La mezquita de Ginebra fue atacada por unos individuos que derramaron pintura rosa en su entrada
Suiza votará este domingo en referéndum si prohibir la construcción de minaretes en el país, donde viven unos 400.000 musulmanes. La solicitud partió de los ultraconservadores Partido Democrático de Centro (UDC) y Partido Democrático Federal.
Se trata de una iniciativa pensada para el futuro porque, en la actualidad, sólo existen tres minaretes en Suiza -Ginebra, Zúrich y Wangen- y un cuarto, muy pequeño, en la localidad de Wintertur.
Los primeros sondeos apuntan a que triunfará el rechazo a la prohibición de levantar minaretes con alrededor del 53% de votos. Un 37% se mostraría a favor.
Fríos datos que no reflejan la tensión que se vive en el país y que se materializó en la noche del jueves cuando la mezquita de Ginebra fue atacada por unos individuos que derramaron pintura rosa en su entrada.
No es el primer único acto de vandalismo sobre el edificio: durante este mes circuló un coche con el sonido de la radio a todo meter simulando la llamada a la oración de los musulmanes y, en otra ocasión, arrojaron adoquines contra la mezquita, dañando uno de sus mosaicos.
Imágenes «racistas»
Como era previsible, la campaña ha estado marcada por lo polémica: varios gobiernos locales ha prohibido los carteles en favor de la iniciativa por considerar que las imágenes eran «racistas, irrespetuosas y peligrosas».
De todas las imágenes, la que ha suscitado las mayores críticas ha sido el que mostraba a una mujer cubierta con el velo islámico (niqab) y varias mezquitas en forma de misiles surgidas de una bandera suiza.
La Comisión Federal contra el Racismo condenó los carteles al considerar que incitaban al odio. Tras la queja, las autoridades de Basilea, Lausana, Montreux, Yverdon-les-Bains, Friburgo y Neuchatel accedieron a vetarlos. Sin embargo, otras ciudades los permitieron esgrimiendo el principio del respeto a la libertad de expresión.
El ayuntamiento de Yverdon-les-Bains fue muy explícito al justificar su decisión y explicó que el cartel en cuestión suponía «un amalgama inaceptable de los musulmanes con potenciales terroristas».
La polémica se extendió incluso a los medios de comunicación: uno de los mayores grupos editoriales suizos, Ringier, decidió no publicar la imagen.
«¡Comunistas!»
En medio de esta pugna por permitir o no los carteles, los ultraconservadores Partido Democrático de Centro (UDC) y Partido Democrático Federal -promotores del referéndum- acusaron a la Comisión Federal contra el Racismo de intentar amordazarles y de actuar como «los comunistas» y el «Tercer Reich».
Desde su punto de vista, los minaretes «no tienen significación religiosa» y «son un símbolo de poder y de que la islamización política se está asentando».
Ambos partidos consiguieron reunir en menos de 18 meses -como establece la ley- más de las 100.000 firmas necesarias para lanzar el referéndum nacional.
El Gobierno en pleno -Ejecutivo y Parlamento- rechaza tal prohibición e incluso duda en someter esta cuestión a una consulta popular, ya que podría considerarse que viola la legislación internacional contra la discriminación religiosa y la Convención Europea sobre Derechos Humanos.
Después de un prolongado debate, las dos cámaras legislativas decidieron dar luz verde al referéndum.
Sin embargo, el Gobierno federal ha asumido un claro rol de opositor a la iniciativa porque cree que, de ser aprobada, transgrería las normas internacionales de los derechos humanos, afectaría a la integración y sería contraproducente para el combate del extremismo.
Todas las representaciones religiosas en Suiza han asumido una posición similar.
(RD/Agencias)