Tenemos que mantener cierta independencia para construir la Iglesia de una forma más plural
(Jesús Bastante).- «Una educación más plural nos hace más creíbles», sostiene Juan Antonio Ojeda. Este religioso de Lasalle ha sustituido, tras ocho años, al salesiano Manuel de Castro como secretario general de Escuelas Católicas. En esta entrevista con RD, Ojeda tiende la mano al diálogo con el Ministerio de Educación y con los obispos, con quienes «queremos impulsar las relaciones y mejorarlas, y superar ciertas dificultades del pasado».
Después de ocho años, sucede a Manuel de Castro. ¿Cómo entiende Juan Antonio Ojeda Escuelas Católicas, y cómo le gustaría que fuera en el futuro?
Escuelas Católicas es una institución de Iglesia, comprometida con el entorno, que intenta actuar en el mundo educativo, y quiere proponer a la sociedad los valores cristianos, el diálogo y el consenso social. Estamos en un momento complejo, como todo el hecho educativo, por múltiples requerimientos, pero hay también mucha ilusión por afrontar los nuevos retos educativos. Y desde dos claves importantes: la colaboración y ser emprendedores. Para que crezca la educación, debemos colaborar todos los sectores implicados. Y por supuesto, colaborar a todos los niveles, con la familia, la Administración, la Iglesia y otros sectores de la sociedad, porque lo que está en juego es ese niño, el joven y su inserción.
A veces nos olvidamos de los grandes protagonistas de la educación, los chavales…
Tenemos que prestar cada día un mejor servicio. Compartir buenas prácticas, conocimientos… y adoptar en la escuela, y en la escuela católica, una actitud más emprendedora. Nos estamos encontrando con situaciones y problemas nuevos y serios, con muchos riesgos: familias rotas, la evolución del niño… tenemos que afrontarlo con actitudes nuevas. No valen los contenidos antiguos, hay que adaptar la metodología, la organización…
¿Tiene futuro la escuela católica en un país laico? ¿Cuál es?
Quisiera que tuviera todo el futuro del mundo. Y de hecho venimos dialogando para la complementariedad de las dos redes, la pública y la concertada. Sería bastante peligroso para el país educar a todos los ciudadanos desde la misma escuela y la misma óptica. Una educación más plural nos hace más creíbles. Nos permite aportar valor al hecho educativo: que cada alumno se pueda educar en un proyecto educativo y unos valores. Y teniendo en cuenta que hay muchos valores que debemos compartir, y fácilmente podemos llegar a un consenso: respeto, tolerancia, solidaridad, justicia… Añadir a esto los colores y los valores específicos de cada uno de los credos o comprensión de la sociedad o la persona. La propuesta cristiana tiene mucho que aportar en la línea de la misericordia, el perdón, la caridad, la gratuidad, la generosidad… y el compromiso, valores también cristianos que bien conjugados han llevado a estar en realidades donde la misma sociedad no se había posicionado.
Lo decía Gabilondo en el homenaje a Manuel de Castro: para defender la pública, no hay que atacar a la enseñanza concertada. Pero en el debate público a veces sí que aparece esa dicotomía escuela pública-concertada…
Quiero creer que estamos en un momento de transición y de mayor proximidad. Se van viendo gestos que nos indican que debemos compartir los mismos derechos y también tener los mismos deberes. Si requerimos autonomía para el ejercicio de nuestra actividad, nuestra propia gestión, tendremos que rendir cuentas y justificar qué resultados hemos obtenido.
¿Cómo califica la relación con el Ministerio de Educación?
Como con el resto de sectores, positiva, de diálogo. Hay puntos de encuentro y desencuentro, pero seguimos presentando nuestra opinión, proponiendo nuestras enmiendas… a veces se nos tiene en cuenta, otras no. Vamos avanzando, aproximándonos. No se trata de atacar un modelo educativo respecto a otro, sino de concursar y exponer nuestras dificultades para asumir cierta legislación o ciertos programas, y defender y explicar nuestra visión.
¿Os sentís escuchados?
Sí, aunque en algunas cosas más que en otras. Las cosas afortunadamente no pueden ser blancas o negras, y el diálogo no es un todo o nada. Nos sentimos escuchados progresivamente. Poco a poco vamos avanzando, tal vez no en los más nucleares, pero vamos aproximando posturas.
¿Cuáles son esos aspectos nucleares?
Muchos problemas de la escuela concertada se solventarían si llegáramos a aquilatar el coste real del coste escolar. Puedo entender que eso no va a suceder de la noche a la mañana, pero sí buscar las soluciones pertinentes. Muchas veces se nos acusa de no acoger inmigrantes o no atender lo suficiente a alumnos con necesidades educativas especiales. Pero nuestro porcentaje no está nada mal. Muchas veces no acogemos a más gente por imperativo legal. No se trata solo de acogerlos, sino de que estén bien atendidos, y para ello necesitamos recursos y personal. La escuela católica está siendo bastante creativa a la hora de buscar financiación complementaria: muchos religiosos no están cobrando el sueldo normal, los padres crean instituciones para facilitar la acogida de unos y otros… pagar comedor, transporte….
¿Cómo afronta Escuelas Católicas la propuesta de Pacto Educativo?
Se viene hablando desde hace años. Valoro positivamente el esfuerzo que ha hecho el Ministerio para materializar este pacto. Me gustaría creer que se llegará a un pacto, porque más tarde o más temprano debemos acceder a él. Cuando pactamos hay cosas que aparcamos de momento, y nos centramos en cosas más básicas: que los alumnos progresen, vayan siendo educados bien, y mejoren adecuadamente sus condiciones. De momento, la escuela tiene que dar respuesta a tanto fracaso educativo, a tanto abandono, y tenemos que ser creativos para buscar ideas que permitan la continuidad y el reenganche al estudio de esos chicos. La escuela no puede ser algo odioso: tiene que ser atractiva. Aquí también juega un papel importantísimo el profesorado, que muchas veces realiza su labor en la desconfianza. Entre todos: medios de comunicación, sectores sociales, escuela, padres, Administración… Debemos revitalizar profesionalizar la función docente como un eje importante en la construcción del sistema educativo.
¿Por qué cada vez que cambia un Gobierno se trata de cambiar la ley?
Por eso es tan necesario el pacto educativo. Para dar estabilidad a las leyes. Un «Pacto de Toledo» de las pensiones aplicado a la educación, con unos mínimos comunes, que el tronco esté sólido. A veces hemos descuidado el tronco, que es lo fundamental, sobre todo en una sociedad del conocimiento como la que nos encontramos. Nuestros jóvenes tienen que tener una cultura, un conocimiento y herramientas que nos permitan llegar al éxito.
No siempre han contado con la comprensión del Episcopado. ¿Cuáles son sus relaciones en la actualidad?
Queremos impulsar las relaciones y mejorarlas, y superar ciertas dificultades del pasado. Me atrevo a decir que las relaciones son buenas, y que nuestro deseo es mejorarlas. Nosotros, por definición, somos también Iglesia. Formamos parte de la Iglesia y tenemos que trabajar con ella. Y nos esforzaremos en ello. Ha existido en algún momento alguna incomprensión, pero nada en lo fundamental, y más bien en las formas o en los tiempos. Cuando uno dice que vamos a aguantar un poco más el diálogo, eso no es estar lejos de la Iglesia. También, otros entornos eclesiales que a veces intentan imponer ciertos criterios o formas. Tenemos que mantener cierta independencia para construir la Iglesia de una forma más plural.
Uno de los puntos en conflicto es Educación para la Ciudadanía…
Nos sigue preocupando el tema, y nuestra posición siempre ha estado clara. Este tipo de asignaturas se fundamentan en valores… Los valores se entroncan en la fe y la creencia de cada uno, y se tienen que dar los márgenes suficientes. Lo que nos jugamos es qué enfoque le damos al contenido de esa materia. Si a través del pacto se garantiza una mayor autonomía de los centros, si esa autonomía permite configurar un proyecto educativo en función de un ideario con la implementación de un contenido, está más que garantizado que el contenido esté acorde a la fe y a la formación constitucional, que todos perseguimos.
¿Crees que la Iglesia está perseguida en España?
Hay una serie de condicionantes que no te colocan en la mejor situación, pero también creo que nos tenemos que adaptar a este mundo plural, donde lo católico ya no es la mayoría. Nosotros estamos trabajando en otras partes del mundo donde los católicos somos minorías, y tenemos que buscar nuestro espacio. Las sociedades adolecen en general de esta problemática religiosa, y tenemos que ser cuidadosos en cómo administramos esto para que la fe no se vea entorpecida, manipulada o atacada, sino que nos vayamos ganando la confianza y concursemos para seguir construyendo un mundo más justo, más solidario, más digno.
¿Estaría Escuelas Católicas en una hipotética mesa Gobierno-obispos?
Hoy, más que en cualquier otro tiempo, el diálogo es fundamental. Y que el diálogo nos lleve a una colaboración cada vez más estrecha, que nos permita ir aproximando posturas y seguir trabajando. Todos tenemos que actuar, no nos podemos inhibir. El enfrentamiento y la fragmentación no resuelven los problemas. Tenemos que agotar todas las vías de diálogo, también desde la Iglesia.