El narrador cae pocas veces en ese desprecio a la inteligencia infantil en que caen la mayor parte de los espectáculos para niños
El Teatro Real presenta en su ciclo infantil de esta temporada este cuento musical ruso en una versión ya clásica de las producciones educativas para niños, la realizada en 1997 por Enrique Lanz para su compañía de títeres Etcétera. Narración, música, plástica y dramaturgia se unen en un espectáculo sencillo y completo, de buen gusto y duración adecuada, efectivamente didáctico y apenas ñoño. Muchos méritos cuando es tan bajo el nivel general del género infantil, que muchos confunden con paternalista y malucho.
En la gran sala del Teatro Real donde se representan las óperas, niños y adultos se sientan frente a una gran orquesta de más de 40 integrantes, todos jóvenes, y esa oportunidad de ver de cerca uno de los mayores inventos de la civilización occidental ya justificaría la asistencia. Pero es que la compañía Etcétera crea una bonita escenografía de delicadas marionetas que lleva casi dos mil representaciones en quince años y obtuvo el premio al mejor espectáculo infantil nacional en Teatralia,1999.
Tras la orquesta, que ocupa el primer plano, y con un lenguaje visual claro y directo, -como dibujos de niños sobre una gran pizarra-, las originales marionetas interactúan con la orquesta y el narrador que se mantiene en un tono bastante digno cayendo pocas veces en ese desprecio a la inteligencia infantil en que caen la mayor parte de los espectáculos dedicados a los niños.
Y es que cuando tenía alrededor de cuarenta años, en 1935, Prokófiev volvió a su país natal, Rusia, después de haber pasado veinte años dando vueltas por Europa y América. Ya por entonces era un pianista famoso y un compositor muy completo, es decir, sabía hacer muchas cosas con la música y, encima, las hacía muy bien. Y una de las primeras obras que compuso nada más llegar a su tierra (1935) fue Pedro y el Lobo. Ya antes ya había compuesto otras y después nunca abandonó al público infantil, siendo casi una docena sus obras en este difícil género.
Junto a Natalia Satz, que dirigía el «Teatro Infantil Central de Moscú», después de darle varias vueltas, llegaron a la conclusión de que lo mejor sería empezar a escribir un cuento donde cada uno de los personajes estuviera representado por un instrumento de la orquesta y un tema musical, de tal manera que, cada vez que saliera una melodía o un instrumento se identificara con su personaje correspondiente. La música tendría que actuar como si pintara a los personajes por medio de los instrumentos, eligiendo los más apropiados para cada caso. Por
ejemplo: es más fácil imaginar para el canto de un pato el sonido de un oboe que el de unos timbales, más indicados para describir los disparos de los cazadores. Con respecto a los protagonistas, cada uno sería un símbolo: el abuelo sería la
autoridad; el niño, el arrojo y la irreflexión frente al peligro; el pájaro, el héroe; el pato, el burgués cobarde; el lobo, el perverso y maligno enemigo; los cazadores representarían la fuerza del mundo adulto, que, aunque bien armado, es bastante incapaz; etc… El resultado no pudo ser mejor. En el tiempo récord de dos semanas Prokófiev tuvo lista la obra, que estrenó con enorme éxito en un concierto sinfónico para niños la Filarmónica de Moscú el 2 de Mayo de 1936.
Enrique Lanz explica que Prokófiev partió de un sencillo cuento para llevar hasta los niños toda la complejidad de la orquesta, creando una pieza musical imprescindible para la iniciación de los futuros aficionados. En Pedro y el lobo se suceden en muy poco tiempo diferentes momentos dramáticos, que van desde el
suspense al humor, representados por unos personajes claramente reconocibles por su diferente color musical. La sencillez del cuento, los marcados momentos dramáticos y los colores muy definidos son el punto de partida para crear una puesta en escena de la máxima ingenuidad, que subraya con eficacia y nitidez lo que el texto y la música nos cuentan.
Una buena dirección artística que engarza todos los elementos y consigue coherencia sin aburrimiento. Una buena dirección musical que hace de la Orquesta Escuela de la Sinfónica de Madrid un conjunto eficaz, sin fallos, y que incluso actúan destacando la intervención de los instrumentistas protagonistas al principio, la divertida huida en grupo ante el lobo, y el grupo de chelos y contrabajos escondiéndose tras sus instrumentos. Un correcto presentador que va cogiendo ritmo a lo largo de la representación, y en fin una obra que debía formar parte del currículo de todos los colegios del país para acercar la música clásica a los niños.
Etcétera ya presentó en octubre pasado, abriendo la temporad ainfantil, La caja de los juguetes, a partir de músicas de Claude Debussy.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Dirección artística: 7
Dirección musical: 7
Marionetas: 7
Orquesta: 7
Narrador: 7
Realización: 8
Producción: 8
TEATRO REAL
El teatro de los niños 2011/12 – Programa pedagógico
Pedro y el lobo, de Serguéi Prokófiev
Cuento musical para narrador y orquesta, op. 67
Espectáculo musical con narrador y teatro de títeres
Director musical: José Antonio Montaño
Director de escena, títeres y escenografía: Enrique Lanz
Presentador: Fernando Palacios
Títeres: Compañía Etcétera
Orquesta Escuela de la Orquesta Sinfónica de Madrid