Tristán e Isolda, bailando a Wagner

Joëlle Bouvier y el Ballet del Gran Teatro de Ginebra humanizan la divina partitura

Tristán e Isolda, bailando a Wagner
Tristan et Isolde - Ballet du Grand Théâtre de Genève

Tristán e Isolda – Salue pour moi le monde!’ es la segunda colaboración de Joëlle Bouvier con el Ballet del Gran Teatro de Ginebra. y visitó Madrid En Danza en dos únicas sesiones. Un espectáculo realmente único, excepcional, histórico e inolvidable. Nunca la ópera de Richard Wagner estuvo mejor acompañada. Nunca la danza clásica se transmutó en actual con tanto acierto. Pocas veces una coreografía argumental es tan extensa y al mismo tiempo tan variada y coherente.

‘Para ilustrar este drama épico, he pensado en una escenografía simple, en la que una escalera de caracol evoca una nave o un castillo, y una cuerda simboliza el filtro que une irremediablemente a los amantes. Unas simples planchas de madera recuerdan el bosque, un muro o una habitación; y las grandes telas azules, tornasoladas y en movimiento, son evocadoras de las olas en el mar… Elementos escénicos todos ellos que sugieren más de lo que muestran’, nos dice Jöelle Bouvier, una verdaderta artista capaz de articular una coreografia a la altura del Tristán e Isolda de Richard Wagner, quizás la página más exelsa de toda la historia del género operístico cuando se escucha en ese extracto fusionado del principio y el final que tantos y tantos conciertos protagoniza por el mundo.

Después de haber abordado Roméo et Juliette, esta coreógrafa ha emprendido una de las tareras más difíciles que pueda haber en danza con este impresionante Tristan & Isolde. Salue pour moi le monde ! (Saluda al mundo de mi parte), la frase que Isolda dice a su doncella Brangäne cuando decide beber tras Tristán el filtro mágico que matará a ambos. Pero no es su muerte lo que les causa el bebedizo sino otro veneno también devastador para el corazón humano, un conmovedor enamoramiento. Coreografiar esta gigantesca -en todos los sentidos- partitura es un desafío pues su música no se presta fácilmente. Y sin embargo, Bouvier lo ha conseguido plenamente, llegando a la excelencia por la brevedad, subiendo a lo excelso por la escalera de la sobriedad, trasmutando los pasos clásicos del ballet en movimientos actuales, y adaptando la fantasmagórica trama a escenas pausibles. Lo divino se hace humano y habita entre nosotros.

El Ballet du Gran Thèâtre de Genève ya pasó el año pasado por San Sebastián y Santander con este montaje  estrenado en mayo de 2015 con el que Bouvier pretende ‘explorar el terreno de los grandes mitos con una suerte de sublimación del romanticismo expresado con el lenguaje del cuerpo’, y esa tarea sin duda han sido de enorme ayuda sus dos asistentes españoles, Rafael Pardillo y Emilio Urbina, que ya bailaron en 2012 en este mismo escenario y dentro del Festival Madrid en Danza, a las órdenes de Carmen Werner para celebrar los 25 años de su compañía Provisional Danza con bailarines que como ambos salieron de ella. Hay que celebrar al unísono el entramado donde se apoya la creación de este trío, porque tanto la dramaturgia de Daniel Dollé y la escenografía de Émilie Roy, como el vestuario de Sophie Hampe y la iluminación de Renaud Lagier, consiguen la emocionante y original atmósfera precisa.

El cuerpo de baile despliega una precisión y sensibilidad extraordinaria tanto en sus pasos conjuntos como en esos movimientos a ras de suelo en que semejan originales elementos, animalescas expresiones de una naturaleza salvaje. Armando Gonzalez Besa (el Rey Mark) y Sara Shigenari (el testigo) completan a la preja protagonista admirablemente, y el francés Geoffrey Van Dyck y la australiana Madeline Wong son unos absolutamente maravillosos Tristán e Isolda. Ella ya estuvo en la compañía entre 2006 y 2013, y volvió en 2015, y él ha llegado hace cuatro años. La tarea que realiza especialmente Van Dyck es de las más exigentes y esforzadas que uno ha visto a lo largo de muchos años, necesitada de una expresividad corporal y una técnica de baile a la máxima altura. Es un extraordinario bailarín, con una resistencia indoblegable y una presencia equilibrada, lejos del maruseo y del machoteo imperantes por uno y otro costado en el baile masculino.

En 1962 el Grand Théâtre de Genève decidió formar una compañía de ballet permanente con dos coreografías nuevas cada año. Su reputación con este espectáculo va a multiplicarse. Han estado en Barcelona a primeros de noviembre con su Romeo y Julieta lo que quiere decir que mantienen dos espectáculos simultáneos en gira internacional. Pas mal!

De su paso por Madrid, sólo lamentar la ausencia de información detallada, ni siquiera precisan la versión musical utilizada, ni explican las razones de la selección ni detallan las partes de la partitura seleccionada, así como tampoco la estructura de la coreografía en sus sucesivos cuadros, las razones de la misma y sus momentos más importantes. Naturalmente que se abre con el Preludio y  se cierra con ese magistral “Liebestod”, que mejor que traducirse como ‘muerte de amor’ como se suele hacer, debiera orientartse hacia transformación espiritual, elevación trascendente, o sinónimos parecidos.

La edición de Madrid en Danza de este año se justificaría con esta presencia de por sí sola. Una absoluta maravilla. Si le suma el paso de Los ballets C de la B (ver nuestra reseña) y lo que nos deparen Chevi Muraday y LosDedae, tendremos el podio al completo.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 10
Coreografía: 9
Ejecución: 9
Escenografía: 7
Producción: 9
Programa de mano: 5
Documentación: n/h

Festival Madrid en Danza
Teatros del Canal
Tristán e Isolda. Salue pour moi le monde!
BALLET DU GRAND THÉÂTRE DE GENÈVE
Estreno en la Comunidad de Madrid
29 y 30 de noviembre (20.30h)
Duración: 1h 25min.

Género: Contemporáneo
Estreno en la Comunidad de Madrid
País: Suiza
Ciudad: Ginebra
Duración: 85 min
      
Coreografía: Joëlle Bouvier
Dirección: Philippe Cohen.
Asistentes coreográficos: Rafael Pardillo y Emilio Urbina
Inspirado en Tristan und Isolde de Richard Wagner
Dramaturgia: Daniel Dollé
Escenografía: Émilie Roy
Vestuario: Sophie Hampe
Iluminación: Renaud Lagier

Intérpretes:    
Madeline Wong (Isolda),
Geoffrey Van Dyck (Tristán),
Armando Gonzalez Besa (el Rey Mark),
Sara Shigenari (el testigo),
Y Yumi Aizawa, Céline Allain, Louise Bille, Ornella Capece, Diana Duarte, Léa Mercurol, Tiffany Pacheco, Mohana Rapin, Lysandra Van Heesewijk, Valentino Bertolini, Natan Bouzy, Zachary Clark, Xavier Juyon, Juan Pérez, Simone Repele, Sasha Riva y Nahuel Vega.

Director General:                Tobias Richter
Director del ballet:                 Philippe Cohen
Adjunto al director y Regidor de escena:     Vitorio Casarin
Coordinadora administrativa:             Emilie Schaffter
Maestros de ballet:                 Grant Aris y Grégory Deltenre
Pianista:                     Serafina Demianova
Director técnico:                 Philippe Duvauchelle
Regidor de luces:                 Arnaud Viala
Regidora de escenario:                 Valérie Oberson
Sonido:                     Benjamin Vicq
Sastra:                     France Durel

Espectáculo premiado por la crítica francesa a la mejor coreografía de 2015
Producción del Ballet du Grand Théâtre de Genève con la ayuda de Pro Helvetia.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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