El dicasterio donde yo trabajaba se mueve a base de denuncias. Éstas proceden de los nuncios apostólicos, de los obispos, de superiores religiosos
(Celso Alcaina).-Ha sido una suerte, un privilegio, haber tratado a una estrella que brilla más y más cada día que pasa. Son innumerables los escritos sobre el Padre Arrupe y sobre su influencia en la Compañía de Jesús, en la Iglesia Católica y en la sociedad. Esa amplia dimensión socio-religiosa es la que me obliga a testimoniar algo muy sencillo, pero real, que se añada a su biografía, a las ricas facetas de su personalidad.
«Una persona, un colectivo, una institución (iglesia incluida) que no pregunta, no se pregunta y no se deja preguntar, son realidades terminadas. En el mejor de los casos, piezas de museo. La expresión más viva de la fe no es la afirmación, sino la pregunta. Desde la fe como seguridad profunda, el creyente se atreve a preguntar a Dios: ¿Por qué…? ¿qué quieres…? y por supuesto, al ser humano ¿qué te pasa?, que es otra manera de preguntar a Dios».
Para leer el artículo completo, pinche aquí