Y lo más impresionante en este momento y en estas circunstancias es esto, que todos estamos igual
(Isa Sola, rjm).-Hola a todos. He conseguido un módem y estoy casi en la calle, literalmente hablando. Tengo montones de mensajes de ánimo, de apoyo, de solidaridad. No puedo contestar a cada uno. A muchos de los que me escribís ni siquiera os conozco ni me conocéis, pero agradezco vuestra cercanía. Me emociona leeros y saber que tantas personas sois capaces de entender el dolor de esta catástrofe.
Me estoy tomando ahora la vida con más calma. Aunque realmente no sé si llamarlo calma o es que voy perdiendo fuerzas. Las urgencias del primer mes ya van pasando. La gente empieza a intentar hacer vida normal y eso, nos dicen, es buena señal. Aunque la ciudad sigue viéndose desolada, destruida y llena de organizaciones intentando ayudar.
A mí me está costando más. No sé cómo es vida normal para mí. Cada día hay algo diferente y se va haciendo camino al andar, como dice Machado. Me dedico más a logística, a hacer de enlace, a buscar alimentación, medicación y llevarla donde me lo piden, hago de chofer de los médicos para llevarlos a los hospitales donde trabajan, llevo a enfermos a hacer radiografías o análisis donde lo necesitan, busco especialistas que pueden tratar casos concretos y cosas por el estilo, de aquí para allá todo el día con el coche. Nada en concreto y todo en general.
Donde me llaman voy y me siento útil porque puedo hacer cosas que los que vienen de fuera no pueden, tanto como traductora, como chofer, como mediadora. Y está bien, pero mi vida sigue en esa confusión de que no sé cómo va a seguir, a qué me voy a dedicar a partir de ahora, a quién, cómo, desde dónde…
Para leer el artículo completo, pincha aquí: