Con su madre delicada de salud y con la incógnita de si los suyos pagarán sus deudas

El ‘infierno’ de Isabel Pantoja: Soledad, insomnio, miedo, incertidumbre y amargura

Encerrada a cal y canto en su finca de «Cantora» desde que asimiló que su ingreso en prisión

El 28 de noviembre tenía programado un concierto en el Barclaycard Center (Palacio de Deportes) de Madrid, pero su carrera artística quedará congelada

Lo cuenta Beatriz Cortazar en el diario ABC, este martes 4 de noviembre de 2014.

Encerrada a cal y canto en su finca de «Cantora» desde que asimiló que su ingreso en prisión era más real de lo que sus asesores legales le aseguraban -en concreto, cuando el pasado 23 de octubre depositó 100.000 euros del 1.147.000 euros de multa-, a Isabel Pantoja solo le queda el consuelo de su gente (su madre, doña Ana, y sus amigos más íntimos) para apurar sus últimos días en libertad.

En esa propiedad que el fallecido Francisco Rivera «Paquirri» dejó en herencia a su hijo, Kiko Rivera (en su día acordó darle a su madre el 51 por ciento de la misma), es donde Isabel pasó el luto tras enviudar del torero en 1984.

Y donde hace poco más de un año derramó muchas lágrimas al saber que su hija Chabelita, por entonces menor de edad, iba a convertirla en abuela.

Allí vive desde entonces y de allí saldrá en cuestión de días para su ingreso en prisión. Nadie duda que tendrá que acatar la sentencia de dos años de cárcel (además de la ya mencionada multa), a pesar del escrito de súplica que ayer mismo redactaban sus abogados tras conocer la decisión del juez de Audiencia Provincial de Málaga de aceptar los argumentos de la Fiscalía Anticorrupción.

Fue uno de sus representantes, José Ángel Galán Cáceres, quien ayer por la mañana le comunicó por teléfono el auto.

Aunque en un principio dijo que Isabel había recibido la noticia con serenidad, horas más tarde cambió su versión: Pantoja estaba desolada y no entendía por qué se había convertido en el chivo expiatorio.

Las deudas crecen

El panorama que la tonadillera tiene por delante es de lo más angustioso. Si Isabel soñó que junto a Julián Muñoz colgaría definitivamente la bata de cola, hoy le quita el sueño pensar cómo los suyos podrán salir adelante con ella a la sombra.

Ahogada entre las hipotecas de sus propiedades y los embargos de Hacienda (en concreto, no puede vender su residencia de «La Moraleja» pese a que tiene comprador), y sin los ingresos de sus conciertos, en su casa nadie podrá pagar unas deudas que inevitablemente irán a más. Hay que vender todo, contar con liquidez y pagar lo que le ha marcado el juez. Hay que hacerlo rápidamente, y lo tiene difícil.

Pero el dinero no es su única preocupación. Para ella, separarse de su madre es una pesadilla, y más ahora cuando la anciana tiene problemas de salud. Jamás se perdonaría que le pueda ocurrir algo a doña Ana estando ella entre rejas. Tan protegida la tiene, que hasta hace muy pocos días no le había explicado la gravedad de la situación y la posibilidad de que acabara en la cárcel.

Y ahí no acaba todo. Isabel ha dado orden a sus abogados para que sigan peleando en los juzgados por la custodia de sus nietos: el niño del Kiko, frente a Jessica Bueno; y el bebé de Chabelita, quien empezó a librar su batalla en los juzgados contra Alberto Isla el pasado 24 de octubre.

Asímismo, continuará adelante con los contenciosos que mantiene contra algunas productoras y cadenas de televisión. En concreto, esta misma semana ha comenzado el pleito contra Telecinco por la serie «Mi gitana».

Sin descanso

Debilitada tanto física como anímicamente, la cantante apenas es una sombra de lo que fue. Los nervios le afectan al estómago y no puede dormir.

Muy pocos son los que tienen acceso directo a ella, los que pueden traspasar la barrera de seguridad que ha levantado su hermano Agustín, la persona que más influye en sus decisiones.

A finales de mes saldrá al mercado su último disco, que hace unos meses grabó en México con Juan Gabriel. El 28 de noviembre tenía programado un concierto en el Barclaycard Center (Palacio de Deportes) de Madrid. Pero su carrera artística quedará congelada.

Ahora le espera unos meses sin libertad y una soledad que nunca ha sentido. Su salida de «Cantora» promete ser un espectáculo.

 

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