• Crimen y Castigo
  • Motor
  • Religión
  • Travellers / Viajes
  • Expertos
  • La Segunda Dosis
  • Ofertas PD
  • 15 Dec 2022 | Actualizado 18:41 CET
    Inicio
  • Coronavirus
  • Gastronomía
  • Salud
  • 3Segundos
  • Escaparate
  • Medios
  • Enlaces
Periodista Digital
  • ESP
    España América
  • Mis datos Salir
  • Entrar
  • Menú
      • Secciones
      • América
      • Política
      • Economía
      • Sociedad
      • Cultura
      • Deportes
      • Legislación
      • España
      • Política
      • Mundo
      • Periodismo
      • Economía
      • Deportes
      • Ciencia
      • Tecnología
      • Cultura
      • Televisión
      • Gente
      • Magazine
      • Otras Webs
      • Crimen y Castigo
      • Motor
      • Religion
      • Travellers
      • Expertos
      • Gastronomía
      • Salud
      • 3Segundos
      • Escaparate
      • La Segunda Dosis
      • Coronavirus
      • Directorios
      • Lo último
      • Blogs
      • Vídeos
      • Temas
      • Personajes
      • Organismos
      • Lugares
      • Autores
      • Hemeroteca
      • Servicios
      • Ofertas
      • Club PD
      • Enlaces
      • Medios
      • Más servicios
      • Ediciones
      • América
      • España
    • Inicio
    • España
    • Vaticano
    • America
    • Mundo

    Meditación de Adviento de Jairo del Agua

    Obispos: ¿A qué estáis esperando?

    "Os percibimos atrincherados e inmovilizados bajo el incienso de vuestros turiferarios"

    Jairo del Agua 
    30 Nov 2009 - 11:51 CET
    Obispos: ¿A qué estáis esperando?
    Los obispos en la encrucijada
    Archivado en: Benedicto XVI | Religión

    No toleráis los distintos, críticos, disconformes, heridos, perdidos o buscadores

    (Blog de Jairo del Agua).-¿Qué os ha ocurrido queridos hermanos Obispos? ¿Quién os ha cerrado los ojos? ¿Cómo no oís el clamor de este Pueblo que busca guías fieles y ejemplos evangélicos? ¿Habéis olvidado vuestros días de fervor? Os imagino orando con fe reventona, con el clamor del Evangelio en las entrañas, con el amor al Pueblo de Dios apretado a la cintura hasta confundirse con vuestra propia carne.

    ¿Qué pasa cuando os nombran Obispos? ¿Qué cambia en vuestro interior? ¿Por qué os dejáis uncir como silentes bueyes a la uniformidad, al paso lento, al pensamiento único, a los arcaicos signos y estructuras? Eso no es unidad, hermanos míos, eso es claudicación ante la permanente llamada del Espíritu renovador. ¿No sois vosotros los adalides del Evangelio? Pues deberíais ser los primeros en reflejar el permanente dinamismo de la vida: «He venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).

    Sin embargo, os percibimos atrincherados e inmovilizados bajo el incienso de vuestros turiferarios. ¿Os habéis fijado -por ejemplo- en quiénes conforman vuestros Consejos? Con los laicos contáis poco, pero los que escogéis son siempre los bailadores del incensario. No toleráis los distintos, críticos, disconformes, heridos, perdidos o buscadores. Habéis borrado de vuestro particular evangelio a los «zaqueos», «magdalenas», «mateos», «leprosos», «paralíticos», «cananeas», «adúlteras», «bartimeos», «samaritanos» y demás gente sospechosa. Os encanta rodearos de doctores, escribas y fariseos. Por supuesto, la oveja perdida ya falleció de cansancio, desorientación y hambre hace mucho tiempo.

    «Porque voy a poner en este país a un pastor insensato, que no se preocupará de la oveja perdida, ni buscará la que anda descarriada, ni curará a la herida, ni alimentará a las sanas; sino que comerá la carne de las más gordas y no dejará ni las pezuñas» (Zac 11,16). Podría seguir con Ezequiel 34, pero de sobra lo conocéis. La Escritura debería, al menos, cuestionaros.

    Hoy sólo quiero invitaros a meditar sobre vuestros signos, vuestra apariencia, vuestra imagen ante nosotros y ante el mundo. Bajo la pesada losa de la uniformidad e inmovilismo canónicos os amancebáis con la pompa, el lujo, la púrpura, el boato y la profanidad. ¿Os sentís cómodos con vuestras coronas, cetros y tronos? Un sirviente no necesita ostentosa corona. No es propio, no es adecuado, no es digno. Su entrega, su servicio y su sudor son su auténtica diadema. Un pastor bueno escucha, conoce y camina sencillamente entre sus ovejas: «Conozco a mis ovejas y ellas me conocen» (Jn 10,14). No se ciñe picuda corona, ni se fabrica relucientes cetros, sino que apoya su cansancio en un palo, que eso es un cayado.

    Si queréis ser guías, mostrad con vuestro ejemplo la luz del Evangelio. No os endioséis en tronos y sitiales que nos confunden y abochornan. No aceptéis palio, baldaquino o dosel para ensalzar vuestra dignidad, porque nada de eso necesitáis para vuestra misión. Es muy difícil percibiros como apóstoles porque no sólo habéis caído en la ambición de vuestra carrera eclesiástica: «uno a tu derecha y otro a tu izquierda» (Mt 20,21), sino que os habéis subido al mismísimo trono divino con la escusa de que sois sus representantes, sus vicarios, sus apoderados, sus mediadores, su autoridad.

    Vuestros signos no son los del Señor: «El más pequeño de vosotros ése es el más importante» (Lc 9,48). «Ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón» (Mt 10,10). ¿Cómo podremos reconoceros con tanto disfraz?

    ¡Rechazad toda apariencia de poder! ¡No os es lícito convivir con esa concubina del encumbramiento, el fasto y oropel! Vuestra legítima esposa es la Iglesia, este Pueblo fiel que os busca y os ama a pesar de todo… Buscad los signos del Señor: «Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. No será así entre vosotros, sino que, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos» (Mt 20,25).

    ¿Cómo podéis haceros llamar Santidad o Santo Padre? ¿Por qué no os habéis conformado con el «servus servorum»? ¿No sois vosotros los especialistas en Escritura? Sus palabras son nítidas y transparentes:

    – «Sólo Dios es Santo» (Mt 19,17).
    – «Tú eres el único Santo» (Ap 15,4).
    – «Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto» (Mt 4,10).
    – «No a nosotros, Señor, no a nosotros sino a tu nombre da la gloria» (Sal 115).

    – «Pero vosotros no os dejéis llamar maestro, porque uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. A nadie en la tierra llaméis padre, porque uno solo es vuestro Padre, el celestial. Ni os dejéis llamar preceptores, porque uno solo es vuestro preceptor: el Mesías. El más grande de vosotros que sea vuestro servidor. Pues el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado» (Mt 23,8).

    Y lo cantamos a voz en cuello: «Sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, solo Tú Altísimo Jesucristo» (Gloria).

    ¿Cómo podéis haceros llamar «monseñor», mi señor? Me aterra la lucidez que os ha sorbido esa aduladora vanagloria con la que vivís. «¡No os es lícito!» (Mt 14,4). Me duele hasta el hondón del alma la ceguera a la que os ha reducido. Camináis ciegos y sordos bajo vuestras ilustrísimas, excelentísimas, reverendísimas y eminentísimas contradicciones. Cuanto más os encumbráis más lejos estáis de este Pueblo y de su Dios. Habéis sido nombrados servidores para ayudar, no para vuestro propio medro y prestigio. «¿Cómo podéis creer, si sólo buscáis honores los unos de los otros, y no buscáis el honor que viene del Dios único?» (Jn 5,44).

    Os vestís afeminadamente con llamativos colores, sedas, rasos, encajes y borlas. No me refiero a los ornamentos eucarísticos, que prestan un servicio cara al Pueblo, sino a los que usáis para vuestra pompa personal. Os encofráis la cabeza con arcaicos perifollos y os significáis bajo teatrales capas. Os ceñís fajines de generales y nobles, aceptáis reverencias ante vuestra pobre humanidad y no dais un paso sin vuestro maestro de ceremonias. ¿Es propia del reino de Dios tanta farándula? «Guardaos de los maestros de la ley, a los que les gusta pasearse con vestidos ostentosos, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes» (Mc 12,38).

    Os colgáis preciosos pectorales, como insignias o condecoraciones, pretendiendo que signifiquen vuestro cristianismo. ¿Se os ha olvidado cómo era la Cruz del martirio del Señor? ¡Madera de la más basta! ¿Por qué no vemos sobre vuestro pecho -y no sobre hartas barrigas- una sencilla cruz de madera con la silueta del Crucificado grabada a fuego? Eso sí lo entenderíamos. ¿Es poco para vosotros? ¿Tan cogidos os tiene la pecadora ostentación? Qué buen ejemplo daríais a muchos católicos que pervierten la cruz en presuntuosa joya de lujo; a muchas religiosas que trocaron la cruz por inexpresivos colgantes; a muchos sacerdotes que, abandonando todo signo de su misión, se ocultan bajo mundanas corbatas o se aderezan con anillos y pendientes. De tal palo, tal astilla.

    Vuestras manos han sido consagradas para bendecir, ayudar, perdonar y guiar. Pero vosotros las habéis paganizado con grandes anillos. ¿No os importa nada escandalizar? «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una rueda de molino y lo tiraran al mar» (Mc 9,42). «Hacen todas sus obras para que los vean los demás. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos del manto» (Mt 23,5). «¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de Dios a los hombres! ¡No entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren!» (Mt 23,13).

    Por si todo eso fuera poco habitáis en palacios, usáis blasones nobiliarios, os hacéis pintar grandes retratos para memoria de los años venideros. ¿Memoria de qué? ¿De vuestro amancebamiento con el poder, el lujo, la fama, la imagen, la ostentación y la vanidad del mundo? «Por los frutos les conoceréis» (Mt 7,16). Habéis elegido, como signos de vuestra dignidad, la exhibición de vuestra indignidad cristiana porque os habéis rodeado de signos paganos. ¿No es eso lo que se aprecia, a simple vista, sólo con observar cómo os presentáis ante la Iglesia? «Vosotros sois los que os las dais de intachables ante la gente, pero Dios os conoce por dentro, y ese encumbrarse entre los hombres le repugna a Dios» (Lc 16,15).

    Me duele tener que deciros todo esto. Siento una terrible vergüenza porque un pecador no es el indicado. Pero no tengo más remedio que expulsar esta profecía que me lleva corroyendo las entrañas mucho, muchísimo tiempo… ¡Daría por vosotros la vida! Pero no puedo silenciar la contaminación mundana que os rodea. Sé que en los últimos años os habéis simplificado, pero «os falta un largo camino» (1Re 19,7). Sé que sois «creyentes», algunos incluso «fervorosos creyentes», pero no resultáis «creíbles» porque os falta coherencia. «Como cristiano que soy, digo la verdad, no miento. Mi conciencia, bajo la acción del Espíritu Santo, me asegura que digo la verdad. Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor» (Rom 9,1).

    Tengo la esperanza de que, alguna vez, cuando os arrodilléis a orar ante una talla del Crucificado, os fijéis bien en el vestido que arropa su dignidad, en los rubíes que adornan sus manos, en su corona de Rey, en la magnífica sede magisterial desde la que enseña. Espero, tengo la esperanza, de que esa visión sea el comienzo de vuestra liberación.

    Hoy os ruego que meditéis sólo sobre vuestros signos externos, lo que se ve, lo que os desprestigia y os ata. No me siento con fuerza para hablar de vuestro autoritarismo o de vuestra afición a arrancar supuestas cizañas sin esperar a la siega, en contra del mandato evangélico: «¡No! No sea que al recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo» (Mt 13,29). Tampoco quiero extenderme con vuestro protagonismo, con vuestra creencia de que sois los garantes de la Iglesia, es más, de que sois «La Iglesia». ¿Se os olvidó que quien dirige y garantiza es el Espíritu Santo? ¿Por qué no lo veis caminando entre el Pueblo?

    Habéis institucionalizado vuestros escándalos, por eso no los veis. Todo lo justificáis bajo un burdo disfraz: la sacralización. Esa capacidad que os arrogáis para convertir en sagrado lo profano o inmoral. Habéis llegado a sacralizar y santificar el oro, la plata, las joyas, las piedras preciosas, el arte profano, es decir, la riqueza mundana. Convertís el oro en «oro del templo» y todos justificados. Habéis promocionado su uso, acumulación y exhibición como signos de religiosidad. Coronáis y enjoyáis imágenes, construís riquísimas custodias, coleccionáis valiosos cálices, copas, relicarios, etc. ¿De verdad creéis que el Señor se encuentra cómodo entre tanta brillante riqueza?

    Decís: «para el culto a Dios lo mejor, lo más valioso». ¿De verdad pensáis que lo más valioso es la riqueza material? ¿Qué haremos entonces los que, como vuestros predecesores Pedro y Juan, «no tenemos oro ni plata» (He 3,6)?

    Habéis sustituido los «novillos cebados» por lujos y objetos preciosos. ¿Eso le agrada al Señor? «Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable» (Cant 8,7). ¿Se os olvidó que el verdadero culto a Dios está unido a la misericordia? «Cuando lo hicisteis con alguno de éstos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). «Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos» (Os 6,6).

    Incluso habéis creado museos para exhibir la historia de vuestras riquezas, algunas muy antiguas, como antigua es vuestra ceguera. El otro día me hirió de repente una visión aberrante: un famoso Nazareno con corona de espinas… ¡de oro! ¡Qué corrupción tan infame de la religión!

    – «Si me ofrecéis holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me digno mirar el sacrificio de vuestros novillos cebados… Quiero que el derecho fluya como el agua y la justicia como torrente perenne» (Am 5,22).

    – «Escuchad mi voz, y yo seré entonces vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; seguid cabalmente el camino que os he prescrito para vuestra felicidad» (Jr 7,22).

    – «Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego» (Sant 5,2).

    Mientras tanto, muchos hermanos nuestros suplican medicinas, pan, escuelas, iglesias, catequesis, tantas y tantas cosas muchísimo más importantes que la riqueza que atesoráis en museos y sacristías. «No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socaban y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socaban ni roban» (Mt 6,19). «Anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres… después ven y sígueme» (Mt 19,21). ¿No fue eso lo que os dijo al principio, cuando os miró y llamó con tanto amor? ¡Volved al desierto «donde os hablaré al corazón, como en los días de juventud»¡ (Os 2,16).

    No es que los tiempos estén en vuestra contra, ni que haya católicos lenguaraces que os abominan. Es que vosotros mismos os habéis desprestigiado, os habéis convertido en sonrojo para los de dentro y en irrisión para los de fuera. Es que vuestro escándalo clama al cielo y el Pueblo no cesa de llorar por vosotros y por vuestra amnesia: «el dios del mundo éste les ha cegado la mente y no distinguen el resplandor de la buena noticia del Mesías glorioso, imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, y nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús» (2Cor 4,4).

    ¡Desnudaos, sumergíos en el Evangelio, volved al corazón de la Iglesia! «Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2,5).

    Empezad por los signos y atributos, no os dejéis engañar. ¡Volved, volved y caminaremos juntos hacia la evangelización de nuestra Iglesia! No cerremos los oídos a la dulce voz: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a Mí!» (Cant 2,10). ¡Volved y podréis vivir con gozo vuestra misión de santificar, enseñar y gobernar en medio del Pueblo!

    Hace poco Benedicto XVI, citando a san Juan Leonardi, dijo textualmente: «La renovación de la Iglesia debe comenzar en quien manda y extenderse al resto» (1). ¿A qué estáis esperando?

    ¡No me lo digáis! Lo sé, lo sé… «Todo tú eres pecado desde que naciste, y ¿nos enseñas a nosotros?» (Jn 9,34). ¡Tenéis razón! Por eso necesito vuestra ayuda, vuestro ejemplo, vuestro caminar delante. ¡Ayudadme, por favor, ayudadme! ¡No me dejéis cargado con mis pecados y los vuestros!

    Meditación del Adviento
    Servicio y autoridad

    GRAN SELECCIÓN DE OFERTAS MULTI-TIENDA

    PORTÁTILES

    ACTUALIZACIÓN CONTINUA

    Almacenamiento externo Dispositivos Wifi Impresoras Portátiles Tablets
    SuperChollos Ofertas Oro Ofertas Plata Ofertas Bronce

    CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

    QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

    Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

    COLABORA
    Autor

    Jesús Bastante

    Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

    Lo más leído

    • 24 hrs
    • 7 días
    • 1 mes
    • 1 año
    El acto de magia que te dejará la piel de gallina

    El acto de magia que te dejará la piel de gallina

    "Mocedades" presentará la nueva versión de 'Eres tú'

    «Mocedades» presentará la nueva versión de ‘Eres tú’

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    La tarea de una vida (cuento navideño)

    La tarea de una vida (cuento navideño)

    Isabel Bernardo gana el XXXIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

    Isabel Bernardo gana el XXXIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en 'El último Tango en París' de Bertolucci

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en ‘El último Tango en París’ de Bertolucci

    Los 10 líderes espirituales mundiales más famosos

    Los 10 líderes espirituales mundiales más famosos

    Exposición fotográfica: "El camino del Sol" comienza en Madrid

    Exposición fotográfica: «El camino del Sol» comienza en Madrid

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    El acto de magia que te dejará la piel de gallina

    El acto de magia que te dejará la piel de gallina

    "Mocedades" presentará la nueva versión de 'Eres tú'

    «Mocedades» presentará la nueva versión de ‘Eres tú’

    Cuando China declaró la guerra a los gorriones y sufrió una hambruna que mató a millones de personas

    Cuando China declaró la guerra a los gorriones y sufrió una hambruna que mató a millones de personas

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en 'El último Tango en París' de Bertolucci

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en ‘El último Tango en París’ de Bertolucci

    Carnación, con mucho fragor, furor y dolor

    Carnación, con mucho fragor, furor y dolor

    Libros: "Civilización Olvidada", del geólogo Robert Schoch

    Libros: «Civilización Olvidada», del geólogo Robert Schoch

    Cautivos del mal #23

    Cautivos del mal #23: Víctor Gómez Pin y Carmen Posadas, reivindicación de España y elogio de las mujeres espías

    Madrid: Concierto "50 años Movimiento Nueva Trova"

    Madrid: Concierto «50 años Movimiento Nueva Trova»

    Joaquín Sabina y Pablo Iglesias.

    Joaquín Sabina fulmina con una sola frase a Pablo Iglesias y sus acólitos

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Maluma.

    Catar 2022: Maluma pega el cante y la espantada cuando le preguntan por los Derechos Humanos

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    Los 10 soberbios famosos que se burlaron de Dios y murieron

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en 'El último Tango en París' de Bertolucci

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en ‘El último Tango en París’ de Bertolucci

    Los 10 líderes espirituales mundiales más famosos

    Los 10 líderes espirituales mundiales más famosos

    Karina Moscol, actriz Hispano-Peruana, en el Teatro Español de Madrid.

    Karina Moscol, actriz Hispano-Peruana, en el Teatro Español de Madrid.

    Rosalía, la auténtica 'motomami' del año, hace historia en los Latin Grammy

    Rosalía, la auténtica ‘motomami’ del año, hace historia en los Latin Grammy

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    La “Ola Arguedas" en la Universidad Complutense de Madrid

    La “Ola Arguedas» en la Universidad Complutense de Madrid

    Nacho Cano.

    El apoyo de Girauta a la obra de Nacho Cano hunde a Iñaki López, Cristina Pardo y otros progres

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Sefardíes: Si tu apellido está en esta lista, casi seguro que tienes origen judío

    Álvaro Morte y Arturo Pérez-Reverte.

    Arturo Pérez-Reverte tira por la borda al actor que dice haber convertido a Elcano en un personaje de izquierdas

    Un niño de 3 años da una gran y legionaria lección a Podemos y a todos los 'progres'

    Un niño de 3 años da una gran y legionaria lección a Podemos y a todos los ‘progres’

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en 'El último Tango en París' de Bertolucci

    Así violó Marlon Brando, por detrás y con mantequilla, a María Schneider, en ‘El último Tango en París’ de Bertolucci

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    Las religiones y sus libros sagrados (V): el hinduismo

    Premios Goya.

    Javier Bardem, zarandeado por esconder el ‘No a la guerra’

    El turbio pasado de Javier Bardem y Penélope Cruz empaña su mayor alegría

    El turbio pasado de Javier Bardem y Penélope Cruz empaña su mayor alegría

    Las duras imágenes del cadáver de Marilyn Monroe y el audaz fotógrafo que las tomó

    Las duras imágenes del cadáver de Marilyn Monroe y el audaz fotógrafo que las tomó

    Daniel Estulin

    Daniel Estulin advierte a España: «Están por vivir una crisis económica infinitamente peor, casi de postguerra»

    Periodista Digital

    PERIODISTA DIGITAL, SL NIF B82785809
    Avenida de Asturias, 49, bajo
    28029 Madrid (España)
    Tlf. (+34) 91 732 19 05
    sugerencias@periodistadigital.com

    Aviso Legal Política de Privacidad Protección de Datos Publicidad Quiénes Somos Accionistas
    SÍGUENOS
    Powered by

    PERIODISTA DIGITAL, SL CIF B82785809
    Avenida de Asturias, 49, bajo
    28029 Madrid (España)
    Tlf. (+34) 91 732 19 05
    sugerencias@periodistadigital.com