Tonos barrocos entre lo humano y lo divino

Recordando a Juan Hidalgo en el Teatro de la Zarzuela

Tonos barrocos entre lo humano y lo divino
De lo humano y lo divino, Juan Hidalgo en La Zarzuela

El desconocido Juan Hidalgo fue un gran compositor madrileño de cuyo nacimiento se cumplen cuatro siglos. El contratenor y director musical Carlos Mena le recuerda y celebra con el espectáculo ‘De lo humano y lo divino’, una excelente producción del Teatro de la Zarzuela, un imprescindible redescubrimiento, un portalón ancho y hermoso al teatro musical barroco español, cuya resurrección ha comenzado con el siglo XXIy nos aportará grandes hallazgos.

Este espectáculo del que desgraciadamente hoy terminan sus únicas cinco funciones, merece ser reseñado positivamente por muchos motivos. Por su loable objetivo, por su buena factura y por su gran aportación. La idea de Mena es una creación escénica a partir del engarce y contrapunto de una serie de composiciones de Hidalgo con las que se compone un continuum musical en el que se alternan piezas profanas y religiosas. Son interpretadas con instrumentos originales por el conjunto Capilla Santa María, creado y dirigido por él en la catedral de Vitoria desde 2009, especializado en música histórica y de ya amplio prestigio. El conjunto instrumental acude en una vistosa formación compuesta de violín, violone de gamba, cémbalo, órgano positivo, archilaúd, guitarra barroca, tiorba y percusión.

En la interpretación vocal, el contratenor Carlos Mena -valorado internacionalmente como intérpete de música antigua- es acompañado por la joven soprano Alicia Amo y el consolidado barítono José Antonio López. Se alternan y a veces se complementan en una interpretación notable también actoralmente.

La dirección escénica de Joan Anton Rechi (que acaba de estrenar un “Werther”, de Massenet, en la Ópera de Dusseldorf) aporta una escenografía basada en la animación de un retablo de la época, en el que los distintos personajes se hacen de carne y hueso, cantan, tocan y actúan, cambian los ropajes de entonces por otros de ahora hasta llegar a la vestimenta de etiqueta, y evolucionan en el escenario siempre de forma pausada y repetitiva, captando la esencia coreográfica de la música de Hidalgo, tan cercana a las corrientes minimalistas de nuestra época en un bucle cultural de varios siglos que resucita al barroco convertido en muy contemporáneo.

El espectáculo se abre majestuosamente pues con ese gigantesco retablo que el teatro no se molesta en explicar de donde procede, en forma de proyección vídeográfica de gran realismo, que va tomando cuerpo en un andamiaje de barras metálicas de varios pisos de altura en cuyos habitáculos se encarnan quince humanos bellamente vestidos, los ocho músicos, los tres cantantes y tres actores cuyas evoluciones acompañan el desarrollo de la acción.

Hidalgo representa el origen de la ópera española de la mano de Calderón de la Barca, con esa celebrada ‘Celos aun del aire matan’, estrenada en 1660 y recuperada en 1982 en Buenos Aires y en 2000 en el Teatro Real de Madrid. Pero se le conocen también una veintena de obras pastoriles, mitológicas, zarzuelas y óperas, unas cuantas de ellas en colaboración con Calderón. Por no hablar de su producción religiosa perdida en gran parte, en la que destaca una Misa Requiem con la que se ha recordado recientemente a El Greco en la Catedral de Toledo-.

Las piezas de este espectáculo se denominaban en su tiempo, -la segunda mitad del siglo XVII-, ‘tonos’. Tanto en su dimensión de inspiración religiosa (tono divino) o siguiendo la idea del “romance nuevo” (tono humano), los ‘tonos’ son piezas musicales de gran fuerza y expresividad comprimidas a veces en unas pocas frases. A tal respecto, Carlos Mena dice: ‘Me decidí a reunir un ramillete de ‘tonos’ de Hidalgo con el objetivo de mostrar un trazo musical definido. Quería el arte de Hidalgo en su propia esencia, sin verse atado al desarrollo de una de sus obra dramatúrgicamente concebidas’. Así, “De lo humano y lo divino” es un conjunto de piezas cortas que persigue poner de manifiesto la alta carga expresiva y dramática de su música, acompañada y completada por obras de otros autores de aquella época (Gaspar Sanz, Santiago de Murcia, Antonio Martín i Coll, Francisco Guerau, Domenico Mazzocchi y otros autores anónimos) con especial atención a partituras escritas para tecla y guitarra porque, afirma Mena, «es la literatura instrumental más rica y variada con la que contamos en el siglo XVII hispánico».

El Amor se presenta como exaltación al mismo tiempo del amor humano y de la naturaleza del Hombre o de la Mujer, y de otra parte del amor divino a Dios y de la Religión. Estos dos planos unas veces se separan y otras muchas se unen y confunden de forma voluntaria. Y polémica. El director de escena Joan Antón Rechi hace uso y abuso de símbolos religiosos católicos, y comienza el espectáculo distribuyendo la comunión al resto de los participantes. Veremos un Cristo coronado de espinas o una Virgen inmaculada trasmutarse en cantantes, que se travestirán de devotas parroquianas y protagonizarán alegorías sobre la muerte con un catafalco en escena donde se introduce la soprano y sobre el cual finalmente se servirá una última cena.

Fueron sobre todo estos últimos escarceos coreógraficos los que excitaron, en la sesión del viernes a la que asistimos, notables protestas del público que en número aproximado a una veintena de personas, abandonó sus localidades en dos sucesivas oleadas de disgusto. Estamos ante el mismo fenómeno de provocación-reacción que sazonó la estancia del fallecido Mortier en el Teatro Real, y que ahora su responsable Paolo Pinamonti parece importar al Teatro de la Zarzuela por los mismos motivos y con idénticos resultados: que se hable de mí aunque sea mal, y que vengan los ‘jóvenos’ aunque sea a rastras de tuiters.

No compartimos el procedimiento; pero tampoco tiene importancia. Ciertamente hubieramos preferido que en esta presentación de la música de Hidalgo se hubiera elegido ilustrarnos en cómo se concebían y se veían entonces este tipo de espectáculos. Hacer trepar por el andamiaje a la soprano en paños menores ni quita ni añade. Ni oculta los grandes figurines del montaje

Lo importante es que Juan Hidalgo consolidó un estilo vocal en lengua castellana para una voz sola, de complicada estructura formal y rítmica, aplicable tanto en iglesias como en escenarios de aquella villa y corte de Madrid, que no olvidemos era el centro del mundo por entonces. Puro virtuosismo: de textos, de melodías, de imbricación entre ambos componentes, bien resuelto en este-ambicioso por el objetivo, modesto por el presupuesto- proyecto que los abonados de La Zarzuela no supieron entender, dando al final grandes muestras de rechazo y abandonando muchos la sala airadamente. Hasta un espectador se fue silbando. Cosas veredes.

El Teatro de la Zarzuela finaliza con este título las producciones líricas de la presente temporada. Una temporada en ascenso, juzgamos; de renovación que no debiera torcerse con provocaciones absurdas. Un final «dzogchen», reposado y meditativo, elegante y refinado, de los que necesitan aquellos que piensan que todo es azucarillos y aguardiente. Como repite el estribillo del más pegadizo de estos ‘tonos’, ¡Rompecábalas, Amor!.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Dirección musical: 8
Dirección artística: 7
Música: 8
Voces: 7
Interpretación: 7
Escenografía: 8
Realización: 8
Producción: 8
Programa de mano: 6
Documentación a los medios: 5

 
Teatro de la Zarzuela
‘De lo humano… Y lo divino’
Homenaje a Juan Hidalgo
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela

Idea original y dirección musical Carlos Mena
Dirección de escena Joan Antón Rechi
Capilla Santa María

Alicia Amo, soprano
Carlos Mena, contratenor
José Antonio López, barítono

Escenografía Alfons Flores
Figurines Mercè Paloma
Iluminación Santiago Mañasco
Ayudante de escenografía Isabel Velasco 
Ayudante de vestuario Núria Cardoner
Asesora filológica y preparación de textos Lola Pons Rodríguez

14, 15, 16, 17 y 18 de mayo  de 2014 20:00 horas (domingos, a las 18:00 horas)
Duración aproximada: 1 horas y 30 minutos (sin descanso).

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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