"Un creyente de frontera que yo diría modélico, catalizador de una forma de entender la fe en nuestro tiempo"
(Pedro Miguel Lamet).-Ya se han ido los tres José Marías, que con humor el canónigo biblista González Ruiz llamaba «la trinidad»: «El padre es obviamente José María de Llanos -decía-; el verbo es José María Díez-Alegría, porque no para de hablar; y yo soy el espíritu, porque viajo continuamente». Los tres publicaron libros en aquella colección polémica de Descleé, «El credo que da sentido a mi vida».
Los tres fueron catalizadores libres y despiertos de un cristianismo de vanguardia en plenas sombras del tardofranquismo. Pero sin duda el que armó mayor escándalo mediático fue el de Díez-Alegría, Yo creo en la esperanza, quizás por dos razones obvias para entonces, por considerar a Marx un profeta, y por lo de siempre, por hablar de sexualidad, perenne tabú eclesial de aquella España, donde además sus dos hermanos eran nada menos que tenientes generales de Franco. Porque, a decir verdad, la mayoría de los doscientos mil lectores que compraron aquel libro se perdían en el laberinto conceptual de este erudito profesor de ética de la Gregoriana.
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