Es necesario tomar la mano de María y hacer todo el esfuerzo posible para levantarse y seguir adelante en fe, esperanza y amor
«Colgado en la cruz, Jesús transformó el papel de su madre elevándolo a una nueva posición de liderazgo de madre de la Iglesia (…). María tuvo que sobreponerse y seguir siendo madre, no sólo de Jesús, sino también de los muchos hijos e hijas que heredaría. Tenía que ser fuerte ante ellos. Este es el desafío al que se enfrentan todas aquellas mujeres que se sienten hundidas, necesitadas de ayuda o fracasadas, quizá por la pérdida de un hijo.
María no consideró que la vida había sido injusta con ella. No, ella aceptó su suerte y siguió adelante. Advirtió que, aunque es importante llorar, procesar la pena, y tener tiempo y espacio para el duelo, es crucial aceptar lo que Dios, en su sabiduría, ha permitido que les suceda a sus hijos. Habiéndolo aceptado, es necesario tomar la mano de María y hacer todo el esfuerzo posible para levantarse y seguir adelante en fe, esperanza y amor».
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