Lo de La Vanguardia es un caso paradigmático, casi de soborno, ha recibido millones de dinero público durante los últimos años
La cuestión catalana contada desde la óptica del humor y la ironía que tan sabiamente sabe conjugar Ramón de España en ‘El derecho a delirar’ (Esfera de los Libros). El genial escritor y periodista se sienta en el plató de Periodista Digital para desmenuzar toda la problemática de Cataluña, sin pelos en la lengua, criticando las proclamas independentistas, al tiempo que mostraba su decepción por el caso Pujol.
Igualmente, ha recalcado el papel de los medios de comunicación en la evolución del conflicto catalán en las últimas décadas y ha criticado el modo en que estos se han sometido al poder del dinero, llegando casi al soborno, como explica el autor de forma tajante.
Maragall, Montilla, Carod, Casals, Pujol… ninguno escapa a los dardos verbales de Ramón de España, que se expresa sin tapujos ni reparos opinando de todo aquello que podrá encontrarse en ‘El derecho a delirar’.
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Había pensado que los catalanes éramos un pueblo emprendedor, que hacía las cosas por su cuenta y que no esperaba que le diesen instrucciones. Pero esto ha cambiado desde el pujolismo, nos hemos convertido en una sociedad de funcionarios cuando nunca lo habíamos sido.
Todas las cuestiones patrióticas y sentimentales han acabado consistiendo en una especie de grandes marchas verdes permanentes en las cuales el que se lleva el gato al agua es el que saca a la gente a la calle. De ahí que instituciones particulares, pero muy subvencionadas como la ANC y Omnium sean la fuerza de combate del Gobierno.
Aquel editorial conjunto (sobre el Estatuto catalán) me pareció muy penoso. No me parece que la prensa sea algo que fomente el unitarismo ni sea la voz de su amo.
Los dos principales periódicos de Cataluña, La Vanguardia y El Periódico, tienen una subvención automática por la edición en catalán.
Lo de La Vanguardia es un caso paradigmático, casi de soborno, ha recibido millones de dinero público durante los últimos años.
No se sabe nada. Pepe Antich cayó porque era el soberanista de guardia, pero Pepe también era el que había negociado todo el dinero público. En cuanto al Conde de Godó, durante toda la historia del diario, siempre ha estado con el que mandaba. El Conde, entre perder la protección de la monarquía y perder el dinero de la Generalitat, está fabricando ese híbrido que está haciendo Carol, bajando la carga soberanista, pero conserva una parte para no indisponerse del todo con la fuente de ingresos.
La Vanguardia siempre ha hecho un equilibrio pensando en el que manda y en la propia supervivencia y su posición social de diario de la ciudad.
El Periódico de Cataluña siempre había sido el diario ‘sociata’ por antonomasia y el de las clases populares frente a cierto elitismo de La Vanguardia y El País. Está en un cambio de dirección que no sé a dónde lleva, más allá de conseguir un dinero que le viene muy bien debido al descenso de ventas. Pasó de ser el diario del PSC a una cosa más variada.
También El País ha montado una edición en internet en catalán para acceder a esa entrada de dinero automática.
Una cosa que solo fue a votar el 35% se ha convertido en piedra de toque para todas las reivindicaciones y toda la supuesta incomprensión del Estado.
Maragall ya llegó enfermo al cargo. No estaba fino, y si encima a un hombre que no está fino le pones al lado un cerebro como Carod Rovira solo puedes esperar la catástrofe. Fue el principio del final de la izquierda en Cataluña. No pueden dejarse atrapar por el mensaje patriótico y olvidarse del mensaje social o estar en un Síndrome de Estocolmo permanente pensando que no pueden gobernar porque los otros partidos son más catalanes.
Esto se complementa con la farsa de Montilla, un tipo andaluz que ha decidido que es catalán y acaba montando manifestaciones de las que tiene que salir por patas mientras le gritan charnego de mierda. Cuando ves a Joan Herrera que se supone que es la voz del pueblo ejerciendo de monaguillo de Artur Mas que no deja de ser un burgués de derechas con sus propias preocupaciones te das cuenta de que algo no pita. Cuando ves a los presidentes de los sindicatos haciéndose fotos con Muriel Casals la jefa de Omnium, acabas en un discurso único y en esta especie de patriotismo obligatorio.
En este momento hay muchos convergentes de la primera hornada que se sienten huérfanos. Los que no podíamos soportar a Pujol y su visión de Cataluña o el mundo, al menos queríamos creer que quien trincaba era su mujer o sus hijos; él estaba envuelto en un halo de santidad.
Esto ha hecho mucho daño a sus leales. La respuesta de Junquera fue de traca cuando dijo que la culpa fue del sistema español que fomentaba el caciquismo. Pujol es un ídolo que nos ha estado engañando 30 años. Era el padre de la patria, Papá Pitufo. Y ni siquiera te alegras porque te sientes un borrego que se ha estado tragando el timo más viejo del mundo.
Tanto PSOE como PP se pasaron 30 años tratando a Pujol como un cacique tribal. Y Pujol cometió el error de hacerse independentista a los 80 años por lo que dejó de servirle al Estado. El caso de Mas tiene también un componente psiquiátrico, lo elige a dedo Pujol para guardarle la silla al heredero. Pujol tenía en mente una especie de monarquía norcoreana donde el cargo iba pasando de padres a hijos.
Ahora estamos con este delirio que no se sabe cómo acabará porque son sordos. Ya no es solo lo que diga España sino también la Unión Europea. Y hay una minoría de devotos que aspiran como a la aldea de Asterix, si no nos quieren los europeos aquí estamos nosotros que somos los más grandes.
Me parece frívolo identificarse con los pueblos oprimidos de la Tierra, que existen pero no somos nosotros. Si tú ves cualquier manifestación de la señora Casals, allí no hay obreros, sino clase media que comen seis veces al día. Se disfraza de patriotismo lo que es egoísmo e insolidaridad.
EL AUTOR
Ramón de España Renedo (Barcelona, 1956) es crítico de cómic, música y televisión, además de guionista de cómic y cine y novelista. Ha trabajado para prestigiosos medios como ‘El País’ o ‘El jueves’. Además, dirigió la película ‘Haz conmigo lo que quieras’ por la que fue nominado como mejor director novel en los Premios Goya en 2005. Actualmente colabora en ‘El periódico de Catalunya’ y en la revista ‘Interviú’. Su último libro, ‘El derecho a delirar’, ha sido publicado por la editorial ‘La esfera de los libros’.