El reclutamiento y utilización de menores por parte de grupos armados es un crimen de lesa humanidad.
Desde Entreculturas queremos aprovechar este Día Mundial de la Infancia para volver a colocar el foco sobre la flagrante realidad de los niños y niñas soldado. Vivir en un contexto sin guerra es un derecho que urge garantizar por respeto al desarrollo de los más pequeños y para sembrar la semilla de una paz mundial definitiva.
Miles de niños, niñas y adolescentes de todo el planeta son vinculados de forma directa a grupos armados a través del reclutamiento y de la utilización en diferentes oficios en el marco de la guerra. Para cualquier persona verse sometido en contra de su voluntad a cometer actos atroces, sufrir enfermedades, agotamiento físico, violencia sexual, heridas, torturas y enfrentarse a situaciones extremas que pueden tener desenlaces mortales, es una situación inhumana y, más aún, cuando se trata de niños, niñas y adolescentes en etapa de desarrollo.
En el conflicto armado de Colombia se estima que uno de cada cuatro combatientes es menor de 18 años. «En octubre de 2008, la Corte Constitucional de Colombia afirmó […] que los grupos armados ilegales estaban reclutando a niños en Colombia de manera generalizada, sistemática y habitual, y que aún no se conocía la verdadera magnitud y el alcance territorial de estos reclutamientos. El número estimado de niños que participan en grupos armados ilegales en Colombia oscila entre 8.000, según el Ministerio de Defensa, y 11.000, según fuentes no gubernamentales […]. En un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo de Colombia y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se señaló que la edad media de reclutamiento había disminuido de 13,8 años en 2002 a 12,8 en 2006.» (Informe del Secretario General sobre los niños y el conflicto armado en Colombia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del 28 de agosto del 2009. Párrafo 16).
Ante esta realidad, muchos colombianos han solicitado refugio en países fronterizos por temor a que sus hijas e hijos puedan ser reclutados o utilizados con fines bélicos en la guerra colombiana. Aunque el hecho de traspasar la frontera no significa automáticamente ponerse a salvo del conflicto. Desde hace tiempo, la inestabilidad desencadenada por la situación interna de Colombia se ha extendido a los países vecinos, donde también se han registrado casos de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes para el combate.
La regionalización del conflicto colombiano afecta política, social, económica y culturalmente a todos los países vecinos, en especial a Venezuela, Ecuador, Panamá y Brasil, donde cientos de refugiados, unidos a sus nuevos vecinos, continúan viviendo la violencia generalizada que originó su desplazamiento inicial. La perpetuación de esta violencia no hace sino dificultar el desarrollo de estos territorios, de un lado porque el dinero destinado a la guerra impide que sea invertido en otras cuestiones de vital importancia (como la salud o la educación) y porque, ante la inseguridad, el riesgo a perder la vida, a ser reclutados o a padecer abusos sexuales, muchos padres y madres evitan el que sus hijos vayan a la escuela, viéndose éstos privados de educación y obligados a crecer bajo la sensación de amenaza y la dinámica de la violencia.
El reclutamiento y utilización de menores por parte de grupos armados es un crimen de lesa humanidad. En el Día Mundial de la Infancia, junto con el Servicio Jesuita a Refugiados de América Latina y Caribe y la Coalición Española para acabar con la Utilización de los Niños y Niñas como Soldados, os invitamos a hacer memoria de los miles de niños, niñas y jóvenes que, día a día, en la actualidad, son víctimas de este crimen en Colombia y sus fronteras. Un crimen que debemos visibilizar en la comunidad internacional para exigir la protección, garantía y cumplimiento de los derechos de estas personas que, por su corta edad, son especialmente vulnerables.
La interculturalidad, una estrategia de sensibilización para la paz y la convivencia
En Entreculturas confiamos en la educación como mecanismo de cambio, de transformación interna y externa de las personas. Hacia el interior porque la educación nos hace libres, nos hace fuertes, nos convierte en dueños de nuestras emociones y nos ayuda a conocer a los demás y a respetarlos. Y, hacia el exterior, porque la educación nos proporciona las herramientas y las capacidades necesarias para proyectarnos en la sociedad y participar en ella, como sujetos de derechos y deberes.
La educación tiene mucho que aportar en los contextos de violencia. Tan sencillo como que, en algunos países, estar en clase significa no estar en la guerra. Y en Entreculturas hemos elaborado materiales educativos para que, en esas ocasiones, las aulas se conviertan en espacios de paz, de respeto, de comprensión… en definitiva, en espacios en los que los niños y niñas habituados a la violencia, al odio y al rencor, conozcan otra dimensión de la vida y apuesten por ella.
Dentro de la colección «Días D», la propuesta didáctica de este año para el 20 de noviembre se centra en la interculturalidad. El primero de los tres temas focales de la campaña CIUDAD PLANETA promovida por Entreculturas. La interculturalidad entendida como una diversidad positiva y enriquecedora, con el objetivo de que los niños, niñas y jóvenes comprendan que en la realidad coexisten opiniones diferentes, religiones diferentes y nacionalidades diferentes, sin ser unas más válidas que las otras y mereciendo todas el mismo respeto.
Para ello, la propuesta didáctica utiliza el arcoíris como emblema de esa diversidad (muchos colores, un solo elemento) y, al mismo tiempo, como símbolo del puente que se construye mediante el respeto entre dos realidades diferentes.
Este material está destinado tanto para el trabajo en el aula (desde Infantil a Bachillerato) como en el marco doméstico entre padres e hijos.