Entrevista exclusiva

Vagamundos; un libro sin importancia que habla de gente que quiere importar

Nuevo libro de Carlos Álvarez Méndez

Sus historias reflejan algunas maneras de experimentar la ilusión de felicidad

BIOGRAFÍA:

(Valencia, 1966). Carlos Álvarez Méndez es licenciado en Arte Dramático por la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Realizó estudios de Música, Canto y de escritura creativa en el Taller Julio Cortázar. Ha sido profesor de voz, canto, verso e interpretación en la escuela de arte dramático del Palacio de Festivales de Cantabria. Ha trabajado como actor en obras de teatro y comedias musicales, y como cantante lírico en recitales y zarzuelas. En la actualidad forma parte del grupo lírico Manuel Quislant. Como escritor ha tocado prácticamente todos los géneros. Ha publicado cientos de artículos y audios de investigación en revistas digitales como «Tenerife week», la obra de teatro La carretera (de la que dijo Ernesto Caballero: «Nos hallamos ante una obra insólita en nuestro panorama teatral»), 12 fábulas contra el Nuevo Orden Mundial, Historias jocoserias, ha participado en la Antología de comedia y del humor, y la obra El envidioso ganó el Accésit del X Premio el Espectáculo teatral.

SINOPSIS:

Vagamundos es un libro sin importancia que habla de gente que quiere importar: de perdedores casi felices y la épica de sus naderías; a veces tiernos y jamás autocompasivos; carentes de una realización personal que no obstante persiguen y si es necesario inventan. Pertenecen al tiempo siempre presente de los anhelos y las desdichas. Sus historias reflejan algunas maneras de experimentar la ilusión de felicidad: desde el amor furtivo y clandestino; como sueño en un hombre sin sueños; o como huida urgente en seres casi infrahumanos. El libro da luz a esos espacios públicos que nadie mira, visibles pero anónimos, y que encarnan el alma inédita de las ciudades.

– ¿Cuándo, dónde y por qué nace este libro?
Nació tras un largo entrenamiento narrativo mientras participaba en las clases del Taller literario «Julio Cortázar». Los proyectos que se interpusieron y también mi afán por dar madurez a las piezas, quizá son las causas por la que he tardado tanto en publicarlo. De entre todos los textos narrativos esbozados entonces más lo que terminé después, elegí estos seis porque los une el sentido del tiítulo del libro: «Vagamundos».

– ¿Es este un libro de esencial lectura?
No, ningún libro es imprescindible, aunque el Arte sí lo sea. Borges recordaba en uno de sus libros la cita de Thomas Carlyle: «Toda obra es deleznable pero su ejecución no lo es». Con el tiempo, los autores son prescindibles pero no, ¡ojalá!, algunas de las historias que crearon. Esperemos que la misericordia del tiempo perdone a algunos de los textos de los muchos que trabaja un escritor a lo largo de su vida.

– ¿Qué espera se quede el lector al terminarlo de leer?
La profunda emoción que se siente cuando una serie de personajes, que bien podríamos ser cualquiera de nosotros, se afanan con tenacidad y vigor en cumplir los sueños e ilusiones que los marcaron, y cómo algunos de ellos, aunque pierdan, no obstante no acaban vencidos. Creo y espero, que de la misma forma que no existe nadie que no se ilusione con algo, así este libro no le sea indiferente a nadie, ya que cada uno de ellos tiene diferentes formas de expresar dicho deseo. Este libro es solo apto para la Humanidad; los alienígenas quedan excluidos.

– ¿Por qué «La Reina de la noche» es un capítulo especialmente interesante para los tinerfeños?
La última historia del libro, que bien podía haber dado título al libro, está inspirada en un personaje de mi juventud en Tenerife, conocido por muchos de mi generación. Me refiero a «Blanca, la heidi», que murió no hace mucho, según creo. Aquella mujer que vagaba las callejuelas y plazoletas, ex rica, lanzando imprecaciones y frases sin sentido aparente, fue un carácter que me marcó. Para mí era un enigma con patas. Yo la situé en Madrid, frente a la obra de Concha Velasco: «Mamá quiero ser artista» (del año 1986, así que poco después cavilé el cuento) creando la historia de una prostituta que vive cerca de su mejor sueño, ser actriz, y sin embargo tan lejos…

– En su opinión; ¿Cómo está la situación de las letras en nuestro país?
Las letras nunca estuvieron bien. Larra, aquélla luminaria romántica que se suicidó con 29 años, exclamó sin optimismo que «escribir en España es morir». Ocurre solo que intervienen nuevas causas a su estancamiento. El intrusismo atroz (todo el mundo escribe hoy en día sin el menor aliento crítico), la identificación de éxito (televisivo sobre todo) con valor literario, la diversidad de distracciones… Antiguamente la literatura sufría de anonimato porque leían pocos a causa del analfabetismo. Ahora, más alfabetizados, sin embargo somos menos exigentes y nos entregamos febrilmente a la pura evasión visual. Somos una sociedad que busca formas cada vez más novedosas o distintas mientras carezcan de sustancia o contenido: esa es su premisa de partida… Desalienta especialmente la hiperabundancia iconográfica de signos e iconos vacíos junto a la desustanciación del lenguaje. Nos dirigimos peligrosamente al monosilabismo y la onomatopeya particular de los simios.

– En su opinión;¿Es lo mismo la literatura y el negocio de la literatura?
Son contradictorios en origen. Se empezó a contar historias en aquellos breves instantes de «ocio», que mediaban entre largas y fatigosas horas de labor, allá por el comienzo de los tiempos… El neg-ocio, como bien sabemos, es lo opuesto al ocio. Hace referencia mercantil a la utilidad, y ya el irrepetible Oscar Wilde nos enseñó que «La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente.Todo arte es completamente inútil».

– En su opinión; ¿Qué efecto han causado las nuevas tecnologías en la literatura?
Como el Dios Jano, actúa o esconde dos caras. Resumiendo: La bendición de Internet ha supuesto para el mundo la aparición, a mi entender, del actor social más importante y extraordinario del siglo pasado. Supone tener todas las bibliotecas a mano y una información gratuita y universal al alcance de la mano. En su reverso, las tecnologías ayudan a «leer información pero no conocimiento». Se añaden formatos nuevos, a veces interesantes, que ayudan sumariamente a la trivialización y la liviandad: ayudan a que se admire más el marco que el contenido, el adorno que la sustancia, el significante que el significado. Abrigo la convicción de que urge «enseñar a leer y entender los diferentes códigos del Arte». Así la mayoría dejará de sentir que el Arte es algo lejano y que pertenece a una extravagante bohemia de corte aristocrático. Las sociedades muelle han pasado sin historia ni recuerdo. La facilidad y la abundancia son enemigas del Arte.

– ¿Dónde podemos conseguir su último libro «Vagamundos»?
A partir del mes de febrero se podrá hacer contactando con la editorial Mundopalabras. Esta forma aún no la tengo confirmada. La forma que por ahora sí es segura es a través de mí. Dirigiéndose con toda confianza a mi mail: [email protected] Yo, le proporcionaré cuantos desee.

– Un deseo para el 2017…
Dos deseos quizá opuestos: uno de viejos y otro filosófico. Parafraseando a las abuelas: «¡Salud siempre y para siempre!»… Por otro lado, el filósofo Nietzsche solía desear a sus amigos, sufrimiento, desprecio, desconfianza, ya que el arte de vivir consiste en sacar provecho a las adversidades. De los abismos emergen las obras maestras de la vida y el Arte. Sin llegar al horror o el dolor insoportable, mis mejores deseos van en este sentido. Desear la paz es de viejos, como desear la guerra es de psicópatas. Seamos pacíficos en la guerra y guerreros en la paz. Seamos razonablemente sanguíneos para así supervivir y, si la Madre Natura así lo desea, dar un salto hacia lo mejor.

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