Jesús Ceberio se reía de Carlos Cúe y otros comisarios que iban con denuncias anónimas contra mí
Hay domicilios que son la antítesis de la labor de un impersonal decorador de gran superficie o del trabajo de un interiorista con pretensiones. Se trata de viviendas en las que se respira el carácter y las vivencias de sus moradores.
Buen ejemplo de ello es el céntrico piso al que se ha desplazado Periodista Digital para conversar con Hermann Tertsch (Madrid, 1958) con motivo de la publicación de Días de ira (La esfera de los libros, 2015).
El conocido periodista nos atiende en el amplio salón de su casa. Es una estancia con amplias bibliotecas rebosantes de libros antiguos y modernos en varios idiomas, un tesoro bibliográfico escondido en pleno corazón de Madrid.
Junto a los innumerables volúmenes de distintas épocas y muy diversas temáticas, destacan en esas librerías numerosas instantáneas en las que se pueden ver momentos familiares, pero también los encuentros de Tertsch con destacados intelectuales y políticos internacionales del siglo XX, como Simon Peres.
Un único gobernante merece una fotografía en solitario. Se trata un mandatario admirado por el dueño de la casa: Sir Wiston Churchill.
Tertsch heredó, lo cuenta en su libro, de su padre esa admiración por el primer ministro británico que resistió a los nazis y con posteriodidad se hizo merecedor del Nobel de Literatura.
Foto: Miruna Hilcu.
En el salón, luminoso y con una decoración clásica pero en ningún caso rancia, podemos ver enmarcados pergaminos medievales con escritura gótica y también con antiguas partituras.
Un único elemento rompe la decoración: una llamativa silla rosa de plástico rígido junto a un escritorio rebosante de todo tipo de papeles con los que parece estar trabajando el autor. Explica a Periodista Digital el por qué de tan peculiar mueble en ese lugar.
Son muchas las horas que pasa trabajando sobre esa mesa y ha probado muchas sillas con las que poder hacerlo, y esta es la única que le ha dado la comodidad que buscaba.
En Días de ira, Tertsch ofrece una visión personal, muy reflexionada, sobre la actualidad política de España y de Europa en la que no faltan constantes referencias a la historia y las lecciones que de ella se pueden extraer.
En palabra del autor:
«Es este libro una reflexión urgente en tiempos decisivos. Estamos en un momento histórico en el que solo una cosa es previsible: que hechos imprevisibles producirán cambios profundos en nuestra realidad, con grave incidencia en las vidas de todos nosotros. Es un tiempo fascinante y peligroso. Entre amenazas y oportunidades, están en juego nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestra memoria y nuestra civilización»
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA
Yo no mitifico la Transición. Creo que se cometieron errores básicos que hoy en día están muy presentes y que han convertido a España nuevamente en una perfecta anomalía.
La idealización de la república que trajo el 2004 y la oficialización de esta idealización que trajo el zapaterismo nos lleva a la generación de unas camadas rojipardas.
La hegemonía cultural de la izquierda es uno de los pecados de la Transición.
Podemos es una criatura buscada por Zapatero. Ahora mismo él está muy contento con ella y está trabajando mucho para que realmente cristalice la vocación de Frente Popular.
No hay valor para ir hacia una liberalización mayor en Europa.
Había muchos comisarios [políticos de Zapatero] en El País. Carlos Cúe y toda esta gentecilla, que iban y decía que había una denuncia anónima contra mí y ese tipo de cosas. Ceberio se reía de ellos, pero cuando llegó el siguiente director que ya era de otro tipo, Javier Moreno, y con Jiménez las cosas ya eran distintas.
Ellos pensaban que iba a aceptar quedarme como un eunuco dentro de PRISA, con un sueldo de subdirector y con todos mis pluses, pero era una serie de gente que me conocía poco. Y yo me fui.
Foto: Miruna Hilcu.
Jesús Polanco y Pancho Pérez González hicieron un imperio que tenía que haber durado mucho más, pero tuvieron la desgracia de dejarlo en manos de Juan Luis Cebrián. Juan Luis, que era un periodista brillante, con todas sus virtudes para las maniobras, la intriga, la oportunidad y el ventajoso, resulta que sólo ha sido un buen director general para sí mismo.
Rajoy es una indolencia yo creo que dolosa.
Rajoy tiene un desinterés y una falta de empatía por las inquietudes y necesidades de los demás.
Rajoy tiene un absoluto desprecio a la opinión pública y a los grupos humanos afectados por su política.
A El País se le ha salvado de la quiebra efectiva cuidando de la vicepresidenta del Gobierno.
Tenemos cuatro televisiones vomitando agitación contra las instituciones, contra la parte de la sociedad española que no quiere tragar con las ruedas de molino de la izquierda sectaria revanchista de este país.
En España vivimos sobre una inmensa mentira compartida.
En España solo se es libre cuando se pierde el miedo a que te llamen fascista.
Soraya Sáenz de Santamaría hubiera echado el currículum en Ferraz igual que en Génova y no hubiera habido ningún problema.
En la relación de Sáenz de Santamaría con las televisión no hay ideas, sólo vocación de poder.