La homilía de Rouco tuvo tintes apocalípticos
Decenas de miles de familias participaron esta mañana en la Misa de las Familias convocada por el Arzobispado de Madrid y el Camino Neocatecumenal en la plaza de Lima. Una concentración eminentemente festiva, que sólo se politizó durante la homilía del cardenal Rouco Varela. El temporal que durante los últimos días sacudió la Península dio un respiro este domingo, aunque el frío fue constante en la capital de España. No obstante, y aunque nadie ha querido dar cifras oficiales de participación más allá de estimaciones de la organización -cientos de miles-(Efe no contrató para esta ocasión los servicios de Lynce), las imágenes y la sensación ambiental demuestran que fueron bastantes menos las familias que acudieron a la plaza de Lima que las que lo hicieron en las dos ocasiones anteriores. La ubicación del escenario, en el centro de la plaza, y su menor capacidad, hicieron el resto.
Toda la zona de Azca, detrás del altar, estaba vacía, y sólo hubo lleno en la zona de Castellana hasta Nuevos Ministerios, de un lado, y hasta el Ministerio de Defensa, en el otro. Frente al altar, se llenaba la explanada del Santiago Bernabéu, pero la gente no llegaba hasta la plaza de los Sagrados Corazones.
La presentación, a cargo de Javi Nieves, fue sobria y alegre, y se agradeció la participación de diversos cardenales europeos, entre los que destacaron Barbarin, el arzobispo de Berlín, Vallini y Antonelli. Por falta de tiempo, no intervinieron los cardenales españoles (al final, no acudió el cardenal Cañizares, y sólo Amigo tuvo una pequeña participación en la Eucaristía). Kiko Argüello dirigió, a su modo, la ambientación musical, y apenas sí afirmó que «solamente la familia cristiana podrá salvar Europa». Su modelo es bien conocido por los «kikos», mayoría entre los asistentes, pero incomodaba a buena parte de los cristianos «de a pie».
Uno de los momentos álgidos de la jornada vino con la conexión vía satélite con el Vaticano, donde Benedicto XVI dio la bendición a los asistentes y reclamó el espacio de la familia cristiana como generadora de valores.
El protagonismo absoluto se lo llevó el cardenal Rouco Varela, con una homilía con tintes apocalípticos, en la que denunció los abusos de legislaciones contrarias a la vida y al matrimonio tradicional y dibujando un panorama «desolador» de la situación en Europa. Su intervención más aplaudida vino cuando citó las palabras del futuro beato Juan Pablo II en esa misma plaza, hace 27 años.
La misa culminó con una «sorpresa» que, a decir verdad, no encajaba demasiado con la misa: una cabalgata de Reyes. Esto, y el excesivo control de Argüello, fueron los puntos oscuros en una celebración que, por lo demás, resultó festiva y sin incidentes. Las familias llenaron la plaza de Lima, en menor número que las de Colón, pero lo celebraron como debía ser: una fiesta.