La clase de Religión es un camino de búsqueda para poder entender al hombre y al mundo
Cuenta M.J.Pascual en El Norte de Castilla que si no se reinstaura el diálogo, la clase de Religión Católica en las aulas de los centros públicos de un Estado laico tiene los días contados o, como poco, un futuro incierto y de ello son conscientes los profesores de la asignatura. El III Congreso Regional sobre la Enseñanza de la Religión en la Escuela concluyó ayer con una llamada a las Administraciones públicas para que se instaure un «pacto por la educación» en el que estén representadas «todas las fuerzas implicadas en la misma», a partir el cual se revisen «en profundidad» las actuales leyes educativas.
Los asistentes al foro celebrado en Ifeza, más de medio millar de profesores de Religión convocados por los obispos de Castilla y León, consideran que «el diálogo fe-cultura es el mejor instrumento para garantizar a padres y alumnos la visión coherente e integradora de la realidad actual, sin exclusivismos segregadores, pero sin renunciar a la búsqueda de la verdad».
En este sentido, el colectivo católico denuncia el «laicismo excluyente que pretende imponer la desaparición de lo religioso en todos los ámbitos de la vida social» y defiende, por el contrario, «la laicidad que propugna lo propio de cada actividad humana y la autonomía de los saberes en sus propios contenidos y metodologías».
La primera conclusión del encuentro que durante todo el fin de semana se ha producido en el recinto ferial de Ifeza es el convencimiento de que la clase de Religión en la escuela «responde a un derecho irrenunciable de los padres que está claramente protegido por nuestro derecho constitucional» y se trata de «una opción y una oportunidad en el espacio propio de lo escolar, que entendemos uno de los lugares para la formación completa e integral de la persona».
Manipulación
La asignatura de Religión, señalan los profesores, se ofrece «como un camino de búsqueda para poder entender al hombre y al mundo desde una posición crítica que impida la manipulación de la persona».
En defensa de su trabajo ante la comunidad educativa de Castilla y León, estos docentes también aludieron a la «actualización permanente» y la «vocación de servicio» para «quienes en nuestros días buscan otra forma de mirar».
Éstas han sido las conclusiones del manifiesto suscrito por los participantes en el congreso, que abrió la segunda jornada de trabajo con las ponencias del periodista José Javier Esparza y del profesor de Religión en la Escuela de Magisterio del Centro de Estudios Superiores Cardenal Spínola-CEU de Andalucía, Manuel Martínez Ortega.
El encargado de presentar a este ponente fue el obispo de Ciudad Rodrigo, Atilano Rodríguez, que llamó a buscar «perspectivas nuevas, caminos y posibilidades para recorrer en la educación y en la formación de los jóvenes y los niños».
Manuel Martínez señaló al principio de su intervención que su propósito era «dar razones de nuestra esperanza desde la clase de Religión en la actualidad de esta España que nos ha tocado vivir, sin olvidarnos en ningún momento de la necesidad de la evangelización en una sociedad que impone silencio sobre Dios y vive como si Dios no existiera».
Relativismo
Constató la división que se ha producido recientemente en la sociedad española en torno a algunos temas fundamentales, «en torno al modelo de ciudadano que queremos, enormes disensiones en el prototipo de familia, en el modelo de educación que pretende forjar desde la enseñanza un determinado modelo de hombre abierto o cerrado a la trascendencia, abierto o cerrado al concepto de vida».
Una sociedad, remachó, «que relativiza la verdad y sus fundamentos desde los diversos órganos institucionales, especialmente lo que conciernen al campo de la educación en valores de nuestros hijos».
Por la tarde, el escritor zamorano Juan Manuel de Prada fue el invitado que cerró el congreso con una ponencia titulada ‘Una clase de religión para el siglo XXI’.