Pese a su modesta auto calificación como "retazos de una biografía" se trata de una amena visión enciclopédica, monumental, enriquecida con numerosas reproducciones de documentos originales e incluso desplegables con ilustraciones a color
He de confesar que la vida de Cervantes siempre me ha parecido un enigma casi indescifrable. Desde la primera biografía del genio encargada por un lord inglés, ¡Inglés!
¿Por qué inglés? a Gregorio Mayans, quien alabara su estilo pero censurase las inverosimilitudes de la fábula, hasta esta última, la enciclopédica del profesor José Manuel Lucía [La juventud de Cervantes, una vida en construcción (2016) y La madurez de Cervantes (2016), ambos tomos publicados cuidadosamente por EDAF] que hoy tenemos el honor de comentar, intuimos que, pese a los datos e informaciones concretas que se van descubriendo, el fondo del asunto se nos escapa.
Algo no nos termina de encajar entre la genial sublimidad de la obra cervantina, sobre todo en El Quijote o algunas de las Novelas Ejemplares y lo conocido, más o menos aceptado de su formación, cultura, hábitos y peripecias vitales, no muy diferentes de las de otras criaturas más o menos náufragas en un escenario histórico hostil que combinaba grandes penurias y miserias con las mayores grandezas durante un siglo prodigioso pero que para muchos españoles fue también terrible.
No es el único caso. Ahí está el famosísimo de Shakespeare cuya obra en absoluto resulta coherente, ni acaso siquiera posible, con su biografía conocida. Sin embargo, en España, a diferencia de Inglaterra, a nadie se le ha ocurrido achacar la obra cervantina a otros autores o incluso instituciones metafísicas, dotados de buenas bibliotecas o con conocimientos derivados de algunas tradiciones secretas, pero ocultos por diversas razones o conveniencias sociales.
¿Cuándo, cómo, dónde, conoció las antiguas tradiciones y obtuvo Cervantes las ideas neoplatónicas, alquímicas, del ciclo artúrico o del grial, cabalistas, rosacrucianas, que informan y constituyen la arquitectura de El Quijote, sobre todo en la segunda parte?
Sin olvidar la agudeza y actualidad de su pensamiento político. Todo un enigma.
Sí. Sí que lo es, pese a la desacertada opinión de Menéndez y Pelayo en su Historia de las Ideas estéticas en España cuando critica el «fetiquismo cervantista» y considera risible atribuir a Cervantes profundas ideas científicas y estéticas.
Esperamos que el ingente trabajo del profesor Lucía nos aclare en sucesivas entregas, y en la medida de lo posible, quizás buscando fuera de la ortodoxia cervantista oficial, algunas de estas cuestiones tan importantes para conocer el origen y significado de la obra cervantina, que suelen ser relegadas por otros cervantistas que vienen a considerar a Cervantes como un ingenio lego.
Un personaje que escribió El Quijote por casualidad o casi. Porque para muchos lectores, entre los que me incluyo, el mayor interés de la biografía de Cervantes es permitirnos comprender mejor el origen y alcance de su, nuestro, libro sagrado.
MUCHAS INCÓGNITAS
Son muchas las incógnitas. Por ejemplo, explorar nuevas líneas de investigación acerca de las posibles relaciones de Cervantes con personajes heterodoxos, de doble vida, como El Greco e indirectamente con el gran sabio Arias Montano y la Familia Charitatis del impresor Plantino, que tan grande influencia tendrían en los movimientos subterráneos más sugestivos y fructíferos de nuestro Siglo de Oro.
Con figuras de enlace como el párroco de Santo Tomé, que encarga la pintura conmemorativa y figura en El entierro del señor de Orgaz, quien por la misma época en que fue pintado casó a su sobrina Elvira con Gonzalo, sobrino de la mujer de Cervantes.
Averiguar las auténticas relaciones entre El Greco, Cervantes y el simbólico «Cid Hamete Benengeli» no parece que fuese erudición inútil, como la que nuestro genio criticaba en el primo de Basilio, en la medida que pudiera aportar claves para mejor comprender las partes más oscuras de la vida de Cervantes y sobre todo de su obra. Probablemente sus estancias en Toledo puedan resultar especialmente interesantes en este aspecto.
Tampoco lo sea indagar en las relaciones familiares de la abuela paterna, Leonor, con otro Torreblanca cordobés, el jesuita Francisco Torreblanca Villalpando autor de uno de los más importantes tratados de magia, los famosos Epitomes, libro que tantos problemas tuviera con la Inquisición durante la escritura y publicación de las Novelas ejemplares o la segunda parte de El Quijote. Francisco era sobrino de Juan Bautista Villalpando, también jesuita y célebre por sus estudios sobre el simbolismo de El Escorial como nuevo Templo de Salomón. Una cuestión de singular importancia para intentar comprender mejor las bases intelectuales o metafísicas del reinado de Felipe II.
UNA OBRA MONUMENTAL
Los dos tomos a los que ahora he tenido acceso para su lectura se refieren a la juventud de Cervantes y a su etapa de madurez hasta 1604, es decir, en vísperas de la publicación de la primera parte de El Quijote.
Pese a su modesta auto calificación como «retazos de una biografía» se trata de una amena visión enciclopédica, monumental, enriquecida con numerosas reproducciones de documentos originales e incluso desplegables con ilustraciones a color.
Un mosaico complejo que nos muestra no solo lo que conocemos de la vida del autor sino también del marco político, social y cultural por el que discurre, lo que añade especial interés a la obra, que desde luego habrá de incluirse entre las clásicas de referencia.
Una panorámica de costumbres más allá de lo meramente institucional, que nos confirma una vez más que muchos de nuestros males, tales como la corrupción de las instituciones monárquicas o la dificultad para que prospere el mérito frente al favor o la arbitrariedad de los poderosos, poseen carácter endémico entre nosotros no obstante la época histórica de la que hagamos mérito.
Para complementar la información que nos ofrece el Profesor Lucía acerca de la cuna de Cervantes y sus actas bautismales verdaderas o apócrifas, cabría indicar que tales polémicas no sólo fueron comunes durante el siglo XVIII.
Aunque ya sea pleito fallado, y en el fondo no importe demasiado salvo para honrillas locales y reclamo turístico, cuál fuese en verdad la cuna del genio, no dejan de ser una curiosidad interesante las razones del catedrático Dr. Riguera basándose en el análisis de las actas bautismales de Alcalá y Alcázar de San Juan efectuadas por el notario y paleógrafo Góas Pardo con motivo del tercer centenario.
En efecto, según explican, el acta alcalaína de 1547 habla de un «Miguel Carvantes Rodríguez, hijo de Rodrigo de Carvantes y de su muger Doña Leonor Frez Robres, su padre Juan Pardo…»
En cambio, el acta de Alcázar de San Juan dice «en nueve días del mes de Noviembre de mil quinientos y cincuenta y ocho baptizó el Reverendo Señor Alonso Diaz Pajares un hijo de Blas de Cervantes Saavedra y de Catalina Lopez, que le puse nombre Miguel…»
En este acta figura una nota al margen que expresa «este fue el autor de la historia de D. Quixote». Acaso escrita por Nasarre, si el profesor Lucía está en lo cierto.
Esperamos con gran interés la siguiente entrega, la que se refiere a la etapa creadora más decisiva de Cervantes, sin que ojalá ningún inoportuno «Avellaneda» se meta por medio.
La edición de EDAF es más que esmerada, pulquérrima. Un extraordinario y meritorio esfuerzo editorial acorde con la importancia del estudio del Profesor Lucía y del propio biografiado.
* Alfonso De la Vega es autor de Misterios ocultos de El Quijote.