Un montaje estupendo pero que abunda en el tópico que deberíamos superar un día de estos
Dos de las mejores creaciones musicales de Manuel de Falla -un ballet para orquesta y mezzosoprano y un drama lírico en dos actos- unidos por un alemán amante de España en un espectáculo que ha recorrido numerosos escenarios europeos en quince años, inaugura la temporada en el Teatro de la Zarzuela.
Este tópico para centroeuropeos fue y es una escueta, cuidada y precisa producción artística de enorme gusto y calidad que nunca se había visto en España. Descansa en una iluminación extraordinaria y parte de dos grandes partituras, ‘El amor brujo’ y ‘La vida breve’.
Es un espectáculo convincente pero a estas alturas hubiera necesitado retoques formales que huyeran de la españolada y resituaran música y danza con algún distanciamiento del flamenco típico.
Herbert Wernicke ha sido un importante director escénico que introdujo novedades consistentes en el montaje de las óperas tradicionales. Le gustaba España y siempre que podía aquí se refugiaba. En el año 2000 se encargó del estreno de Don Quijote de Cristóbal Halffter en el Teatro Real.
Al parecer tramaba un programa doble con La revoltosa y La verbena de la Paloma, ambientado en los tiempos actuales, cuando le sorprendió la muerte en 2002, con sólo 56 años de edad. Su ¡Ay, amor! quiso reflejar las esencias españoles, y naturalmente está repleto de flamenco, con unos toques de la fiesta de los toros, las procesiones de semana santa, mucho sol y bastante drama.
Demasiado para un español que quiere disfrutar del vino de siempre en odres nuevos y que considera que va siendo hora de bailar El amor brujo en clave de danza contemporánea y que a La vida breve le sobran faralaes para llegarnos más cerca.
Sin embargo, es tan refinada la puesta en escena que perdonas las posturas del torero pinturero, los dejes dialectales de sobra, tanto gitano y tanto tipismo trasnochado. La estética de Julio Romero de Torres merece un remozado.
Por eso dudamos a la hora de valorar la iniciativa de recuperar este montaje. Es más que bueno pero resulta anacrónico en muchos aspectos, aunque haya que destacar el buen trabajo del equipo técnico. Y por encima de todo, lo realmente deslumbrante de la propuesta, la iluminación de Hermann Münzer.
No encontramos nada destacable en la coreografía de Natalia Ferrándiz, ni en la ejecución de la misma que ella misma baila. Está muy bien la cantaora Esperanza Fernández pero nos suena todo previsible.
Si en el patio donde se celebra la boda del segundo acto de La vida breve se hubiera suprimido el reiterativo cuadro flamenco y abundado en la estética que presentan los invitados, hubiera resultado impactante.
En resumen, El amor brujo es un ballet, -¡reiteramos!-, un encadenado de cortas melodías todas brillantísimas, una pieza comparable a La consagración de la primavera de Igor Stranviski, estrenada en París en el Théâtre des Champs-Élysées el 29 de mayo de 1913, paralela y no posterior, puesto que son estrictamente contemporáneas, es más, El amor brujo se había estrenado antes, el 1 de abril de 1913.
Ambos compositores estaban en el mismo camino innovador, y si el uno tuvo mucho más suerte y aceptación que el otro se debió a razones coyunturales del todo evidentes que no vamos a analizar ahora para no entristecernos. La consagración de la primavera cayó del lado de la modernidad y ha servido para forjar la irrupción de la danza contemporánea. El amor brujo quedó presa del tipismo folclórico y así ha seguido hasta nuestros días. La producción de Wernicke abunda en ello y es muy conservador en este capítulo.
En cuanto a La vida breve es una extraña ópera corta, en la que Falla no pudo o supo aunar a su esmerado tratamiento orquestal una mayor participación vocal.
Se queda corta y no sólo en extensión para poder haber volado más alto y está esperando todavía ese impulso etéreo que la saque de su ostracismo. Wernicke tampoco supo o pudo hacerlo.
Entonces, vayamos a lo más importante, la música. Afortunadamente en este capítulo sólo podemos formalizar parabienes. Los catorce instrumentistas de la Orquesta de la Comunidad de Madrid -de los que no se ha facilitado la relación como si fueran menos importantes que los figurantes, de los que sí se facilitan los nombres- bajo la batuta del director musical Juanjo Mena, actual director titular de la Filarmónica de la BBC, ofrecieron una memorable interpretación de El amor brujo, que elevó la música de Falla a donde le corresponde.
No hemos podido averiguar si esa misma formación de 14 integrantes se mantuvo en La vida breve, pero sí podemos decir que la orquesta sonó incluso mejor y que el director Mena merece todo el prestigio de que ya goza, incrementado este año con su protagonismo en los ‘Proms’ de Londres.
En El amor brujo, el único personaje, Candelas, la gitana desairada, es interpretado por la cantaora Esperanza Fernández en puro jondo. Ya hemos dicho que aunque la pieza se subtitula ‘Gitanerías’ ha llegado el momento de interpretarla por payos y sin quejíos. En La vida breve, en el reparto que nos tocó en suerte, las sopranos Lola Casariego y Milagros Martín hacen papeles pensados para mezzos, y cumplen perfectamente su cometido.
Son papeles muy austeros, sin florituras, de los que salen bien paradas tanto en la parte vocal como en la interpretativa. El tenor José Ferrero y el bajo Enrique Baquerizo les dan réplica en el cuarteto de protagonistas. Son la buena de Salud, el malo de Paco, la abuela temerosa y el tío amargado por la injusticia que empuña unh azadón toda la obra pero que no lo usará. En algunos momentos, la orquesta ocultó intervenciones vocales de Casariego y Ferrero pero en general todo funcionó correctamente. Mejores ellas que ellos. Para acentuar el contenido ‘andalú’ se ha añadido al final de esta pieza la ‘Nana de Sevilla’ extraída del repertorio de los cantos populares de Federico García Lorca.
Hubo una primera versión de El amor brujo fabricada a mayor gloria de Pastora Imperio. En 1925, Falla la transformó en un ballet para orquesta sinfónica, una de sus obras más importantes, con tres canciones cortas para mezzo-soprano. El libreto fue escrito por María de la O Lejárraga García aunque siempre se atribuyó a su marido, Gregorio Martínez Sierra. La música contiene momentos de gran belleza y originalidad, e incluye las famosas Danza ritual del fuego, la Canción del fuego fatuo y Danza del terror.
Falla compuso La vida breve en 1905 para un concurso de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, mientras se preparaba también para una competencia de piano. Obtuvo el primer premio en ambos certámenes. Desde ese momento la ópera sufrió diversas reformas. No pudiendo encontrar teatro en su país para presentar la obra, el estreno se realizó en Francia en 1913. Esta ópera rara vez se representa en la actualidad; en las estadísticas de ‘Operabase’ no aparece entre las óperas representadas en el período 2005-2010. Los coros, danzas e interludios musicales son las piezas más logradas de la obra. El libreto, basado en un poema de Fernández Shaw, fue escrito por este a petición del compositor.
¿Qué se nos queda en cartera? Paolo Pinamonti, responsable del Teatro de la Zarzuela, dice que la elección de este título para inaugurar su primera temporada al frente de este espacio escénico, era rendir homenaje al «gran director de escena» que fue Wernicke. «España se convirtió en su segundo hogar y sabía establecer un diálogo entre los textos del pasado y nuestra contemporaneidad». Bien está, pero mejor habría estado repasar su montaje para ojos españoles cultivados y exigentes que abominan del tipismo y el tópico.
Juanjo Mena dice claramente: «Estoy aquí sobre todo por tratarse de Falla, por el que siento un amor inconmensurable». Buscar el «rigor» que exigía este compositor ha sido el objetivo de Mena en su trabajo con los cuerpos estables del Teatro. Y lo ha conseguido. Felicitaciones. Según ha explicado Wendelin Lang, realizador de la dirección, el «marco conceptual» de esta producción no ha variado desde 1995. Sin embargo, la personalidad de los distintos intérpretes que han ido protagonizándolo ha dado lugar a «diversos cambios formales»: lástima de no haber ido más lejos.
Ya en diciembre de 2010, Gérard Mortier, programó el montaje de Herbert Wernicke de Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa), de Richard Strauss (ver nuestro comentario de entonces), en lugar del de Cristof Loy contratado por la anterior dirección. Las estrechas relaciones entre ambos en Bruselas durante años cimentaron la carrera del alemán, auténtico objeto de adoración por parte del belga. Nos pareció un montaje algo anticuado y confuso.
El Teatro de la Zarzuela ha programado una serie de actos complementarios: una exposición en torno a Julio Romero de Torres en la escenografía de Wernicke que acogerá la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; otra muestra documental sobre Falla en el ambigú del Teatro; y conciertos con Miguel Poveda y Tomatito respectivamente en este mismo escenario.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 7
Libretos: 6
Partituras: 8
Dirección musical: 8
Dirección artística: 7
Voces: 7
Interpretación: 8
Escenografía: 7
Orquesta: 7
Coros: 7
Realización: 7
Producción: 7
TEATRO DE LA ZARZUELA
¡Ay, amor!
Música de Manuel de Falla
-El amor brujo
Gitanería en un acto y dos cuadros de Gregorio Martínez Sierra
Estrenada en el Teatro Lara de Madrid, el 15 de abril de 1915
-La vida breve
Drama lírico en dos actos y cuatro cuadros de Carlos Fernández Shaw
Estrenado en el Casino Municipal de Niza, el 1 de abril de 1913
10, 12, 14, 17, 19 y 20 de octubre de 2012
A las 20:00 horas. Domingos, a las 18:00 horas
Duración aproximada: 2 horas y 10 minutos
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro
Coro del Teatro de La Zarzuela Director: Antonio Fauró
Dirección musical: Juanjo Mena (21, 22, 23 de septiembre y 3, 5, 6, 7 de octubre) / Guillermo García Calvo (27, 28, 29, 30 de septiembre y 10, 12, 14, 17, 19 y 20 de octubre)
Dirección de escena, escenografía y vestuario: Herbert Wernicke †
Realización de la dirección: Wendelin Lang
Coreografía: Natalia Ferrándiz
Revisión de vestuario: Karin Van den Broeck
Ayudante de dirección: Simon Breden
Iluminación: Hermann Münzer
Producción del Théâtre La Monnaie / De Munt de Bruselas y del Theater Basel de Basilea (1995)
El amor brujo
Candelas [bailaora], Natalia Ferrándiz
Candelas [cantaora], Esperanza Fernández
La vida breve
Salud: Lola Casariego (21, 23, 28, 30 de septiembre y 5, 7, 10, 17, 19 de octubre), María Rodríguez (22, 27, 29 de septiembre y 3, 6, 12, 14, 20 de octubre)
La abuela, Milagros Martín
Carmela, Ruth Iniesta
Vendedora primera, Milagros Poblador
Vendedora segunda, Mª Elena García
Vendedora tercera, Julia Arellano
Paco, José Ferrero (21, 23, 27, 28, 29, 30 de septiembre y 3, 6, 7, 10 de octubre), Andrés Veramendi (22 de septiembre y 5, 12, 14, 17, 19 y 20 de octubre)
El Tío Sarvaor, Enrique Baquerizo
El Cantaor, José Ángel Carmona
Manuel, Josep-Miquel Ramón
Una voz en la fragua, Gustavo Peña
La voz de un vendedor, Ignacio del Castillo
Una voz lejana, Javier Ferrer
Guitarristas: Vicente Coves, José Mª Molero, Pepe Núñez
Bailarines :Rodrigo Alonso, Bruno Argenta, Fermín Calvo, Olga Castro, Marina Claudio, Nella González, Pedro Navarro y Rosa Zaragoza.