Stanley Payne: ‘El camino al 18 de julio de 1936’

Como reconoce Stanley Payne, España se había ganado el mote de «el país de las guerras civiles» durante el XIX sin embargo, la paz volvió –siguiendo la tónica de los siglos anteriores– con la Restauración de los Borbones (1874).

Regresó la estabilidad y la modernización. Una Edad de Plata, que trajo un nuevo auge literario y artístico, acompañado por el desarrollo económico y de la aceleración educativa.

La censura quedó diluida casi al completo y las elecciones se acercaron a algo similar a un acto democrático. Además, se evitó el frenazo que hubiera significado la entrada en la Gran Guerra de 1914.

Así, la década de los años veinte tenía al país en la cima de los índices de crecimiento. Los treinta se presagiaban como una de las mejores épocas de la historia para España. Pero no. Aflorarían todas las tensiones, odios e ideologías que paseaban por Europa y a los que se sumarían algunos rasgos propios. Si la dictadura de Primo de Rivera empezó tranquila, terminaría entre convulsiones. En el 31 se inició el único proceso revolucionario de izquierdas en Europa de la época.

Los años de crecimiento habían fomentado la reivindicación de mejoras rápida, pero no se disponía de medios para responder a las demandas hasta un nuevo paso de modernización. Así, republicanos de izquierdas y socialistas trazaron un mandato en el que se silenció a la oposición católica y de derechas, que fue enrareciendo el ambiente año a año, hasta llegar a ese diciembre del 35 en el que se centra Payne y la posterior primavera del 36, en la que las elecciones comenzaron a precipitar los acontecimientos.

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