José Catalán Deus (ex FRAP): "No entiendo cómo todavía hay políticos que creen en la violencia"
José Catalán Deus, crítico de la Guía Cultural de Periodista Digital, acomete una tarea ciclópea: un retrato colectivo de un grupo de personas que hace más de medio siglo inició un peligroso viaje que «visto desde hoy puede parecer demencial, pero que visto entonces parecía heroico».
Un examen de conciencia. Un mea culpa. Un extenso recorrido hilado por el relato de aquellos que combatieron al franquismo con violencia, sangre y muerte.
Todo comenzó con el lanzamiento de ‘La chispa y la pradera’, un documental que Catalán Deus y su hija Eva realizaron sobre el FRAP. Por primera vez muchos de esos protagonistas hablaban delante de una cámara de aquella utopía sangrienta.-Entrevista a José Catalán Deus, director de ‘La chispa y la pradera’. 27-9-2013—
Luego vinieron cinco tomos de más de tres mil páginas editados por Muñoz Moya Editores bajo el título ‘De FRAP a Podemos’, una crónica de 50 años de la izquierda extremista española.
Bajo la mirada de Catalán Deus sus protagonistas no son ni héroes ni viejos revolucionarios. Son un enigma a los que interpela haciéndose las mismas preguntas que se hizo él como antiguo miembro del FRAP a mediados de los setenta: ¿cómo pudimos hacerlo? ¿Tuvo algún sentido? ¿Cómo se llega a este espejismo?
«Los grupos clandestinos se cierran a sí mismos, agudizando sus creencias fanáticas con asesinatos, éramos como una secta», recuerda Catalán Deus de sus tiempos en el FRAP. «Hay que tener mucho cuidado con las causas perdidas».
La chispa no incendió la pradera como pensaba Mao porque el franquismo se hizo el harakiri abriendo las puertas a la Transición democrática. Pero sí dejó muchas vidas, ilusiones y juventudes truncadas en el camino.
Muchos se desengañaron incluso antes de empuñar el fusil como Julio Ferrer Alejandro, que volvió horrorizado de la China de Mao después de un viaje en 1966, una historia que se cuenta en el primer tomo de ‘De FRAP a Podemos’: «Mi impresión, recién salido de la cárcel de Carabanchel, era que estaba de nuevo preso, en una cárcel de lujo, pero preso y desde luego vigilado».
Otros, como el propio Catalán Deus, exiliado dos años la Albania comunista, se dieron cuenta de que el franquismo tenía un apoyo descomunal, se iba a hundir por sí mismo y eso condenaba al FRAP al fracaso. «Cuando Franco murió el 80 por ciento de la población le apoyaba».
Pero mayor decepción fue ver que su libro a quien más incomodaba era a algunos antiguos camaradas, militantes del FRAP que todavía a día de hoy creen que aquella locura de ira y sangre tuvo sentido. Como si se hubieran quedado atrapados en el tiempo. Hoy son sus hijos, enrolados bajo las siglas de Podemos, los que juran venganza.