Cada vez más cerca de la dirección del Teatro Real cuando Gérard Mortier termine en 2016
Buscando Plácido Domingo un personaje que se sumara a las decenas y decenas que ha interpretado en su gigantesca carrera profesional, adaptándose a la evolución de su voz y a su edad, ha contribuido decisivamente a la resurrección de ‘Cyrano de Bergerac’ en su versión francesa, una ópera estrenada en la Roma mussoliniana de 1936, que ha estado muy relegada hasta ahora. Plácido es este personaje y esta ópera es Plácido. Un portento a sus años, que son 70, y después de superar un grave contratiempo de salud. Junto a él, Ainhoa Arteta y Ángel Ódena, mientras Pedro Halfter dirigía la orquesta. Cuarteto de españoles para una trasnochada exaltación francesa.
La “commedia eroica” Cyrano de Bergerac es un último vestigio del verismo con aportaciones del impresionismo francés y algo de atonalismo a lo Stravinsky. Su autor, Franco Alfano (1875-1954), compuso el final de Turandot, que Puccini al morir había dejado inacabada, e intentó una carrera operística sin demasiado éxito. Esta ópera se basa en la comedia que Edmond Rostand publicara en 1897. Un valiente soldado y eficiente poeta ve truncada su aspiración amorosa por lo feo que es (esa famosa nariz épica). La mujer de sus sueños, su bella prima, suspira por un guapo galán, cuya torpeza de palabra y comportamiento está a punto de acabar con la relación antes de que Cyrano se ofrezca a prestarle sus dotes literarios en la conquista de la dama. Con la buena planta del pretendiente y la excelente prosa de Cyrano se construye un personaje ideal cuya boda con Roxane se interrumpe por ser obligado a marchar a la guerra con los españoles. En ella muere, y Cyrano no será capaz de contar la verdad a Roxane durante los largos años posteriores en que mantienen una estrecha relación de amistad. La verdad sólo será descubierta cuando Cyrano muera en los brazos de su imposible amada.
Antes que Plácido Domingo descubriera el libreto y se empeñara en la tarea, a Cyrano le habían cantado tras muchos años de silencio en Kiel en 2002 Roman Sadnik, y en Montpellier en 2003 Roberto Alagna. Pero el crescendo definitivo se debe al tenor español, que es la séptima vez que interpreta el personaje desde que lo estrenó en 2005 en el Metropolitan de Nueva York. Lo ha llevado a La Scala de Milán y al Covent Garden. En 2009 lo hizo en París con esta misma producción y con Ainhoa Arteta. Allí le vio Mortier y allí acordaron esta visita.
La partitura de Alfano es un trabajo confuso entre una inclinación personal por el pasado verista y los nuevos aires de la época. Ya era un tanto decadente cuando se estrenó. En nuestros días, cuando impera el eclecticismo más total, se aprecian en especial las partes melódicas -como la del balcón en la tercera escena o la agonía final del protagonista-, y los coros de gascones del tercer acto, sus secuencias más clasiconas. En cambio, resultan especialmente áridas las intervenciones ‘atonales’ de los personajes masculinos secundarios. El libreto es bastante cursi e improbable y finalmente construye un protagonista difícil de entender e interpretar, un matón cohibido, un rufián acomplejado, un personaje arrogante y compasivo que se humilla ante su rival amatorio hasta extremos inconcebibles.
La dirección musical de Pedro Halffter fue bien notable. De meteórica y envidiada carrera (actualmente compagina la dirección del Teatro de la Maestranza, de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y de la Oquesta Filarmónica de Gran Canaria), dejó clara su especial afinidad con el repertorio de la primera mitad del siglo XX ante una partitura brillante a veces, confusa a ratos, con momentos oscuros e inspiradas intervenciones solistas.
Esa contradicción inherente a la obra se plasmó especialmente en la propuesta escenográfica de Petrika Ionesco, cuyas cualidades naturalistas son sin duda apreciables, que planteó un escenario cien por cien realista e historicista, muy a contramano de las tendencias dominantes en la actualidad. Compleja y rebosante de detalles en el primer acto, -original representación del escenario de un teatro-, manifiestamente caótica en el asador-pastelería del acto segundo, notable en el campo de batalla del tercer acto y ya más reposada y conveniente en el acto final, en los jardines de la abadía donde Roxane se ha encerrado para siempre, bajo un árbol absolutamente irreal que rompe con el tono restante.
Son tantos los recursos humanos puestos en juego, -junto al coro evolucionan danzantes aéreos, una docena de espadachines, y otros tantos personajes de la representación dentro de la representación- que en algunos momentos la situación parece descontrolada. Innegable la sugestión de estos retablos de época, pero inevitable el cierto manierismo que termina produciendo. Mención especial a la figurinista Lili Kendaka que ha elaborado todo un museo del traje de época para esta obra: soldados, mosqueteros, criaturas mitológicas, monjas, cocineros… un despliegue desbordante, aunque Plácido Domingo no salga muy beneficiado y a veces resulte un poco ridículo.
En cuanto a las voces, hubo en el intermedio clamor favorable: por fin se volvía a oír ópera tras los recientes experimentos, por fin había cantantes en el escenario del Real como en los viejos tiempos. Aunque Plácido es adorado sin reservas, es de justicia insistir no obstante en que demostró absoluto dominio. Lógicamente ni hizo piruetas ni atronó los cielos. Cantó bien e interpretó regular el complejo personaje, un papel ideal para tenor lírico ‘spinto’. A su éxito se sumó el enorme de Ainhoa Arteta, que da un gran paso en su carrera, y los de Ángel Ódena como el duque petrimetre y Michael Fabiano como el novio resultón. Junto al cuarteto protagonista, buena presencia del resto del reparto.
La ópera tiene momentos destacables. En el segundo acto, la escena con Roxane de “Le soir descend…” rebosa inspiración, y a partir del solo de violonchelo (“Je vous aime…”) se hace cada vez más cautivadora, hasta parecerle a los entendidos el último gran dúo de amor de la ópera italiana. En el tercer acto, el solo de flauta acentúa la nostalgia con aires de Wagner, y la gran escena de Roxane goza de gran intensidad. En el cuarto acto, la flauta y el arpa juegan un papel fundamental. La lectura de la carta “Roxane! Adieu!”, con el contrapunto de un solo de clarinete es una de las grandes escenas de muerte de la ópera, nada ampulosa y por ello emocionante.
‘Cyrano de Bergerac’ no está entre lo mejor del género. Pero Plácido Domingo la convirtió en el corazón y el alma de esta agitada temporada. Y así cada vez esta más cerca lo que parece ‘cantado’: su jubilación en la dirección artística del Teatro Real cuando Gérard Mortier termine su contrato en 2016.
‘Iphigénie en Tauride’, anterior presencia de Plácido Domingo en el Teatro Real
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Libreto: 6
Partitura: 7
Dirección musical: 7
Dirección artística: 6
Voces e Interpretación: 7
Producción: 6
TEATRO REAL
‘Cyrano de Bergerac’
Franco Alfano (1875-1954)
Ópera en cuatro actos y cinco cuadros
Libreto de Henri Cain, basado en el drama
heroico homónimo de Edmond Rostand
Nueva producción del Teatro Real procedente del Théâtre du Châtelet de París
10, 13, 16, 19, 22 de mayo de 2012
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical, Pedro Halffter
Director de escena, escenógrafo e iluminador, Petrika Ionesco
Figurinista, Lili Kendaka
Director del coro, Andrés Máspero
REPARTO
Cyrano, Plácido Domingo
Roxane, Ainhoa Arteta
De Guiche, Ángel Ódena
Christian, Michael Fabiano
Carbon/El vizconde de Valvert, Franco Pomponi
Ragueneau, Laurent Alvaro
Le Bret, Christian Helmer
La dueña/Soeur Marthe, Doris Lamprecht
Lise/Una monja, Cristina Toledo
El oficial español/El cocinero, David Rubiera
Lignière/El mosquetero, Valeriano Lanchas
Primer centinela, Nauzet Valerón
Segundo centinela, Antonio Magno
Montfleury, Gérard Boucaron
Coro Titular del Teatro Real
(Coro Intermezzo)
Orquesta Titular del Teatro Real
(Orquesta Sinfónica de Madrid)
DURACIÓN APROXIMADA
Actos I y II: 1 hora y 15 min.
Pausa de 25 min.
Actos III y IV: 55 min.
La función del día 19 de mayo será retransmitida en directo por Radio Clásica, de Radio Nacional de España.