Stabat Mater en la Catedral

El Teatro Real se traslada a Toledo con la celebrada incursión de Rossini en la música religiosa

Stabat Mater en la Catedral
Stabat Mater - Catedral de Toledo

El Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real clausuraron ayer la cuarta edición del Festival de Música El Greco, con este clásico a medio camino entre lo religioso y lo mundano que algunos consideran algo así como una ópera mariana. La batuta de Ivor Bolton abundó en lo solemne, los solistas cumplieron y la velada hubiera colmado las expectativas de no mediar problemas organizativos.

El Stabat Mater (Estaba de pie la Madre, en latín) es una breve composición para canto gregoriano, atribuida al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Se la data en el siglo XIII. Comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa (De pie la Madre sufriendo) y refleja el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo. Es una de las composiciones literarias a la que más se le ha puesto música; cerca de 200 compositores diferentes, de distintas épocas, géneros, estilos y visión musical. Las versiones más interpretadas son las de Giovanni Battista Pergolesi y Gioachino Rossini, pero también destacan entre otras la de Da Palestrina, Boccherini, Haydn, Scarlatti, Vivaldi, Liszt, Dvořák, Verdi, Poulenc, Penderecki o Arvo Pärt.

En su viaje a Madrid en 1831, Gioachino Rossini recibió el encargo de componer un “Stabat Mater” del archidiácono Manuel Fernández Varela, persona de gran influencia en España, que acababa de escuchar emocionado “El barbero de Sevilla” dirigido por el propio compositor. El  encargo se saldó con el regalo de la partitura con la condición de no venderla nunca y el estreno fue en la iglesia del Convento de San Felipe del Real de Madrid, el Viernes Santo de 1833. Los herederos de Varela no cumplieron dicha palabra y Rossini recuperó la partitura posterioremente para modificar partes que había delegado en un músico amigo, y se estrenó así de nuevo en 1842.

De España era su primera mujer y musa, la célebre cantante Isabella Colbran, y vino acompañado del banquero Alejandro Aguado, recibido con todos los honores y contó con la presencia del rey Fernando VII en su actuación. Rossini rondaba los 40 años y había abandonado ya, de manera definitiva y sorprendente, su brillante carrera como compositor operístico. La crisis en su matrimonio era cada vez más acuciante y comenzaba a padecer los estados depresivos que le acompañarían cíclicamente hasta el final de sus días.

Se trata de un Stabat Mater de gran teatralidad. El carácter pasional y arrebatado de la obra otorga un sentimiento terrenal al dolor de la Virgen, que mimetiza fácilmente con las emociones del público, atrapándolo con melodías seductoras, modulaciones sorprendentes y una orquestación efectista y brillante, cuya teatralidad acerca lo divino a lo humano. Está dividida en diez partes y viene a durar una hora. Desafortunadamente, el programa de mano no incluía el texto de la composición.

Ivor Bolton, el director musical del Teatro Real -que ya dirigió en 2014 el Requiem de Mozart, en la catedral toledana-, imprimió a la pieza gran solemnidad, y la orquesta sonó poderosa en la Catedral, así como el Coro, que además dotó a sus intervenciones de ternura y sentimiento. La soprano Eleonora Buratto ­-que será Micaëla en la Carmen que se estrena el 11 de octubre en el Teatro Real-, comenzó impresionando, para desdibujarse un tanto en su aria ‘Inflammatus et accensus’; la mezzosoprano Silvia Tro Santafé -que está interpretando actualmente el papel de Cecilio en uno de los dos repartos de Lucio Silla-, fue a nuestro juicio la mejor del conjunto y su Cavatina algo extraordinario; el tenor Michele Angelini, desplegó una voz melodiosa pero que quedaba casi inaudible en la mayor parte de sus intervenciones, mientras el bajo Roberto Tagliavini, -que participará en Aida y Lucia de Lammermoor en esta temporada- brilló en su aria introductoria y mantuvo una correcta presencia hasta el final. Todos son considerados competentes cantantes rossinianos, pero probablemente la de anoche no estará entre sus mejores comparecencias salvo en el caso de la mezzo valenciana que debutó en 1992 en el festival rossiniano de Pesaro.
 
El Stabat Mater de Rossini es la quinta gran obra coral-sinfónica que el Teatro Real lleva a la Catedral de Toledo, después del Requiem de Verdi y el Requiem de Mozart (ambos en 2014), la Novena Sinfonía de Beethoven (2015) y la Segunda Sinfonía de Mahler (2016).

El Jueves Santo del pasado abril pudimos asistir en la Semana de Música Religiosa de Cuenca a otra audición de este espectacular poema litúrgico a cargo de un formidable elenco de unos 120 intérpretes de la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE dirigidos por Miguel Ángel Gómez Martínez, en una versión algo envarada a nuestros oidos, demasiado académica, en la que no hubo espacio para la emoción y menos para la conmoción ante el drama (ver nuestra reseña).
 
En el evento de ayer el Teatro Real contó con la colaboración especial de RENFE, que programó un tren especial para trasladar al público de Madrid. Los Amigos del Real organizaron muy bien los preparativos, pero el concierto comenzó veinte minutos tarde y nadie avisó al nutrido grupo que retornaba a la capital de que el tren retrasaba en consecuencia su salida, con lo cual en Toledo todavía deben estar comentando el espectáculo de decenas y decenas de espantados visitantes atravesando la ciudad corriendo y temiendo no llegar a tiempo a la estación.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Música: 8
Dirección: 7
Intérpretes: 7
Orquesta: 7
Coro: 8
Entorno: 9
Programa de mano: 6

Catedral de Toledo
Stabat mater de Rossini
Orquesta y Coro del Teatro Real de Madrid
24 de septiembre de 2017
A las 20:00 horas

Soprano: Eleonora Buratto
Mezzosoprano: Silvia Tro Santafé
Tenor: Michele Angelini
Bajo: Roberto Tagliavini
Director de orquesta: Ivor Bolton.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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