"Animo a sumarse a ella como acto testimonial"

La Huelga ante el Sistema

"El nuevo proletariado se da de bruces contra el muro sistemático"

"Animo a sumarse a esta huelga general aunque solamente sea como acto testimonial de la hartura de los más pobres"

(Norberto Alcover).-Cuando pienso que dentro de 20 días justitos los Sindicatos mayoritarios lanzarán a la calle de España a cientos de miles de trabajadores que no habrán acudido a sus correspondientes trabajos, en caso de que la consigna sea seguida por una número considerable de personas, se me ponen los pelos de punta.

Pero además, me domina una insuperable tristeza. Porque toda esta tremenda movida, la mayor que puede llevar a cabo la clase trabajadora, que sigue siendo clase última, ¿le servirá para algo concreto, más allá de testimoniar que está cabreada, harta, indignada con quienes descargan sobre ella la carga más pesada de esta crisis, por el momento sobre todo creadora de paro y más paro que puebla las colas del INEM aunque nada consiga?

Hombre, se me dirá con respetabilidad burguesa, bien sabes la cantidad de economía sumergida que hay en España, por lo menos un 25% del dinero en circulación, porque de lo contrario, las calles arderían, sería una auténtica revolución. La gente, aunque no lo diga, tiene sus trabajillos, se defiende y resiste. No te pongas dramático, Norberto, y no provoques al personal, que las cosas se irán abriendo camino por sus pasos de siempre.

Los menos ricos, lo pasaran un poquito mal, pero es imposible evitarlo porque el sistema es el sistema y en el sistema cada uno corre con su suerte respectiva. Y no nos vengas con lo de los principios evangélicos ni constitucionales porque esos principios están pensando para situaciones normales y no para tiempos agrios como estos nuestros. A tales tiempos, medidas correspondientes.

Y esta gente, llega a añadirme con serenidad pasmosa algo semeje a esto: tienen la huelga general, pues que la practiquen, total no conseguirán nada de nada, porque somos europeos. Tranquilízate y procura tranquilizar al personal, no aumentas la tensión. Siempre has dicho y escrito que eres un hombre de reconciliación, ¿no?

Y me quedo anonadado, tras haberme sentido entristecido ante la convocatoria huelguística. Puedo llegar a llorar de imponencia. Porque una vez más, hasta lo más serio que tiene el mundo asalariado, que es el nuevo obrerismo, el nuevo proletariado, incluso de cara al fiasco, me refiero a la huelga general, se da de bruces contra el muro sistemático, contra la estructura económica que beneficia al capital y de qué manera, y margina astutamente las urgencias de unas personas que necesitan unos euros para sobrevivir con un mínimo de dignidad. Qué tristeza y qué impotencia.

Tras tantos años de darse el pico los líderes sindicales con el habitante de la Moncloa, hasta aparecer el amigo Méndez como asesor privilegiado de nuestro Presidente y pasar las familias tardes y tardes juntas al socaire de la chimenea, ahora resulta que Méndez intenta salvar a su señorito mientras convoca a sus militantes ugetistas para lanzar piedras sindicales contra él y sus medios reformistas. Tal vez, en parte porque ese Toxo de Comisiones Obreras le ha susurrado que no se arrugara, que él sí que iba a la huelga general con todas sus consecuencias, y que no se dejara caer en manos del patronazgo monclovita.

Ahí están, pues, Méndez y Toxo acusando al Presidente de izquierdas de seguidista de los caciques europeos tras tantas y tantas promesas de que jamás perjudicaría a las clases más pobres, al universo asalariado y último, si bien nunca hablara de las clases medias, que también están en el alero, sobre todo autónomos, inmigrantes que habían sacado cabeza y ahorrado algún dinero y jóvenes parejas que se habían metido en cualquier hipoteca y ahora retornan a la casa paterna.

Y nada digamos de los viejitos, con su maravillosa ley de dependencia enhiesta, cual bandera de quien prometía y prometía y negaba que hubiera crisis, y llamaba a la situación ralentización, una palabra que muchos de ellos jamás comprendieron. Solamente comprendían que los tomates subían de precio y que el alquiler era un drama pagarlo, aunque fuera de ciento cincuenta euros. Pobre gente, oculta en esos pisos interiores de corralas o grandes edificios antiguos, víctimas de una pobreza vergonzante, solamente atendida por Parroquias y por esa Cáritas tantas veces maldecida años antes por ser cosa de curas y de monjas, ahora el último baluarte de su muerte lenta. Hay que ver.

Y a pesar de todo y desde aquí, yo animo a sumarse a esta huelga general aunque solamente sea como acto testimonial de la hartura de los más pobres, de los más perjudicados, de los últimos. Por lo menos, que el Sistema vea en la calle y en las verjas cerradas que tantos y tantas están cabreados de verdad. Que aguantan pero no conceden. No sea que a base de ausencias y de silencios, un día los capitales se fuguen y se queden completamente al pairo. Que testimonien. Y que sean esos cientos de miles que hurgan en la riqueza de tantos. ¿Alguien se atreverá a negarles la oportunidad de mostrar su tremendo desencanto? Yo no.

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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