No creo que Juan Carlos I tuviera el cinismo suficiente como para estar jugando al squash la tarde del 23-F si hubiera sabido que iba a ocurrir algo así
El general Manuel Fernández-Monzón presentó en Periodista Digital su última creación literaria, ‘El sueño de la Transición’ publicado por La Esfera de los Libros, y escrito con la colaboración del historiador y periodista Santiago Mata.
Fernández-Monzón Altolaguirre ocupó altos cargos y puesto de responsabilidad en los servicios de inteligencia desde 1972 en el SECED abierto y es el autor del proyecto de reforma del sistema de inteligencia de 1981. En esta entrevista nos revela algunas de las hasta ahora desconocidas historias de la Transición Española.
Según explica el autor del libro, el SECED, Servicio Central de Documentación, fue creado en 1972 ad hoc para dos misiones: por un lado, la OCN, que proporcionaba información a los cuerpos de seguridad sobre la subversión; por otro, el SECED abierto, en el que se cooperaba para hacer posible la Transición a través del «‘evangelio’ reformista frente al ‘evangelio’ continuista de los franquistas más exaltados del búnquer».
TITULARES DE LA ENTREVISTA
En el año 1973 tuve que llevar un documento a EEUU al jefe del Pentágono. Recuerdo que le pregunté por el interés de América por España. Él me contestó señalándome un mapa de la localización geográfica de España que sirve de punto estratégico para EEUU como se está demostrando en estos días en la lucha contra el Estado Islámico o el Ébola.
Las bases españolas son siempre las bases intermedias importantísimas frente a las situaciones de crisis para los EEUU. Los gobiernos españoles venden esto muy mal. EEUU estaba entonces muy interesado en que no se desestabilizara la Península Ibérica, tanto España como Portugal. Ni los americanos ni los españoles se creían lo del ‘atado y bien atado’.
Para mí Felipe González es el elemento más admirable de toda la Transición porque comprendió perfectamente la ‘Operación Dentro’, que preveía y quería que todos los líderes de los partidos políticos legalizables fueran gente que conociera la verdad de España y no la ficción del exilio.
Felipe González llega a liderar el PSOE, pero además entendiendo lo que tenía que hacer y lo que tenía que ocurrir. Así lidera no solo cooperando en la Transición en sí misma, si no que la consolida cuando llega al poder y convierte al PSOE en un partido de centro izquierda con el abandono del marxismo. Casi más importante que haber participado en la Transición, su mérito viene de la consolidación. Yo personalmente lo considero una persona excepcional.
La visita del Rey Juan Carlos a Estados Unidos, un año después de su coronación, supuso la única vista de un Jefe de Estado extranjero a las dos cámaras norteamericanas, el Congreso y el Senado, lo que demostraba el respaldo americano al nuevo rey.
Vimos el espectáculo gracioso de ver convertirse en monárquico de toda la vida a Santiago Carrillo. Visto con perspectiva histórica fue hasta gracioso.
Al almirante Carrero Blanco, un ser admirable, no sé si lo hubiera elegido como político por su carácter duro, pero seguro que sí como padre, porque era trabajador y más honrado.
Carrero Blanco no fue el motor de la Transición, fue el gran consentidor de la Transición. Comprendió que el Estado franquista no podía continuar como estaba con el rey a la cabeza, pero a él no le gustaba nada que aquello se transformase.
No termino de creerme lo del atentado de Carrero Blanco. Los mismos etarras señalan en su libreto ‘Operación ogro’ que lo que pretendían al principio no era matarle sino secuestrarle y cambiarle por 150 presos. Hubo demasiadas casualidades: que se este cavando un túnel en frente de la embajada, que estén seis meses en la parada de autobuses frente a la embajada contemplando las entradas y salidas de Carrero con la gran información que tenían los americanos y que estos no se enteraran y, sobre todo ,que la víspera de su muerte estuviera seis horas reunido con Henry Kissinger y no haya quedado la menor nota de lo que pasó en aquella reunión.
El embajador de España en París al día siguiente de la muerte de Carrero dijo que le había extrañado que el Ministerio de Interior francés le dijera que había tenido la oportunidad de coger a los asesinos y desde España se dijo que no.
La última reunión que tuvimos fue la víspera de la muerte de Carrero en la que cada uno aportamos 25 nombres de la gente que debía figurar en el centro derecha y luego todos esos nombres integraron la UCD.
Conocía a Polanco desde niño. Siempre me decía: ¡Cómo puede dudar la gente que soy de derechas! Efectivamente era sociológicamente de derechas.
Polanco no era conocido en el ámbito político pero era un empresario de éxito y muy inteligente. Y se dio cuenta de que no existía en España un ABC de la izquierda. Él convirtió a ‘El País’ en el ABC de la izquierda con un sentido empresarial y de negocio mucho más que ideológico.
No se tuvo oportunidad de acabar con ETA. ETA ha matado más generales de los que murieron en la Segunda Guerra Mundial.
Desde 1808 la historia de España es un general tras otro: Elío, Narváez, O’Donnell, Espartero, Prim, Primo de Rivera, Martínez Campos, Franco… La historia de España son sus generales. La tutela del Estado por sus militares tiene una Tradición larga. Está todavía en nuestra Constitución en el articulo VIII: es una especie de tutela militar; en última instancia, estos son los que garantizan la Constitución y la democracia. Una democracia consolidada y adulta debe olvidar eso. Curiosamente lo ha olvidado más el ejercito que la propia sociedad.
Suárez tuvo siempre ambición política y grandes valedores. Pero su compromiso con Torcuato Fernández Miranda era abandonar cuando la Transición hubiera concluido y se produjeran las primeras elecciones democráticas y no lo hizo. Los errores políticos de Suárez comienzan con la creación de UCD. Igual que Felipe tuvo éxito creando el centro izquierda del partido Socialista del que venía, Suárez no tuvo éxito al crear el centro derecha con la UCD. Desde el primer momento se produjeron las luchas internas que acabaron con él.
La reacción a la legalización del Partido Comunista fue la dimisión del ministro de Marina. Para encontrar uno nuevo tuvieron que recurrir a un almirante en la segunda reserva porque no encontraron a ningún marino que quisiera hacerse cargo del Ministerio. Causó ira y dolor pero no el suficiente como para provocar otro movimiento o sublevación. La ira iba haciéndose mayor hasta desembocar en el 23F.
Sin ninguna duda el Ejército fue quien acabó con el 23F. El capitán general de Madrid, Guillermo Quintana Lacaci, asesinado por ETA, fue una pieza clave en el 23F. Ordenó, personalmente, a los jefes de unidad, de la primera unidad militar de Madrid, que estuvieran quietos y no hicieran nada. En ese momento se acabó todo. Y esa fue la actitud de muchos otros capitanes generales.
Yo como jefe de gabinete de prensa del ministro Rodríguez Sahagún tuve ocasión de interferir las comunicaciones del general Milans del Bosch con todos los capitanes generales de Madrid y puedo asegurar que la inmensa mayoría del ejército no sabía absolutamente nada del 23-F.
Creo que Juan Carlos I no sabía nada del 23-F. No creo que tuviera el cinismo suficiente como para estar jugando al squash esa tarde si hubiera sabido que iba a ocurrir algo así.
A ‘Podemos’ les diría que no sean soberbios y no se crean que todos somos oscurantistas y estábamos en las tinieblas y que ellos nos traen la luz.
El mayor error de la democracia fue la supresión del servicio militar obligatorio.
La Constitución Española necesita reformarse pero no necesita desaparecer ni hacerse otra desde sus cimientos.
Lo más importante de mi libro es la dedicatoria, a los hombres que tuvieron la habilidad y generosidad de con ideologías muy diferentes ponerse de acuerdo para sacar España adelante: eso es lo que tienen que hacer.
Manuel Fernández-Monzón Altolaguirre nació en Madrid el 11 de mayo de 1934, hijo del comandante de Infantería Manuel Fernández Monzón, laureado de San Fernando y asesinado en Paracuellos en 1936. Ingresó en la Academia General Militar en 1950 y en la Escuela de Estado Mayor en 1957. Tras ascender en 1962 a capitán de Infantería, cursó un año en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, luego fue destinado al Sáhara y, desde 1965, a la Tercera Sección (Inteligencia) del Alto Estado Mayor.
En 1966 se licenció en Derecho por la Universidad Complutense y fue nombrado secretario general del Servicio de Contraespionaje. Entre 1969 y 1970 formó parte de un Servicio Internacional de Inteligencia con el que operó en la URSS. En 1972 ingresó en el recién creado SECED, conservando su destino en el Alto Estado Mayor. En 1974 fue director del gabinete del Ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas.
Ascendido a comandante, fue destinado a la Segunda Sección (Económica) del AEM, donde dirigió el Departamento Energético. En 1980 ascendió a teniente coronel y fue nombrado director del gabinete y portavoz del ministro de Defensa Agustín Rodríguez Sahagún, confirmándole en ese mismo cargo en 1981 el nuevo ministro de Defensa, Alberto Oliart.
En 1988 ascendió a general de Brigada de Infantería, obteniendo el mando de la Brigada Mecanizada Maestrazgo nº 3 y el cargo de gobernador militar de Murcia y Cartagena. En 1989 fue destinado como inspector del Arma de Infantería, en el Cuartel General del Ejército. Entre 1993 y 1996 fue inspector-jefe de la Policía Municipal de Madrid. En 2001 realizó misiones de inteligencia al frente de equipos de la OTAN en Pakistán y Afganistán.