Cassandra Wilson se impone a la lluvia en una intensa y magnífica jornada

Cassandra Wilson se impone a la lluvia en una intensa y magnífica jornada

La cantante estadounidense, Cassandra Wilson, durante su actuación hoy en la 46 edición del Festival de Jazz de San Sebastián. EFE

EFE/Archivo

Otra intensísima jornada en el Festival de Jazz de San Sebastián, en la que la voz de Cassandra Wilson ha dulcificado el mal tiempo y la japonesa Hiromi ha entusiasmado. La guinda la ha puesto esa exquisitez del saxofonista Jan Garbarek llamada «Oficcium».

La lluvia que se había contenido desde la Jazz Band Ball inaugural se ha resarcido hoy, en un día otoñal que se ha visto recompensado por un magnífico programa, con propuestas heterogéneas que han hecho de esta penúltima jornada una de las más atractivas del 46 Heineken Jazzaldia.

La plaza de Trinidad ha congregado a un público uniformado a la fuerza con las fundas de plástico que reparte la organización cuando aparece la lluvia y que, pese a ésta, ha disfrutado de una fantástica velada que cerraba Cassandra Wilson pasada la medianoche.

Maravillosa la cantante estadounidense, delicioso el repertorio elegido para su concierto, en el que han hecho un gran trabajo Gregoire Maret con la armónica y Marvin Sewell a la guitarra.

Su voz, con ese manejo de los tonos graves, se ha calentado con «Lay Lady Lay» para seguir con «The man in love», «40 days, 40 nights» y «Red guitar», que ha interpretado con la guitarra, roja por supuesto.

Al «Black bird» de John Lennon y Paul McCartney le ha seguido un extraordinario «Pony Blues» y a éste la bella y sugerente «Harvest moon». Con el clásico popular americano «St. James Infirmary» se ha despedido, aunque ha vuelto para interpretar una canción africana en los bises.

La cantante y su grupo han sufrido alguna ráfaga de lluvia, pero ni mucho menos lo que el público. En la actuación anterior, el contrabajista Avishai Cohen supo apreciar el gesto de la empapada audiencia y prometió, a cambio, su mejor concierto.

Delicadas y sentidas interpretaciones las del israelí, que cantó precioso tema sefardí y una emocionante versión de «Alfonsina y el mar».

Jan Garbarek fue el relevo de Wilson en la iglesia del Museo de San Telmo, que se ha estrenado como escenario del Jazzaldia con la actuación del noruego, que junto a The Hillliard Ensemble ha presentado ese proyecto conjunto que es «Officium Novum».

Ha sido la bellísima aproximación de un jazzista a la música religiosa, un camino que Garbarek ya había explorado con el primer «Officium» y que hoy ha desarrollado en un ambiente de absoluto silencio.

Como monjes que abandonan el convento, el saxofonista y las voces del grupo se han despedido caminando entre el público sin dejar de tocar y cantar hasta desaparecer detrás de una puerta del templo.

La tarde la abría en el Kursaal una joven japonesa que el pasado año en la Trinidad integró el cuarteto del bajista Stanley Clarke. Era su primera visita a San Sebastián y logró que la audiencia no apartara la vista de sus acometidas al piano.

Su nombre, Hiromi Uheara, revelación ya en muchos escenarios, se ha presentado esta tarde al frente de The Trio Project, con el bajista Anthony Jackson y el batería Simon Phillips en buena conjunción.

«Voice», el tema que da título al disco del trío, arrancaba una actuación apabullante y arrolladora de principio a fin, de ritmo frenético, trepidante, sobre el teclado.

Sólo con «Pathetique», su reiterpertación de la Sonata número 8 de Beethoven, ha dado tregua al huracán sonoro y ha asomado su formación clásica.

«Dançando no paraiso» y «Summer Rain» son temas que ha intercalado con otros de su disco «Voice», como los estupendos «Now Or Never» y «Labyrinth», una ardua labor que le ha valido bravos y grandes aplausos.

La lluvia ha obligado a suspender a las siete de la tarde las actuaciones previstas en dos de los espacios de las terrazas del Kursaal, pero no así las programadas en el Escenerio Verde, donde puntualmente a las doce y media de la noche iniciaba su concierto Jackson Brown para un público, que, por empeño o romanticismo, le seguía desde la arena de la playa.

Ana Burgueño

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