Manos Unidas homenajeó a las fundadoras de la organización en Cantabria

«No dejaremos de luchar para acabar con el hambre en el mundo»

Monseñor Vicente Jiménez: "Son un espejo donde mirarse"

«No dejaremos de luchar para acabar con el hambre en el mundo»
Manos unidas rinde homenaje a las fundadoras de Cantabria

Miryam García: «No podemos desfallecer porque tenemos el mandato de dar a conocer las injusticias que provoca el empobrecimiento de las personas»

Tienen una gran motivación: acabar con el hambre en el mundo y de ella han hecho su vida. Cuando todavía no existían las ong tal y como las conocemos ahora, María del Carmen Martínez Osorio, María Luisa Bernal Chico, María Dolores Soberón Fernández, Benita Sierra Badía, María Remedios Cobo Ruiz y Manuela Cobo Ruiz ya dedicaban horas y horas a trabajar por los demás. Su misión no es únicamente saciar el hambre de pan, también se han propuesto acabar con el hambre de cultura y, como cristianas que son, también el hambre de Dios. Lo cuenta Rosa M. Ruiz en Diario montañés.

Todas ellas ayudaron hace 50 años a fundar la delegación de Manos Unidas en Cantabria y todavía hoy siguen colaborando con un gran entusiasmo. Por todo ello y por ser como son ayer recibieron un homenaje en el Obispado de Santander.

Agradecidas por este reconocimiento y profundamente emocionadas sólo cuatro de ellas pudieron asistir al acto. María Dolores, María Remedios, Manuela y Benita aseguraron lo que siempre se dice al recoger un premio, que no lo merecen, pero ayer sonó muy sincero o al menos sus gestos lo fueron.

Una de ellas, Benita, se resistió a levantarse para recoger el libro que la presidenta nacional de Naciones Unidas Myriam García había traído de Madrid como obsequio, mientras insistía que ella sólo hace lo que cualquier persona tiene que hacer.

Manuela, tampoco quiso ser homenajeada sin que se reconociera la importante labor que desarrolla en la delegación Marta Fernández, otra voluntaria desde hace 40 años.

Dolores sólo acertó a decir tímidamente que se sentía apabullada y Remedios no olvidó dar las gracias a Dios tras afirmar que en Manos Unidas se siente realizada.

Ellas fueron las protagonistas de un modesto acto que estuvo presidido por el obispo de Santander, Vicente Jiménez y al que también asistieron, el presidente de Manos Unidas en Cantabria, José Luis Alonso; las concejalas del Ayuntamiento de Santander, Carmen Martín y Isabel García-Barreda; y Elvira Roel, jefa de la Oficina de Cooperación del Gobierno regional de Cantabria.

El obispo y la presidenta de Manos Unidas resaltaron, durante sus intervenciones, la valentía de estas pioneras que hace 50 años decidieron compatibilizar el trabajo de su casa, la mayoría de ellas son madres de familias numerosas, con el voluntariado.

Myriam García destacó los desvelos de estas mujeres por hacerse oír por la sociedad y, sobre todo, por mover la conciencia de los ciudadanos, aunque también reconoció que en la actualidad este trabajo no es fácil. «No podemos desfallecer porque tenemos el mandato de dar a conocer las injusticias que provoca el empobrecimiento de las personas», dijo, tras recordar que Manos Unidas comenzó gracias al trabajo de las voluntarias de Acción Católica.

También se refirió a la labor de las 71 delegaciones que esta organización humanitaria tiene en España y afirmó que son esenciales.

«Son un estímulo»

Para Vicente Jiménez, las homenajeadas son un «espejo donde mirarse» y un «estímulo que alienta e impulsa» a seguir con su trabajo de lucha contra el hambre y la pobreza. Recordó que en la primitiva iglesia los pobres estaban donde vivía el obispo y también ahora quiere que sea así en la Diócesis, porque según dijo son «los necesitados son los preferidos de Dios».

Reconoció que a veces no es fácil llegar a la gente, sobre todo en un tiempo apatía como el que vivimos ahora, pero animó a seguir perseverando y no «desfallecer en dar a conocer las situaciones de injusticia que provocan el empobrecimiento».

Además anunció una de las iniciativas que ahora pone en marcha la Diócesis cántabra coincidiendo con la Cuaresma, la campaña ‘Comparte, ayuna y ora’, que reparte huchas solidarias para recaudar fondos para varios proyectos de cooperación.

Tras el acto, Manuela Cobo, que empezó su trabajo como voluntaria en la primera campaña de Manos Unidas hace 50 años, recordó sus inicios en Acción Católica en Los Corrales de Buelna como responsable de aspirantes y jóvenes. Junto con, su hermana María Remedíos, otra de las homenajeadas ayer, ha visto crecer la delegación de Manos Unidas en Cantabria desde su nacimiento hasta ahora. Entonces, formó a las nuevas y ahora, y tras pasar por varios cargos directivos, se dedica a impulsar la venta de productos de Comercio Justo.

Es una firme convencida de que acabar con el hambre en el mundo no es una utopía si se trabaja por ello y se siente terriblemente orgullosa cuando recibe fotografías de los proyectos que se realizan en distintos puntos del mundo gracias al dinero que han recaudado en Cantabria. Pero fundamentalmente se siente muy satisfecha de su condición de mujer porque sabe que esta organización celebra ahora sus 50 años gracias al desvelo y al esfuerzo de muchas mujeres que dejaron de mirar para otro lado para ayudar a los demás.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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