Banda neoyorquina The Strokes estalla en el Festival de Benicássim

Banda neoyorquina The Strokes estalla en el Festival de Benicássim
. EFE/Archivo

La banda neoyorquina The Strokes ha sellado esta noche un pacto sobre sus discrepancias musicales y digresiones para estallar en un incontestable concierto de rock que ha devuelto el esplendor al Festival Internacional de Benicàssim (FIB).

Julian Casablancas, Albert Hammond y el resto del quinteto han olvidado sus carreras en solitario, algo que no lograron durante la grabación de su último y reciente disco, «Angles», y se han reencontrado con el sonido que les catapultó desde su garaje hacia el resto del mundo.

Música directa, precipitada y sin artificios; la mejor versión de este grupo estadounidense a través de una concatenación de singles diseñada para que hasta los temas más indefendibles de su último trabajo pasaran desapercibidos -o incluso sonaran bien- ante un aforo de más de más de 45.000 personas.

Desde «New York city cops», primera advertencia de un vocalista enfundado en cuero, hasta «Last night», «12:15» o su primer éxito «Is this it» (2001), The Strokes ha optimizado todo el peso de su música para inscribir un nueva reseña en este festival, del que se han despedido con su particular declaración de intenciones: «Take it or leave it».

Antes que ellos, y con un resultado diametralmente opuesto, llegó el sonido del desierto de Nevada con Brandon Flowers y su notable talento para manejar colectivos predispuestos, pero la introspección de su aventura en solitario, «Flamingo», chocó con una audiencia menor de lo esperado y apenas se sostuvo durante una hora de concierto.

Anestesia inicial durante tres minutos de su primera canción, «On the floor», a voz y guitarra acústica, y después todos a bailar con «Crossfire» y a imaginar que la actriz Charlize Theron nos rescata de la peor situación ideada por Hollywood -como narra el vídeo de este tema-.

Sin embargo, con ello dijo adiós al único single reconocible de su álbum. Por mucho que se empeñe, su música y su inconfundible voz están irremediablemente asociados a The Killers, y a ellos tuvo que ceder para solventar el sopor de un listado, que a pesar de algunas canciones dignas («Magdalena» o «Wellcome to the fabulous Las Vegas»), quizá sea más apreciado en otros espacios.

Esto es el FIB, y aquí, a partir de cierta hora y con ciertos grupos, se reclama un baile sin concesiones intelectuales, justo el que se desató con los mayores éxitos de su banda. Sólo dos, «Read my mind» y una remezcla tecno de «Mr. Brightside» con el que cerró el show, aunque suficientes para enmendar una frágil actuación.

Al igual que ayer, el fuego del escenario Maravillas lo ha encendido un grupo español, los bilbaínos Atom Rhumba, que han debutado en el FIB de la mejor forma posible con su álbum «Gargantuan Melee», un espasmódico recital de rock and roll repleto de gritos, riffs guitarreros y mucha pose.

En el lado opuesto, The Paris Riots, ganadores en 2009 del concurso «Road to Benicàssim», han regresado al festival para suavizar la tarde con sus melodías de pop distorsionado, muy cercanas a los primeros discos de Radiohead. Quilates de buena música en el escenario más modesto.

Sin embargo, la sorpresa, por ser unos desconocidos en este universo anglófilo y porque su nombre suena a otra cosa distinta a lo que realmente hacen, ha llegado con Nudozurdo y un intenso ejercicio instrumental capaz de completar el espectro sonoro con canciones como «Mil espejos».

La elegancia y el sonido casi elitista de «Elbow», con su himno «One day like this», han redondeado una brillante jornada de esta batalla de música y baile que se encamina hacia su segundo amanecer.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído