Ese acicalamiento de jefe de funeraria en quiebra, ponen de manifiesto que Sánchez no tiene respuestas para la crisis

Gobierno PSOE-Podemos y el rap del coronavirus: «Si la culpa no era mía…»

El vídeo, con la música de fondo de ese pegadizo himno moderno feminista que repite una y otra vez «si la culpa no era mía ni donde estaba ni cómo vestía… ¿de quién es?‘, es casi cruel.

Despiadado, pero no muy alejado de la realidad, porque en esta inmensa tragedia del coronavirus que arrasa España, una de las notas más destacadas es que Pedro Sánchez y sus 22 ministros actuan, hablan y se mueven como si no tuvieran la mínima responsabilidad en haber convertido a nuestro país en líder funenario mundial, con más muertos por millón de habitantes que cualquier otra nación del Planeta Tierra.

Ni asumen la responsabilidad de haber instado a la gente a acudir en masa con riesgo alto de contagiarse a las manifestaciones del 8M, ni responden por las pifias de los test chinos chungos, ni explican las mascarillas defectuosas entregadas a miles de sanitarios, ni asumen que están llevando a la ruina a autonómos y empresarios y que la cosecha será un paro pavoroso.

La cara del presidente del Gobierno durante sus patéticas comparecencias -la última este 18 de abril de 2020-, su porte, sus gestos, el nervioso arqueo de sus cejas y las pupilas dilatadas, manifiestan la fisonomía de un político siperado por los acontecimientos.

Los ojos de Sánchez recorriendo nerviosamente las líneas de un discurso enlatado en el monitor que tiene delante, intentando dar una imagen de cercanía al estilo de San Francisco de Asís.

Y ese acicalamiento de jefe de funeraria en quiebra, ponen de manifiesto que no tiene respuestas para la crisis.

Sería el momento de retirar a los insensatos que nos gobiernan desde la incompetencia más descarada, pero no hay elecciones a la vista y tendremos que cargar con ellos muchos meses.

El coronavirus ha tenido la virtualidad de hacer ver a la mayor parte de los españoles no radicalizados por sus prejuicios ideológicos la realidad de unos políticos, a los que sólo preocupaba llegar y disfrutar del poder.

Los españoles comienzan a darse masivamente cuenta, aunque el CIS de Tezanos lo niegue, de que en las manos pringosas de los que ahora ejercen el poder avanzamos hacia un abismo socio-económico que podemos tardar décadas en superar.

 

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