Damos por buenos todos los esfuerzos con tal que nuestro mensaje llegue a todos los destinatarios y contribuya a hacer Iglesia
Se ha dicho que la vida es como una estación ajetreada, estremecida continuamente por trenes que llegan y trenes que parten, cosas que empiezan y cosas que acaban: ¡la estación de la vida! Un buen mirador de la realidad. Siguiendo el surco de la herencia recibida del Fundador, el hoy beato Santiago Alberione (1884-1971), y ratificado por la Iglesia (Vaticano II -1962-1965- en el decreto «Inter Mirifica», sobre los medios de comunicación social) ha marcado el primer impulso a nuestra realidad institucional: «llevar la Palabra de Dios a los hombres de hoy con los medios de hoy».
Nuestra historia en España es aún breve, pues comenzó en 1934; veinte años antes había comenzado en el norte de Italia, así es que apenas alcanzamos los 75 años (que para un colectivo significan poco más que la adolescencia en la vida de un individuo).
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