Uno cuando publica algo, se desprende de este algo y pasa a pertenecer a los demás
Fabio Morábito presenta en Periodista Digital su nueva obra ‘El idioma materno’ (Sexto Piso). La obra incluye poemas, relatos y una novela, escritos en el rigor del silencio. Este es un libro que representa uno de esos árboles que sintetizan el bosque en el que se encuentran sumergidos.
Si el aprendizaje del idioma materno supone para el hablante la renuncia a ese momento inicial en el que todas las lenguas se abren como una promesa, este libro «nos proporciona a base del lenguaje la salida del lenguaje, el atisbo de la realidad del mundo».
Con el sigilo de un ladrón que entra a una casa por la noche mientras todos duermen, el escritor traiciona a sus semejantes pero es también un centinela que vela su sueño. Desde el primero de los ochenta y cuatro breves textos que conforman este libro, los temas de la traición y de la vocación son los ejes a través de los cual es el autor busca el episodio decisivo que determinó su destino de escritor. Sin ser ni remotamente una autobiografía, impresiona la voluntad de desnudamiento que recorre cada uno de estos textos, empezando por la aceptación de que escribir es una forma de darle la espalda al prójimo.
Con ironía y a menudo con humor, Fabio Morábito emprende en El idioma materno un viaje en busca de sus raíces, entregándonos un libro que es también la celebración de nuestra capacidad de escapar de la tiranía del concepto y llegar al límite del lugar en el que el mundo se revela libre de cualquier mirada.
TITULARES:
«Un escritor es aquella persona que le cuesta escribir más que a ninguna otra. Es el que no sabe escribir o el tiene conciencia de todos sus limites a la hora de escribir».
«Mi lengua de adopción es el castellano. El paso del italiano al español en mi caso fue por la traducción. Fue ese el instrumento que me dio entrada al español, que me dio confianza para escribir en ese idioma».
«Desde los 14-15 años escribía. Luego se interrumpió durante mucho tiempo a raíz de mi ida a México y luego lo retomé y empecé a escribir en español».
«No pienso en escribir en italiano, porque deben pasar muchas cosas para que se de el caso. Hay que tener mucho dominio de la lengua para poder escribir en ella. Uno no escribe solo con su lengua, sino con su entorno. Siempre estamos escribiendo no solos, sino acompañados».
«El convivir con un hablante de otra lengua que uno no conoce crea distancias. La lengua no solo es instrumento, también es deposito de sentimientos».
«El mundo rural en México todavía es muy distinto al mundo urbano. La cultura campesina en México es muy viva. En el fondo la mentalidad de la gente del campo pertenece al mundo oral».
«La poesía es todavía un abrigo de la oralidad, cuando leemos poesía no nos olvidamos que la comunicación más plena se da por el sonido. La poesía hace intervenir el sonido de una manera mucho más importante que nuestro lenguaje cotidiano».
«Nunca nos leen como queremos, o como creemos que nos van a leer. Esta es la maravilla de publicar algo».
«Uno cuando publica algo, se desprende de este algo y pasa a pertenecer a los demás».
«Los talleres literarios pecan para mi de ser un poco rígidos, cargan demasiado la idea de la docencia. Yo a veces dudo de que se pueda enseñar a escribir. Lo que se puede hacer es crear un clima que produzca florecer algún posible talento».
«Leer debe ser una aventura placentera. Uno enseña a leer a si mismo. Hay que tener mucho cuidado con la pedagogía de la lectura y de la escritura. En la escuela el libro se torna algo muy aburrido, muy temible y acaba que no tenemos la libertad de elegir lo que nos llama la atención».
«En el fondo escribir es robar. El escritor siempre está robando de todos los lados».
«En mi libro hay un elemento autobiográfico, lo que pasa es que muchas veces invento cosas porque no considero interesante escribir sobre mi vida».
FABIO MORÁBITO (1955) nació en Alejandría de padres italianos, transcurrió su infancia en Milán y a los 15 años se trasladó a México, donde vive desde entonces. A pesar de que el italiano es su lengua materna, ha escrito toda su obra en español.
Es autor de cuatro libros de poesía, dos libros de prosas, una novela y una breve novela para niños. Tradujo la poesía completa de Eugenio Montale y el Aminta de Torquato Tasso. Ha residido largas temporadas en el extranjero y varios de sus libros han sido traducidos al alemán, al inglés, al francés, al portugués y al italiano.