cultura tiene distribuidas por el terreno de la convivencia, para que todo transcurra de la forma prevista y dentro de los límites establecidos para hombres y mujeres.
No hay inercia en el la lucha contra lo establecido, dejar de actuar significa retroceder. La situación nos muestra que queda mucho por hacer, no sólo en el abordaje de las manifestaciones de la desigualdad, sino, y sobre todo, en la transformación de las circunstancias que dan lugar a ellas.
En ‘Tú haz la comida, que yo cuelgo los cuadros’, se muestran las trampas que esconde nuestro mundo, unas directrices aparentemente menos rígidas que antaño pero que tienen la misma finalidad de siempre: que nadie se salga del sistema establecido. Estos ardides, aunque ideados para controlar a mujeres, también están despertando el rechazo de algunos hombres que no quieren encajar en los roles tradicionales. Y es que, tal y como decía Simone de Beauvoir: «el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres».
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«El machismo siempre está presente porque vivimos en una sociedad androcéntrica y eso hace que la realidad venga condicionada por esos valores, es cierto que en su manifestación más directa no siempre aparece y da la sensación de que está ausente».
«La manifestación que ha hecho Cañete debe verse como un reflejo y un ejemplo de la realidad del machismo, y como condiciona la forma de pensar en gente que se supone que debe haber hecho una valoración crítica de la realidad social para intentar transformarla».
«Lo importante es que sus manifestaciones reflejan esa idea de superioridad de los hombres, no solo en lo intelectual, sino en muchos otros ámbitos. Nos da la oportunidad de ser críticos y ser conscientes de que está presentes y que tenemos que trabajar, y mucho, para cambiar y transformar esa realidad».
«La conclusión es que aunque Cañete no lo hubiera dicho no quiere decir que no seamos machistas. Cuando analizas la forma de ser hombre y de ser mujer te das cuenta que no está tratado de la misma manera».
«El machismo es cultura y la cultura condiciona la forma de actuar en hombres y mujeres. Las mujeres adoptan y transmiten roles machistas y los hombres a veces rompemos con esos roles machistas y somos pro-igualitarios o feministas».
«El libro lo que viene a cuestionar es una normalidad, que no por casualidad, hace que la mayoría de los hombres no hagan unas funciones y que las mujeres renuncien al tiempo, tengan una brecha salarial y cuando eso ocurre de una manera mayoritaria no puede ser factor de la casualidad si no que tiene que haber elementos que condicionen que la mayoría de las veces eso funcione de esa manera».
«Bibiana Aído no se llevaba 15 mil euros al mes por no hacer nada, si no que Michelle Bachelet se la llevó a su gabinete porque entendió que su experiencia en todas las políticas de igualdad eran las que su gabinete necesitaba».
«Esa diferente valoración que se hace de manera más directa a las mujeres, como Bibiana Aído y Magdalena Álvarez, y no tanto a los hombres quiere decir que esa sociedad y esos medios de comunicación de alguna manera aplican un criterio distinto a la hora de valorar lo que ocurre con las mujeres con respecto a lo que ocurre con los hombres».
«La típica argumentación histórica decía que los ricos no podían ser de izquierdas o que un trabajador no podía ser de derechas, que no tenía sentido, y sí tiene sentido porque la ideología y el lugar del que uno parte para cambiar la realidad no está en relación con el lugar en el que tú te encuentres».
«Puedo ser una persona que tenga beneficios por estar en un país donde existe el racismo y no pertenecer al grupo discriminado y aun así pelear para acabar con el racismo».
«La falta de implicación de los hombres, que no es porque no les importe, sino porque no lo entienden como problema social, es bastante significativa. Para decir que nos falta algo, para percibir que ese problema es un problema de todos, no solo de las mujeres».
«Vivir en una sociedad desigual, en una sociedad injusta, donde hay discriminación y violencia contra las mujeres, al final, también es negativo para los hombres».
«El ejemplo típico de los hombres es la competitividad en la que nos encontramos».
«Los hombres presumen de su exigencia, de las responabilidades que tienen que asumir y lo ven como un reto, támbien como una responsabilidad el hecho de entrar en un mercado laboral donde hay mucha competitividad».
«Esa competitividad en la que entramos para que nuestras mujeres estén felices y orgullosas de lo que hemos conseguido y alcanzado, al final, te genera una especie de autoexigencia que genera mucho estrés, muchos problemas de salud y que hace que muchos otros hombres no triunfen».
«Los hombres detectan el cáncer con mayor retraso que las mujeres, porque existe la cultura en las mujeres que para evitar determinados cáncer tienen que hacerse revisiones periódicas, en cambio los hombres no creemos que eso sea necesario».
«Cuando tú analizas la imagen de la mujer en la sociedad hay dos grandes imágenes, una es la cosificación que se hace a través de la publicidad y luego el tema de esa cosificación en la imagen de la mujer tiene una traducción directa en la realidad: la violencia».
«Se habla de género y de violencia de género porque la base de esa violencia está en una construcción cultural».
«El 15% de la Unión Europea considera que la violencia física y la violencia sexual no son graves».
«El género no es ser hombre o mujer, si no cómo te comportas como hombre o mujer en cada contexto social determinado».
«Dos hombres en España no son lo mismo que dos hombre en Sudáfrica, en Arabia Saudita en China o en Estados Unidos. Lo que se espera de nosotros como hombres, nuestra conducta y nuestro reconocimiento o nuestra crítica como hombres, va a depender de lo que la cultura dice que es el hombre y lo que se espera de nosotros como hombres».
«Esa construcción de la violencia justificada en el papel del hombre o en el papel de la mujer es lo que da lugar a la violencia de género. Nadie dice que no exista violencia de las mujeres contra los hombres o en parejas de homosexuales pero la valoración cultural, la normalización, la minimización, la justificación, no existe culturalmente y por lo tanto, hay que abordarla, hay que combatirla, pero el significado es distinto».
«Machistas existen en todos los partidos políticos porque estamos hablando de cultura».
«Para mí, la diferencia en los sectores de izquierdas o de derechas, progresistas o conservadores, no está tanto en el número de machistas, sino en el número de feministas».
Miguel Lorente Acosta es doctor en medicina, médico forense y profesor de la Universidad de Granada. Acreditado experto en medicina legal y en temas relacionados con la violencia de género, es autor de numerosas publicaciones académicas y de varios libros, entre los que destacan sus éxitos ‘Mi marido me pega lo normal’ (2001), ‘El rompecabezas’ (2004) y ’42 días’ (2007). Desde abril de 2008 es el Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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