El silencio era “interpretado” por la Administración en sentido siempre negativo, con independencia de haber elegido voluntariamente un colegio con ideario católico
(Luis Centeno, Escuelas Católicas).- Escuelas Católicas denunciaba ante el Ministerio de Educación las intenciones de algunas Consejerías de Educación socialistas de relegar la enseñanza de religión escolar a la mínima expresión, dentro de una campaña global de reducir las creencias a la mera esfera íntima y personal (me vienen a la memoria los duros eslóganes de algunos sindicatos y asociaciones políticas exigiendo la eliminación de la Religión en la escuela), los responsables ministeriales nos decían: «no veáis fantasmas, los Acuerdos con la Santa Sede se seguirán cumpliendo y la clase de Religión no corre peligro«.
Pues curiosamente, hace pocos meses la Junta de Extremadura aprobó una Orden para regular la implantación de la Educación Infantil en su Comunidad Autónoma, incluyendo una novedad significativa: por primera vez, se establecía el criterio normativo de que en ausencia de pronunciamiento expreso por parte de los padres, se «entendía» que no deseaban la enseñanza de Religión para su hijo. Es decir, el silencio era «interpretado» por la Administración en sentido siempre negativo, con independencia de otras consideraciones o circunstancias que indicasen claramente lo contrario, como era el caso de haber elegido voluntariamente un colegio con ideario católico.
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