Es fundamental que el Estado no se oponga a la sociedad, que no la ocupe y que no la utilice o destruya
El XI Congreso de Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU, ha arrancado esta mañana con la ponencia Fundamentos morales de la acción política, en la que el eurodiputado italiano, Mario Mauro, y el ex-presidente de la República de Portugal, António Ramalho, han analizado los fines que debe promover la actividad política para que Europa crezca como un continente unido sin perder su identidad.
Mauro ha manifestado que «la política, como la forma más completa de cultura, no puede dejar de tener como preocupación fundamental al hombre«. En concreto, refiriéndose al caso europeo, ha apuntado que el problema de Europa es consecuencia de que la razón y la política han dejado de servir a la verdad y «se conciben hoy como un fin en sí mismos».
Sobre la polémica decisión del Parlamento Europeo de retirar los crucifijos de las escuelas públicas, el eurodiputado ha señalado que si quitamos estos símbolos, deberíamos retirar toda manifestación sacra de nuestras calles, plazas y monumentos, porque «el crucifijo representa un elemento de cohesión propia de la cultura europea«.
También ha mostrado su sorpresa ante el hecho de que una institución democrática basada en unos principios fundacionales herederos del cristianismo haya reprobado hasta treinta veces a S.S. Benedicto XVI por una supuesta violación de los Derechos Humanos, mientras que con regímenes totalitarios como los de Cuba o China sólo ha hecho lo propio diez veces.
Por otra parte, António Ramalho, en su disertación sobre el papel del Estado y la sociedad civil ha indicado la prevalencia de la segunda sobre el primero, ya que éste no es más que «una forma peculiar de respuesta a la llamada societaria civil de formas más elaboradas y complejas de organización para responder a las necesidades generadas por la evolución de la historia de la civilización y de la cultura […] cabe al poder político asegurar la existencia y seguridad de las sociedades civiles, garantizando la justicia de las relaciones personales, promoviendo su bienestar material y cultural, asegurando la defensa del bien común y subordinando, siempre, sus normas positivas al Derecho Natural, que se reconoce anterior y superior a la organización política de la sociedad y al respectivo poder».
A este respecto, Ramalho indicó que «no es, pues, social y políticamente correcto que el Estado, simple institución de la sociedad civilizada, no sirva bien a la sociedad. Es fundamental que no se le oponga, que no la ocupe y que no la utilice o destruya«.