No temas, Iglesia de Cristo, tu fragilidad. Abraza con amor tu pequeñez
A los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia de Tánger: Paz y Bien. «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad». El misterio de la Encarnación, gloria de Dios revelada y velada en la pequeñez de un niño, es espejo en el que se refleja el misterio del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, cuerpo pequeño y frágil, sacramento del amor que Dios tiene a la humanidad entera, señal de salvación para los pobres de la tierra.
No temas, Iglesia de Cristo, tu fragilidad. Abraza con amor tu pequeñez. Fragilidad y pequeñez son la forma que reciben los dones de Dios.
Los pobres han de encontrarte en la condición humilde de los que no cuentan; han de verte pequeña como lo es un niño, de modo que puedan acercarse a ti sin temor, y sientan el deseo de acogerte y protegerte, aunque, como Jesús, seas tú quien en verdad acoge y quien protege. Los pobres han de reconocerte suya, pues tú, como Jesús, has nacido para todos, y lo que tienes, no lo has recibido para retenerlo sino para compartirlo.
Y no olvides el misterio que por ti se revela al mundo, pues si pequeño y frágil es lo que vemos en ti, grande, muy grande es lo que creemos de ti. Alaba a tu Señor por el Espíritu que ha descendido sobre ti, por el Evangelio que se te ha anunciado, por el perdón y la gracia, la salvación y la vida, el amor, la justicia y la paz que has recibido de Dios, para que tú los lleves, con el Espíritu y el Evangelio, a todos los pueblos.
Feliz Navidad para todos:
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