Miles de jóvenes declaran una batalla pacífica de ocio y música en el Festival de Benicássim

Miles de jóvenes declaran una batalla pacífica de ocio y música en el Festival de Benicássim

Asistentes a un concierto del Festival Internacional de Benicàssim (FIB) durante la edición del pasado año. EFE

EFE/Archivo

Miles de jóvenes han declarado hoy en el Festival Internacional de Benicássim (FIB) el comienzo de su particular batalla de ocio, música y diversión de cuatro días al son de un centenar de grupos de pop rock y música electrónica dispuesto a llevarles hasta la extenuación.

Como todos los años por estas fechas, y ya van dieciséis, el FIB Heineken ha abierto las puertas de un recinto de conciertos de 130.000 metros cuadrados en el que seguidores de todas las nacionalidades, principalmente británicos, se dispersan hacia los diferentes escenarios dando vida a este ecosistema propio.

Son miles, pero no demasiados, porque a estas horas la asistencia es notablemente inferior a la de ediciones anteriores, en la que se registró una afluencia de 50.000 personas diarias.

Pero hay cosas que no cambian, como el uniforme oficial: bermudas, zapatillas de deporte, gafas de sol estilo «retro», teléfono móvil en el bolsillo, vaso de bebida en la mano y pulsera en la muñeca con el distintivo del festival que les permite franquear sus puertas.

La camiseta ya casi es una anécdota, especialmente a primeras horas, cuando aún azota el calor mediterráneo. Su sustitutivo es el biquini o la piel, enrojecida en muchos casos.

Precisamente el sol, amenazados por nubes lejanas aunque implacable por el momento, es uno de los protagonistas del atardecer y motivo de aglomeración en las zonas de sombra, donde algunos invierten los primeros acordes en una siesta que prolongará su resistencia durante la noche.

Muchos de estos «fibers», como ya se les conoce popularmente desde hace años, llevan aquí desde el comienzo de la semana parapetados en las dos zonas de acampada (una gratuita y otra, con mayores servicios, de pago) que ofrece el FIB Heineken.

Algunos no han concedido tregua alguna a la juerga desde el pasado lunes, su estado les delata, pero la mayoría ha preferido racionalizar esfuerzos y aprovechar el tiempo para ir a la playa y disfrutar de esta comunidad músico-festiva de toldos y tiendas de campaña.

Este es el caso de Laura, una «fiber» de 24 años que ha venido desde Madrid para disfrutar de unos tranquilos días de playa como paso previo a la gran fiesta, aunque, según reconoce, el relax no es una misión fácil dentro del recinto de acampada.

«Todas las noches hay alguien armando ruido o tocando la guitarra y cantando, pero bueno, esto no es un monasterio para la meditación y hay que lidiar con ello», asume en declaraciones a EFE.

Otros, en cambio, han llegado hoy mismo y exhiben sus intenciones de guerra desde el mismo momento en el que los encargados abren las puertas y permiten su paso.

«!Hemos venidos a darlo todo!», grita Pedro, de Cuenca, que lleva una bandera de España pegada al sombrero y canta «yo soy español, español, español», la orgullosa consigna afianzada por la victoria mundial de la selección de fútbol.

No obstante, algunas zonas, como la de las tiendas, reducida a menos de una decena de puestos, presenta un aspecto menos colorido y animado que otros años, en los que constituyó un auténtico mercadillo de ropa discos y recuerdos.

Toda esta ya costumbrista escena ha sido aderezada en esta ocasión por vertiginosas atracciones de feria, propia de los grandes parques de ocio, repartidas por el recinto, en las que aprecian colas y se escuchan fuertes gritos.

A las seis de la tarde, el grupo Puggy ha dado el pistoletazo de salida musical en el escenario Fiberfib. Para más delante quedan Kasabian, Charlotte Gainsbourg, Love of Lesbian, Vampire Weekend, Julian Casablancas, The Prodigy y Gorillaz, entre otros muchos artistas que conforman un completo cartel, aunque menor que los anteriores.

La pacífica lucha, en la que nunca se registran mayores incidentes que los sufridos por el cuerpo a consecuencia del exceso, ha estallado ya en los cuatros escenarios y no cesará hasta la madrugada del lunes, cuando el sol muestre la bandera blanca.

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