Motörhead deja su pesada impronta rockera en Rock in Rio

Motörhead deja su pesada impronta rockera en Rock in Rio
. Agencia EFE

El grupo británico Motörhead fue uno de los padrinos del día dedicado al sonido más duro en cualquiera de sus variantes rockeras, en una jornada final de Rock in Río Madrid que podría ser recordada por la actuación del legendario Lemmy Kilmister y su banda.

El líder de Mötorhead protagonizó una de las actuaciones más completas del festival, y se ganó desde un principio a un auditorio entregado que entonó con fiereza «Iron fist», el primer «trallazo» de una de las bandas más potentes de la historia del rock and roll.

«¡Somos Mötorhead y tocamos rock and roll!», saludó Lemmy a miles de fieles.

Y es que desde siempre el músico ha escapado de cualquier otra denominación que no sea esa, aduciendo que ellos existían antes que el Heavy, el Trah Metal o cualquier otro subgénero que beba de la pureza del rock and roll de los setenta.

El carismático líder de Mötorhead se mueve a sus anchas con su bajo, curiosamente un instrumento que pocas veces se ha visto en manos del mentor del grupo. Lemmy no es músico cualquiera porque su aire country y su sombrero vaquero quedan muy lejos del estereotipo heavy del que lleva huyendo toda su vida.

«Motörizer» es el último trabajo de la banda inglesa, un álbum que vio la luz en 2008 y que sigue siendo la bandera que defienden Mötorhead en sus giras y directos por todo el planeta. «Rock out» y «The Thousand Names of God» fueron los temas escogidos por el grupo para mostrar que están bien armados y quieren seguir destrozando tímpanos.

El mural desplegado al fondo del Escenario Mundo recordaba que muy pocas bandas tienen logotipos y diseños tan característicos en sus portadas como los de Mötorhead, autores de una iconografía propia reconocible a primera vista.

«Be my Baby» es otra de las canciones que certifican que se puede ser duro y blando a la vez, una demostración de que Lemmy es dueño de un imaginario donde el bien y el mal no se pueden diferenciar.

Además, los británicos dedicaron buena parte de su actuación a repasar clásicos como «Craddle to the grave», «Metropolis» o «Killed by the death».

Faltó «Orgasmatrón», sin duda otra de las canciones que han forjado el mito de Mötorhead. Parece que este «hit» era el as que reservaba Lemmy para concluir el trío iniciado con «Ace of Spades» y «Overkill», pero no fue así.

Acompañando al carismático fundador de Mötorhead estuvieron Mikki Dee (batería) y Phill Campbell (guitarrista). Su actuación sería de sobresaliente si no fuera porque quedan eclipsados desde el principio por la magnificencia del vocalista y patrón de un barco que lleva más de 30 años capitaneando.

Javier Fernández Jódar

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