La gran mentira del capitalismo se basa en querer tener siempre más
Cuatro huelgas de hambre a favor del 0,7% en los años 90 (alguna de ellas, de casi un mes de duración) han terminado por minar para siempre la vista de Juan Luis Herrero del Pozo (Logroño, 1934), doctor en Teología, escritor, ex secretario de organización provincial en el PSOE de La Rioja y candidato al Congreso en las primeras elecciones tras la muerte de Franco.
Cuatro ayunos voluntarios, terribles y durísimos para exigir que una miga de pan de la gigantesca hogaza de los países ricos se depositara donde «apenas tienen nada». Han pasado los años, y aquel ardor guerrero no ha disminuido ni un ápice en un hombre que se sigue definiendo de izquierdas -«a la izquierda la adelanto por la izquierda»-, muy crítico y radical en el «sentido etimológico» de la palabra.
Juan Luis Herrero se doctoró en Teología en Roma y ejerció como sacerdote y profesor del Instituto Misionero en diversos países de Europa y África entre 1960 y 1972, año en el que se secularizó. Pasó primero por la política y después por el activismo social, lo que le llevó a convertirse en uno de los fundadores de la Plataforma del 0,7% y participar activamente en cuatro huelgas de hambre que le dejaron diferentes secuelas en su salud. Pero su trayectoria vital no puede entenderse sin contar con su fecunda obra literaria y su más que prolija colección de artículos, ensayos y reflexiones:
«¿Por qué no te pronuncias, Felipe? ¿Como presidente? ¿Como secretario general del PSOE? Tú sabrás. Como mejor sea para la causa del 0,7% del PIB. Hace diez meses calificabas nuestra huelga de hambre, que decías seguir con inquietud, de aldabonazo a nuestra sociedad y afirmabas que la prioridad de los pueblos empobrecidos era poco discutible», inquirió el profesor logroñés al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en un alegato público.
«Ahora soy mayor y cuanto más viejo me he ido haciendo más me afecta la injusticia. Vivimos en un mundo de ricos que necesitan a los pobres para tenerlo todo y albergo la terrible sensación de que la mayor parte de la sociedad vive tan contenta en su opulencia que ese número de seres humanos que está desterrado de todo le trae completamente sin cuidado; hemos cosificado a los pobres; nos importan un pimiento».
Y es que Herrero ha conocido la peor cara del hombre, la de la miseria más explícita. «Existe una parábola de Gandhi al ver un escaparate repleto de cosas en la que expresó lo feliz que se sentía porque podía vivir sin necesidad de ninguna de ellas. La gran mentira del capitalismo se basa en querer tener siempre más; nunca terminamos de saciarnos y el ser humano actual vive constantemente insatisfecho», relata sentado en un sofá de su casa hábilmente orientado hacia la luz que le permite atisbar formas y colores. «No veo, pero escucho, hablo, siento y por dentro estoy absolutamente vivo», asegura un hombre que cree en un Dios interior y profundo, un Dios que «no interviene en las cosas» y al que no idolatra: «Rechazo al dios mágico de la Iglesia, al dios de la idolatría, al dios que han colocado en una cúspide justiciera para pervertir el mensaje de Jesús con dogmas y jerarquías, con prohibiciones, sacramentos y estructuras burocráticas que persiguen el poder. El Concilio Vaticano II fue desmontado casi desde el principio para volver a Trento, que es donde estamos ahora», asegura.
El profesor Herrero, que conoció el Sandinismo en la propia Nicaragua, se sigue sintiendo revolucionario: «Fukuyama habló del fin de la historia pero mentía. Muchas revoluciones han fracasado porque ha faltado coherencia y ha sobrado ansia de poder, pero no nos podemos quedar de brazos cruzados pensando en la resignación. Yo, mientras tenga fuerzas, seguiré luchando».
(La Rioja)