Ser sacerdote es, en cada época, una vocación que supone una manera de estar en el mundo. Implica ser parte de una sociedad y una cultura, pero para comunicar un mensaje que desborda y a veces se opone a dicha cultura. Hoy en día, el sacerdote, testigo de Cristo en un mundo secularizado y representante de una Iglesia a menudo cuestionada, tiene ante sí el reto y la posibilidad fascinante de seguir proclamando el evangelio. Aunque el viento sea contrario.
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