No podemos medir el dolor de quienes sufren en la frontera sur de Europa
Santiago Agrelo.- Primero apartaron la barca de tierra, sólo un poco, y Jesús se puso a enseñar. Hablaba de Dios y de un Reino en el que amor y justicia alcanzaban a los desheredados de la justicia y del amor. Luego, el Maestro dijo: «Mar adentro«, y salieron para largar aparejos y pescar. Aquella pesca fue un milagro, revelación del misterio presente en un mundo de trabajos y pecado; aquello fue para los testigos el comienzo de un mundo nuevo.
Hoy, de muchos lugares del norte de África, salen «mar adentro», camino de Europa, zódiacs, pateras, cayucos, míseras embarcaciones cargadas de humanidad joven, que sueña también para ella su pesca milagrosa, una humanidad nacida con derecho a soñar y condenada a morir sin tocar la realidad de lo que sueña.
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