Otro clavo en el ‘ataud‘ de Pedro Sánchez. Lo martillea este 24 de septiembre de 2018 el periodista Javier Chicote quien revela que el líder del PSOE plagió en su libro, «La nueva diplomacia económica española» (Delta, 2013), un mínimo de 161 líneas que suman 1.651 palabras.
Según un primer análisis de ABC al texto, basado en su tesis doctoral, se trata de párrafos completos sin comillas ni ninguna otra referencia para dar a conocer los documentos originales, que fueron copiados y pegados sin ni siquiera leves paráfrasis.
No sólo eso. El presidente socialista que anda hoy por Nueva York esperando a que le lleguen el tueno d ehablar en la ONU, se desayunará esta mañana con más estacados.
Entre ellos, la noticia de que el ‘negro’ Carlos Ocaña fue el encargado de elaborar la mayor parte de la tesis que él presentó como suya (Cintora enmierda con Casado el debate sobre la tesis de Sánchez e Inda le frena: «Tratas a la gente por gilipollas» ).
El ahora presidente del Gobierno obtuvo su doctorado presentado una tesis que era, en esencia, el libro elaborado por Ocaña y cofirmado unos meses después por ambos (De Prada despedaza la ‘fake tesis’ de Sánchez: «Es un bodrio y un pavoroso engendro escrito por un cantamañanas»).
Pero el disimulo no fue su fuerte: tesis y libro, libro y tesis –básicamente una misma cosa– repitieron hasta los mismos errores de bibliografía, según recogen C. Cuesta, M. Cerdán, S. Sanz y M. A. Ruiz Coll en okdiario.
El apartado de referencias bibliográficas contiene numerosos fallos. Y esos fallos, casualmente, figuran exactamente igual en la tesis de Sánchez y en el libro confirmado por Ocaña y Sánchez (La decadencia de ‘El Cascabel’: dos tertulianos defienden la ‘fake tesis’ de Sánchez ante el vergonzoso silencio de Antonio Jiménez).
La tesis alude en numerosas ocasiones a un autor: Melissen. El libro exactamente igual. Y ambos coinciden en una cuestión más: incluyeron a pie de página la cita, pero se les olvidó recogerlo en las referencias bibliográficas de forma exactamente igual.
Lo mismo pasa con otros dos autores recurrentes en las citas de ambos textos. Los trabajos de Saner y Yiu figuran de nuevo en ambos tomos y para extraer de ellos las mismas citas, pero con un fallo: mencionan su obra seleccionada como procedente de 2001, cuando lo cierto es que ese obra no apareció hasta dos años después: 2003. Y, una vez más, el error es el mismo tanto en la tesis como en el libro.
El mismo texto, los mismos fallos
Es decir, que hasta los errores aparecen en ambos textos porque lo cierto es que no hacía falta copiarlos: eran el mismo texto redactado desde el inicio por quienes se delataron confirmando la obra posterior: Sánchez y Ocaña.
Sánchez ha asegurado que el libro se hizo posteriormente, que lo hizo él en base a la tesis y que incluyó como coautor a Ocaña no se sabe muy bien por qué motivo. Pero si eso fuera verdad ¿cómo es posible que en todo ese tiempo no se revisaran errores de bulto en la bibliografía? ¿Nadie en el tribunal los vio y los delató? ¿Nadie, en el momento de la adaptación al libro, volvió a revisar el texto?
La única explicación posible es que, realmente, procedían ambos textos de un mismo documento. De un mismo archivo, que, simplemente, se copió en uno y otro lado porque era el mismo documento base. Y, por lo tanto, elaborado no sólo simultáneamente, sino que era el mismo. Que sólo es uno. Y siendo así, quiere decir, que la publicación del libro se retrasó sin más motivo que el de distanciarlo de la presentación de la tesis porque, en caso contrario, habría sido demasiado evidente la coincidencia y el hecho de que se presentaba como tesis individual lo que realmente tenía un coautor adicional a Sánchez: Ocaña.
Ocaña no era un cualquiera en cuanto a su capacidad de acceder a textos oficiales. Él era el director de Gabinete de Miguel Sebastián –ministro de Industria–. Y de Industria salieron hasta 44 fuentes documentales que se fusilaron para confeccionar la tesis que el actual presidente del Gobierno presentó para lograr su doctorado.
Porque lo cierto es que se trata de un mismo trabajo en el que la labor de Ocaña fue decisiva porque él, y no Sánchez, era el verdadero conocedor del cometido y desarrollo de la diplomacia económica: la materia sobre la que Sánchez presentó la tesis que realmente había sido hecha por los dos.
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