«He sido tan mimada en esta vida con mis familiares y amigos que en una próxima vida espero reencarnarme en algo más tranquilo y con menos protagonismo»
Algunos, como Richard Gere, Sharon Stone y Harrison Ford, son fervientes seguidores del budismo desde hace muchos años. Otros, como Tom Cruise, Will Smith y John Travolta, se han convertido en los mejores embajadores de una de las nuevas religiones de moda en Hollywood, la polémica iglesia de la Cienciología. La última en subirse al carro de las conversiones religiosas es Julia Roberts, que acaba de revelar que desde hace meses es una fiel devota de las enseñanzas del hinduismo. Lo cuenta Emilio López Romero en El Periódico.
«Sí, definitivamente soy practicante del hinduismo». Así de tajante responde la actriz estadounidense en una entrevista que aparecerá en el próximo número de septiembre de la revista Elle. Espléndida a sus 42 años, Roberts cuenta que todo comenzó hace más o menos un año durante el rodaje de su última película, Come, reza y ama, en la que comparte protagonismo con Javier Bardem y que llegará a la cartelera de Estados Unidos el próximo fin de semana y a España un mes más tarde.
La actriz pasó una buena temporada en diferentes ciudades de la India para interpretar el papel de Elizabeth Gilbert, una escritora estadounidense que después de su divorcio decide recorrer el mundo hasta que se reencuentra con el amor en Bali. Roberts sigue felizmente casada desde hace años y lo que reencontró en ese viaje fue la fe. Por eso aprovechó su estancia en el país asiático para sumergirse en la cultura hindú.
La novia de América, que un año más ha vuelto a ser elegida la actriz más guapa del mundo por la revista People, ya reconoció hace meses que quedó totalmente «extasiada» frente al majestuoso Taj Mahal y que aprovechó una visita a la mística Benarés, la ciudad santa del hinduismo que fue fundada en el siglo VII antes de Cristo a orillas del Ganges, para participar en una ceremonia oficiada por unos brahmanes en aguas del río sagrado.
Fue tal el impacto de aquella experiencia que la actriz empezó a investigar, a leer y a preguntar por las enseñanzas del hinduismo. Desde entonces, Roberts comparte religión con otros 800 millones de personas repartidas por todo el mundo, aunque la mayoría viven en la India, y ahora va regularmente al templo a «cantar, rezar y celebrar» junto a su marido, Daniel Moder, y sus tres hijos, los gemelos Hazel y Phinnaeus, de cinco años, y el pequeño de la casa, Henry, de tres.
Una de las principales creencias de su nueva religión es la reencarnación, y la protagonista de Pretty woman lo tiene clarísimo. «He sido tan mimada en esta vida con mis familiares y amigos que en una próxima vida espero reencarnarme en algo más tranquilo y con menos protagonismo». Por lo pronto, y mientras sigue triunfando en esta vida, la actriz insiste en aceptar como un regalo el paso del tiempo, y por eso lamenta la obsesión por el bótox y la cirugía estética que impera en Hollywood.
«Yo quiero que mis hijos sepan cuándo su madre está cabreada, contenta o desconcertada», asegura Roberts, para quien el rostro refleja toda una historia «y no debería ser la de tu paso por la consulta del cirujano». «Es una pena que vivamos en una sociedad en la que las mujeres ni siquiera se dan una oportunidad para ver cómo serán con el paso de tiempo», argumentó.