Es una misión, y venciendo censuras y estrecheces continúa siendo y ensanchando la «misión abierta» de aquellas primeras horas
Éxodo celebra su número 100 y tiene muchos motivos para celebrarlo; muchos tenemos motivos para celebrar este jubileo de comunicación libre, oportuna, solidaria. Yo me siento particularmente comprometido y en cierta medida responsable porque, desde la primera hora de la revista y desde su prehistoria con Misión Abierta, el equipo fundador ha sido y es gente muy mía, hasta el punto de estar encardinado a nuestra Prelatura de São Félix do Araguaia.
El título de la revista es una expresiva afirmación de su proceso y de la opción inclaudicable por una sociedad alternativa y por una Iglesia ‘otra’, Iglesia y Sociedad que son posibles, necesarias, urgentes. Siempre «en rebelde fidelidad».
La revista es una historia de éxodos, de ‘salidas’ hacia tierra extraña, de terca esperanza al servicio de la utopía humanizadora que, a la luz de la fe cristiana, es la propia utopía de la vida y muerte y resurrección de Jesús de Nazaret: el Reino, ese Reino proyecto de Dios, pasión total de nuestras vidas. En éxodo estamos, hacia la tierra de la libertad, a la búsqueda de «la Tierra sin Males» que proclaman nuestros pueblos de Amerindia.
Éxodo está en la frontera del diálogo, es una revista puente a varios niveles, sin claudicaciones, sin ambigüedades, sin crispación, a la luz de la verdad buscada y de la convivencia ensayada diariamente en asambleas y congresos, en gestos y campañas de solidaridad.
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