La alpinista Edurne Pasaban ha recibido este martes en Vitoria el Premio Vasco Universal 2010, en reconocimiento a su labor llevando el nombre de Euskadi «por todo el plantea» con unos valores de «disciplina, perseverancia y pasión» que, en opinión del jurado, la han hecho ser un «ejemplo de superación y constancia».
El acto se ha desarrollado en la sede de Lehendakaritza en la capital alavesa, a partir de las siete de la tarde, presidido por el lehendakari, Patxi López, y el presidente de Caja Laboral, Txomin García Hernández.
Tras recibir el galardón, Pasaban ha dado las gracias al jurado que la ha elegido y ha señalado que la perseverancia y la constancia ha sido uno de los valores que le inculcaron sus padres, para añadir que intenta hacer las cosas «con pasión», lo que el permite enfrentarse «a la vida, a los retos y a los sueños».
Por su parte, el lehendakari ha destacado que Edurne Pasaban «traspasa las fronteras geográficas, escala los techos más altos y supera sus propios límites físicos y mentales, hasta superar metas que desconocía» y conquistando metas en un sitio, como la montaña, tradicional feudo masculino, «lo que hace que su hazaña adquiera especial valor, superando la frontera a favor de la igualdad».
El galardón, que cumple su decimocuarta edición, se puso en marcha en 1996 por parte del Gobierno vasco y Caja Laboral para distinguir a las personas, asociaciones, organismos o instituciones que, en el desarrollo de su actividad personal o profesional, han contribuido a proyectar una imagen positiva de lo vasco en el exterior.
También han recibido este reconocimiento, en sus anteriores ediciones, Javier Aguirresarobe y Mikel Urmeneta (2009), Juan María Arzak (2008), el Museo Guggenheim de Bilbao (2007), la Editorial Auñamendi (2006), Joaquín Achucarro (2005), Joane Somarriba (2004), Ainhoa Arteta y Martin Ugalde (2003), Xabier de Irala (2002), Pablo Mandazen ‘Hermano Ginés’ (2001), Juan Oiartzabal y Jon Sobrino (2000), Pedro Miguel Etxenike (1999), el Orfeón Donostiarra y Jorge Oteiza (1998), y Monseñor Laboa y Eduardo Chillida (1997).
