lo que se sussurró al oído se proclamará desde las azoteas..."
(Juan Nicolás Bernal).-Acoso y muerte al Galileo: A Judas le dieron treinta monedas en dinero negro, sin justificante: «Si te chivas, no sabemos nada». A los testigos de cargo les insinuaron que recogieran firmas para delatar al Galileo por blasfemo contra el Templo.
Al pueblo le azuzaron para que gritase en la web: «Crucifícalo. Suelta a Barrabás»
Pero ellos se lavaron las filacterias, como Pilatos se lavó las manos. «Nosotros no hemos hecho nada, el Nazareno se lo buscó, sembró vientos y recoge tempestades, son los suyos quienes piden proceso y sentencia, nosotros no sabemos nada…»
El gobernador dijo: «Defiéndete». Herodes dijo: «¿No me hablas?». Iesus autem tacebat… Pero Jesús callaba.
Acoso sexual y silenciamiento de la víctima:
El cura X. era pederasta. El coadjutor Y. lo descubrió y avisó. Lo cambiaron sigilosamente de destino. Las víctimas se quejaron al obispo Z. que pagó por su silencio a través del coadjutor Y. Hicieron prometer silencio al coadjutor Y., que recibió una mitra años más tarde.
Acoso moral y silenciamiento del disidente:
Desde la Curia del mitrado P. animan a los ultras K. y T. para que delaten al teólogo disidente Q. El mitrado P., aparentando sorpresa, muestra las acusaciones al auxiliar R. y éste, a su vez, con igual rostro sorprendido (en latín se dice: «miranda prorsus», o también «miramur»), persuade a J. y L., superiores académico y religioso respectivamente del disidente Q., para que lo silencien por imprudencia, pero sin decir de qué honda sale la piedra.
De palabra y sin pruebas por escrito le prometen al superior académico J. que protegerán su institución. Igualmente aseguran al superior religioso L. que dejarán de poner zancadillas a su congregación, si siguen portándose bien y no disintiendo de la Curia.
Silenciado así el disidente y pagado el precio a los ejecutores de la mordaza, los autores originarios del acoso moral y slenciamiento a teólogos y teólogas, están en condiciones de hacer una declaración pública en la Asamblea sobre el evangelio de ese día en Semana Santa: «Jesús callaba y aprendemos nosotros a callar pacientemente cuando nos acusan injustamente de haber acallado a víctimas de acoso sexual o moral… Resistamos mansamente y mantengamos la fidelidad a las enseñanzas y la unidad de la feligresía…»
Desde la vida eterna se indignaba Jesús al oirlo y estaba a punto de decir: «¡’Basta ya!». Pero el Espíritu le contuvo diciendo: «Llegará un momento en que lo que se dijo de noche, se gritará en pleno día; lo que se sussurró al oído se proclamará desde las azoteas…» (cf. Mt 10,27 y Lc 12,3).
Y los periodistas, al unísono con ángeles y arcángeles, se apresuraron a entonar: ¡Gloria a la libertad de expresión en las alturas y en la tierra comunicación por la vía digital! ¡Contra el vicio del secretismo, la virtud de la información!
Nota: Estas dos narraciones actuales de Curia, que prolongan el relato evangélico del Sanedrín, no son ficticias, aunque lo parezcan. Cualquier parecido con la ficción se debe a que son pura realidad.