Hacer olvidar a los madrileños la crisis y las preocupaciones es el objetivo que durante hora y media se ha marcado Carlinhos Brown, y a tenor de la entusiasta reacción del público, lo ha conseguido, con su estimulante recital de samba-reggae y música popular brasileña en Los Veranos de la Villa.
«Vosotros no estáis en crisis», ha declarado el artista en el escenario Puerta del Ángel ante las casi 1.000 personas congregadas, y ha afirmado que la verdadera crisis es aquella que «impide sonreir y abrazar a los tuyos». En este sentido, ha asegurado que Madrid superará los problemas gracias «al amor que demuestra su gente».
Ataviado con una estética a medio camino entre Elvis Prestley y un cowboy, y llevando a cabo unos bailes que recordaban inevitablemente a Michael Jackson, el artista ha decidido empezar de manera sobria y suave, en lo que ha supuesto la calma que precede a la tempestad.
Así, ha roto el hielo con un tema relajado para bailar en pareja, como es «Romantico Ambiente» -extraído de su reciente disco «Diminuto»-, el cual ha enlazado con «Argila», para continuar después con una inédita versión samba de «Quanto ao tiempo», canción que compuso para Iverte Sangalo y que ha interpretado en portugués e inglés.
Tras este regalo que ha hecho a los madrileños, la calma ha llegado a su fin y la tempestad se ha desatado definitivamente con la celebradísima y marchosa «Carlito Marron», una de las canciones que le otorgó la fama internacional y para la cual ha sacado a relucir su guitarra eléctrica.
Gracias a temas como este, «Selva branca», «Magalenha» o su hit «A namorada», a cada cual más festivo que el anterior y en los que ha ido intercambiando toda clase de instrumentos, el brasileño ha convertido el recinto en un pequeño pero incombustible carnaval, donde no ha dejado de mostrar su agradecimiento a los presentes.
Brown, como una dinamo inagotable de optimismo, ha sabido trasladar en todo momento su energía positiva a un público que no ha parado de bailar y de seguir a rajatabla todas las órdenes que este agitador de masas le ha impuesto y para quien, como ha señalado, es imprescindible que los espectadores participen siempre de la fiesta.
Así, la gente se ha movido al antojo del músico, y ha dado palmas, saltado, recorrido el foso y los patios de butacas de izquierda a derecha e incluso ha participado en una improvisada batucada con sus bocas y manos, en uno de los momentos más destacados del concierto.
Igualmente, este artista al que es imposible imaginar triste y cuyos ritmos levantarían a un muerto, ha sabido ganarse a los espectadores con sus palabras de elogio para Madrid, ciudad que le ha «sorprendido por su belleza» tras la larga temporada de obras, y es que, como ha señalado, «todo progreso tiene su precio».
La fiesta ha continuado con temas tan destacados como «Frases ventias», «Mariacaipirinha» -donde el público ha estallado de júbilo- o «Garoa», hasta llegar a una emotiva «Meia Lua Inteira», que este virtuoso de la percusión, al son de esa guitarra primigenia de una sola cuerda que es el berimbau, ha dedicado a Caetano Veloso.
Quizá se le pueda achacar que el desenlace, con su interpretación del tema «Ararinha» -que compuso para la película «Rio»- y un meritorio solo de timbal, no ha estado a la altura del resto del concierto, pero para ese momento la gente estaba tan agotada -en el buen sentido-, que no ha habido ganas ni tiempo para quejarse.
