El Deseo esencial no apunta a la eliminación o represión del deseo, sino a su continuo trascendimiento
Estamos atravesados de deseos, con un anhelo permanente de algo más. Deseos de toda forma y especie: luminosos y oscuros, alcanzables e imposibles, ágiles y obsesivos, permitidos y prohibidos, atávicos y sutiles, siempre nuevos y siempre antiguos. Deseos que, en su aparente dispersión, son expresión de una única pasión: vivir. El impulso de la vida desplegándose en nosotros y expresándose a través nuestro, y que tiene su origen en el ser mismo de Dios, el Ser primordial de quien surge esa noble potencia que está en todos los seres como resonancia y nostalgia de su origen y que llamamos e identificamos como el Deseo esencial.
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