La quema de libros sagrados de cualquier religión es un movimiento indebido, que mina la tolerancia religiosa y la paz entre las distintas confesiones
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha emitido esta noche un comunicado condenando las intenciones del pastor Terry Jones de quemar ejemplares del Corán, que ha tachado como un paso «temerario que tiene que ser evitado«. «La quema de libros sagrados de cualquier religión es un movimiento indebido, que mina la tolerancia religiosa y la paz entre las distintas confesiones», ha señalado el jefe del Ejecutivo israelí este jueves, al término de la jornada del Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío, que ha coincidido con el fin del Ramadán. Lo cuenta Laura L. Caro en ABC.
Los planes incendiarios del pastor del Florida también han tenido su repercusión en Egipto, donde los Hemanos Musulmanes, una de las organizaciones islamistas más influyentes del mundo, han hecho un llamamiento para que los gobiernos árabes y musulmanes «expulsen a los embajadores de EE.UU y boicoteen los productos norteamericanos» hasta que el Gobierno de Barack Obama actúe contra lo que han tachado de «crimen abyecto».
El portavoz del Movimiento, Mohamed Mursi, advertía hoy desde El Cairo que el pastor de Florida es un «lunático» y sus planes de quemar ejemplares del Corán una «amenaza para paz y la estabilidad a nivel internacional». La organización, que es también el principal grupo de oposición en Egipto al régimen de Hosni Mubarak, insistió en que «la responsabilidad por este asunto radica en el Gobierno norteamericano, y con él, en las Naciones Unidas».
En Ammán, el Frente de Acción Islámica (IAF), brazo político de la Hermandad Musulmana y mayor partido del reino Hachemita, también urgió a las autoridades del mundo islámico que se movilicen para «forzar» a la administración norteamericana a parar esta «provocación».
En un comunicado emitido el jueves, han señalado que las intenciones del reverendo Jones equivalen a «una declaración de guerra«, y que los intentos de disfrazar sus mensajes incendiarios como «un acto de libertad de expresión son una alegación ridícula».